5/31/2008

Los relámpagos, silenciosos al principio, van reclamando al viento que traiga la voz grave y abrupta. Las nubes preparan su danza lacrimosa, y el salvajismo furibundo del elemento se acerca. Se arremolina entre las calles, los edificios, y las hojas de los árboles la premonición de la libertad de la tierra.

Tal vez sea una falsa alarma, pero en casa el perro busca refugio a toda prisa. Los animales no han perdido la conexión, saben que no se equivocan, que los destellos que alumbran las nubes de neón hablan con elocuencia. El trueno solo es el testimonio de fe.

Me recorre la espalda desnuda el amante incansable, sigiloso, discreto y voraz en su seducción, de las hierbas bajas y los troncos ajados. A lo lejos se parte una porción del tapiz nocturno en una línea irregular. Como el tiempo que nos toca, como las sombras trémulas que proyecta un candil.

Esperaré la lluvia mientras leo... Mientras apaciguo, o alargo, las ganas de hacer tempestades con nuestros cuerpos. Esperaré la lluvia mientras sueño y, a lo mejor, te encuentro ahí empapada como yo.

Merece la pena pedir tregua a la cerveza solo por eso. Por poder dormir un poco, y buscarte desnuda en otro mundo.

1 comentario:

Soñadora Empedernida dijo...

El fuego que Obol me da es distinto. Mágico, ya se sabe.



¿Hubo tormenta al final? Ni me enteré. Aish.




Obol.
:)