9/21/2006

Qué noche la de aquel día y qué preciosa contradicción en esa frase. Quién me hubiera dicho que desde esa noche acabaría recolectando los hilos para tejer un saco en el que coleccionaría tus sonrisas, tus gestos y tus promesas.

Con el paso de las semanas, y conforme bajaba el sol estival en el horizonte del tiempo, la confirmación de una sospecha acabó por transfigurarse en algo visible... Acabó por agujerear el saco. Poco a poco tus promesas, gestos y sonrisas han caído desde el recipiente al sendero de mi memoria y, pese a todo, guardo un precioso recuerdo de ti en mi cabeza.

Sin esperarlo, apareció de repente en mi camino algo que no esperé encontrarlo. En sus abrazos de sincera amistad hallé un cómodo soporte a la inevitable, pero leve, amargura de mi incomprensión. Un gracias tal vez no sería suficiente. Cualquiera pudiera decir que he perdido el tiempo, mas en absoluto es cierto.

Las imágenes vuelven, completan un ciclo y vuelven a volver. Retornan alimentando con el pasado las ganas de futuro. No hay prisa. He ganado tantas cosas... Cierto, también he tenido que perder otras, sin embargo creo que las que perdí ya no las necesitaba puesto que estaban tan grabadas en mí que ya eran parte de lo que soy.

Lamento, tal vez, el no poder haber conversado con mi viejo amigo. El lobo estepario, dice. Recuerdo todas las conversaciones que tuvimos, por eso añoro que sea tan difícil que vuelvan a repetirse. Me volví a juntar con mi alma gemela, la cual emigra por razones de causa obligada a Cantabria.

No ganamos el campeonato de frontón... Pero te prometo mejorar mi velocidad y mi golpeo. El que viene será nuestro año. Como todos, pero al que viene... Ese de verdad. Ya me contarás tu periplo norteño y, quieras que no, reiremos entre burbujas y frías rubias de campos de malta.

Dudo de la coherencia de este texto al igual que dudo de su validez. Ha sido todo tan distinto, una percepción diferente a la de antes. Puede que lo que ocurra es que haya pasado demasiado rápido.. Mucho más de lo que yo quiero estar dispuesto a asimilar.

A pesar de todo las semanas de trabajo son duras... Joder, qué días, mejor dicho tardes, aquellas de julio en las que el sol achuchaba de tal forma que era hasta imposible ordenar los pensamientos. Tanto más cuando el sonido infernal de las motosierras perforaban hasta lo más íntimo de tus ideas.

Todo se fundía en calima, gruñidos de la emisora y la ilusión suicida y autodestructiva de que, por casualidades incomprensibles, tuviéramos que atender una emergencia. Menuda sensación... Hay peligro y tienes que ir tú como especialista para ayudar... Es impagable sentirse útil de esa manera... Del mismo modo que es incomparable a otras formas de sentirse útil.

Seguramente este no sea el retorno que esperabáis y desde luego que esta no es una despedida digna para aquellos que han acompañado mis días en este verano. Ni mucho menos. Cuántas ilusiones nos unen, cuántos planes de futuro eh, Tibe. Ideas adolescentes que flotan entre las nubes y los pájaros de nuestra cabeza... Ideas perfectas que seguramente acabarán desechadas por las exigencias de la madurez, dicen, de la que por suerte aún no sabemos nada.... Nos salvará Peter... O los residuos de su síndrome.

Saludaremos Biel de nuevo. Ese lugar en el que convergen los rayos de la que fuera, y sigue siendo, la luz de mi camino. Ese lugar donde los sueños tienen origen pero no límite. Donde todo es posible. La magia y lo horrible. El odio, la violencia, el rencor, la amistad, las sonrisas, las carcajadas, los abrazos, los llantos y sus acompañantes de aguasal. La maravilla y la vergüenza de la humanidad. Me dejaré llevar por su aroma a espliego y por el olor a leña y hogar. A pino húmedo y tierra mojada.

Volveremos algunos y otros tal vez no retornen. Volveré a perderme entre motosierras con compañeros y compañeras que sustituirán a los que han visto cómo me bautizaba en fuego y en la cotización del Estado. Cierto es que aún queda una semana pero ya se adivinan las ramificaciones de los senderos a seguir por cada uno... Aún no se ve, pero se adivina que en algún punto del futuro, incierto, coinciden.

Al menos, se mantiene la fe en que eso ocurra.