10/31/2005

Hablar siempre es mucho más fácil que escribir. Al escribir debes enfrentarte a un folio en blanco, y a ti mismo. El problema radica en que si no sabes quién o qué clase de persona eres todo resulta mucho más complicado.

A veces en momentos de tediosa calma o soledad reflexiono y me doy cuenta de que, ya sea el peso de la nostalgia, la culpa o el propio amor, no soy capaz de asumir que tanto mis cicatrices como muchas de las cicatrices de los demás son responsabilidad mía.

Cuyo dolor solo me atañe a mí. Cualquier persona ha sentido alguna vez ser la sentencia a un juicio propio. Seguramente alguna vez, alguno de vosotros, se ha condenado a sí mismo sin darse tiempo a explicarse porque, después de todo, no hay nada que explicar.

Y es ese miedo atroz e instintivo el que me impulsa a volar a donde sea, incluso contra el tiempo si hiciera falta, y entregarme de nuevo y de lleno al pasado. Renegando del presente, y por supuesto olvidando el futuro.

Porque, de todas formas, a veces soy capaz de confundir valentía con vanidad, sinceridad con egoísmo y ansia de libertad, o arrepentimiento con la propia culpabilidad. Está claro, soy un cúmulo de contradicciones. Una bola en un tablero de pinball...

Me encantaría verme desde el lado desconocido al que miro cuando me despierto todas las mañanas. Verme, y estudiarme sometiéndome a un examen, desde el otro lado del espejo o al menos desde fuera. Para ser totalmente objetivo conmigo mismo y saber qué soy. O al menos tratar de aproximarme.

Porque no es lo mismo. Aún así... No sé.. Sigo pensando que soy un egoísta pero al mismo tiempo que la ambición de querer aprender de otras personas es algo normal. Aún así... No encuentro la diferencia que me marque de un lado u otro.

Me importa demasiado el pertenecer a una facción o a otra. Seguramente sí. Sin embargo lo que más temo es confundir la nostalgia con amor.

10/29/2005

Muchos lo llaman destino. Yo creo que no es más que el pago de nuestras deudas y pecados.

10/28/2005

Y dicen que perdió las ganas de soñar. Y le decían que de qué le servía dormir si no podía soñar. Y contestó que se asemejaba lo suficiente a estar muerto. Y por eso quería dormir y no soñar. Se prohibió la vida.

También dicen que se condenó sin que nadie lo hubiera juzgado. Corren historias de que asumió la culpa de pecados que nada tenían que ver con su persona. Se dice que eso fue a causa de su vanidad y que para neutralizar sus efectos buscó penitencia.

Se sabe que buscó tanto y en tantos lugares, en tanta soledad, que a punto estuvo de volverse loco. Dicen que un día volvió y visitó aquella tumba. Una tumba vacía que él creía que llenó con su particular pecado.

Existen rumores acerca de que creyó haber logrado lo que buscaba...

Sin embargo su existencia se basaba en la cobardía, pues no quería estar muerto pero le atemorizaba vivir; no quería soñar porque le daba miedo no cumplir sus sueños y acabar decepcionado. Su alma y su persona sabían que el único error que cometió fue no querer luchar y levantarse de nuevo.

Al final sí se volvió loco. Acabó muerto de verdad. Cuando lo encontraron bañado en sangre, sobre su cama, sonriendo y con el surco de una lágrima desde su ojo izquierdo hasta la barbilla, dicen que vieron una nota escrita en un papel arrugado dentro de su mano.

Dicen que ahí ponía que pedía perdón por lo que hizo, y que suplicaba una nueva oportunidad por lo que no se atrevió a hacer. Todos supieron entonces que a pesar de las ganas que tuvo de hacerlo, nunca logró dejar de soñar.

Lo vieron en su risa absurda, la risa de un loco en el momento crítico de lucidez antes de asumir en qué se había convertido, antes de asumir que ya era tarde. Lo vieron en el surco de esa lágrima, donde quedó impreso el rastro de una vida ansiosa de recuerdos.

10/24/2005

Sin duda el peor de los engaños al cual los seres humanos nos sometemos no es otro que la palabra "Siempre".

Siempre, culpable de que cuando algo no es eterno nos sintamos inmensamente culpables. Siempre, una promesa infiel una realidad amarga. Es un desafío al tiempo que tarde o temprano el Destino, la providencia o quien sea, se lo toman a nivel personal y es entonces cuando algo ha de tocar a su fin.

No hay peor engaño que decir algo por siempre. Sin embargo siempre hay grados, porque no es lo mismo decir "seré el mejor por siempre" que decir "te amaré por siempre" puesto que el segundo caso implica dos corazones.

Pero el ser humano es estúpido por génesis. Se envalentona cuando la sangre se le agolpa en el pecho y le laten las sienes de euforia. Se alegra cuando se sabe débil y sabe que tiene un pecho a su lado en el que poder refugiarse cuando la vida se le caiga encima.

El humano, tan inocente en algunos términos que resulta simpática. Desafiando al mundo, a la propia Naturaleza que nos dio vida, y sin embargo tan simple que nunca llega a conocerse a sí mismo. Pero qué hacer cuando sentimos que nos tiemblan las piernas al pensar en alguien, o que se nos acelera algo dentro del cuerpo cuando recordamos que tenemos algo que hacer y que nos llena de ilusión.

En seguida recurrimos a decir siempre. El tabú de los tabúes, un peligro más allá de lo que puede ser admitido como peligroso. Un riesgo a correr, pero de todos modos... De qué coño sirve una vida sin riesgo.

De nada en absoluto... Después de todo, cuando va cayendo la tarde te das cuenta de que lo importante del día es saber qué has sido capaz de aprender. Seguramente con la vida pase lo mismo... Cuando atardezca en la vida de cada uno y tiemble el aliento en nuestro paladar, al igual que el fuego en una vela, lo único importante sea recordar que tuvimos la suerte de aprender cosas inolvidables, de experimentar cosas inolvidables, con personas que siempre recordaremos.

10/23/2005

Siempre, una mirada atrás, un no debí, un sí debería haber...

La tempestad ya hubo amainado muchas horas antes. Su mar parecía tranquilo y en su corazón las emociones bailaban sosegadas, como el mar en calma, como en una balsa de aceite. Sin embargo, y sin saber desde dónde provenía el sonido, escuchó una voz que decía desde lo más profundo del dolor " Por qué a mí?"

Y él contestó, "Porque alguna vez a todos".

Y sin más, deseó abrazarla pues ahora ya volvía a tener qué ofrecer a los demás, qué darles o poder animarlos a luchar. Se estaba recuperando, poco a poco. Los ánimos de aquellos que incluso eran desconocidos le hacían sentir capaz de algo que creyó olvidar hacía tiempo.

A pesar de que pensaba que éstos desconocidos que otrora lo visitaron nunca más volverían a pasarse por su pequeño rincón recordó algo que había descubierto hacía mucho pero que confirmó hacía, a lo sumo, un par de días:

"Se trata de transmitir, no de convencer".

Y con todo esto y una leve, levísima, sonrisa en los labios no pudo más que murmurar un gracias contra el viento que soplaba hacia el horizonte mientras levantaba el ancla que se hundió a conciencia en las profundas arenas del pasado.

Miró hacia el frente, el mar estaba en calma. En la delgada porción del infinito donde cielo y tierra son sólo una línea delgada y simple, suave como el respirar tranquilo de alguien que duerme, se adivinaban nubes.

Se dijo a sí mismo que era cuestión de equilibrio, pues ahora a él le empezaba a calentar el Sol mientras salía, por fin, de un tormenta.

10/13/2005

Esto es una despedida. No sé hasta cuándo, pero una despedida. Por decirlo de algún modo metafórico, Caín, mi otro medio yo y yo ya somos solo uno. Quizás sea realmente una mala persona, pero sé algo que no soy y no soy un hipócrita.

He decidido sellar mis labios, de momento, con yeso. Sí, con yeso porque quizás con agua tibia pueda despegarlos. Pero ese agua tibia tendrá que traérmela otra persona, no sé quién. Quien sea.
Quizás vuelva a escribir, quizás nunca más lo haga.

Si vuelvo a hacerlo, leed bien porque ya no soy quien era, y supongo que lo que escriba en un futuro (si es que acaso lo hago) no tendrá nada que ver. Demasiados fallos, demasiada injusticia, demasiado culpable.

Sobretodo eso, demasiado culpable. Demasiado niño, demasiado inexperto... Demasiado tonto. Lamento lo que voy a decir, que no sé si alguien lo leerá, pero no voy a permitir comentarios en esta entrada... Que qué gano con esto? Obligarme a no visitar este sitio en mucho tiempo, obligarme quizás a no visitarlo nunca más.

Caín se marcha. Con las alas abiertas, negras y con más de una nueva cicatriz. A veces dejando un pequeñito rastro de sangre... Pero a pesar de que duele, Caín se marcha, y yo me voy con él.

10/11/2005

Como el puto cangrejo... Pues igual. Si no fuera porque es en esto en lo que consiste, me preguntaría qué estoy haciendo con mi vida.

10/10/2005

Cubierta por un blanco haz, por una tela pura y pulcra como lo es ahora su alma. Con un semblante tranquilo, sin preocupación ni miedo. Solemne, en un silencio solemne se la ve en calma. Esperando algo, recorriendo un camino.

Sus labios enrojecidos resaltan el blanco harina de su rostro. Los párpados cubriendo los ojos, y las pestañas largas y negras. Vestida de blanco, quizás parezca tensa. La luz que la ilumina desde arriba hace que casi resulte invisible, pero su belleza transparente evita que cualquiera resulte inmune a su encanto.

Se dirige, caminando lenta pero decidida, hacia una meta que la marcará ya para siempre. Sus delicados pies no asoman por debajo de esa tela blanca, que la protege y la anuncia como un ser virginal y sagrado.

Cualquiera hubiera dicho que es la novia más hermosa que jamás visitó un altar, si no fuera porque la tela blanca es una sábana y no hay altar, sino que la muchacha está tumbada sobre una gélida camilla de acero gris.

Guardando silencio, un silencio solemne.

Tan falto de carisma, buscando mi rostro en un reflejo devorado por la luz e impedido por el contraste. Observando, desde las puertas del purgatorio, cómo dejo que escape en calma y libertad aquello que lo supuso todo para mí.

Comprendiendo así y ahora lo que perdí, comparándolo con lo que pude haber hecho perder. Comprendiendo así y ahora, que la humildad es un tesoro que perdí o, mejor dicho, que abandoné en algún lugar del pasado, debajo de una piedra para que no saliera jamás.

Caminando por los ríos del inframundo, desentrañando los secretos de uno mismo, observando lava a mi alrededor. No hay marcha atrás, ni tampoco deseo que la haya. Es posible que actuase por vanidad, por sinceridad o por una amalgama de ambas.

Pues bien, las consecuencias han sido asumidas en su plenitud. A pesar de que el recuerdo me empuje a una creencia falaz, presupuesta y ficticia de un posible futuro predeterminado por una fantasía que me reste culpabilidad.

Ahora sí puedo decir de veras que lo siento, y verme en el espejo mirándome a los ojos y decirme que más vale que ahora ella sea feliz, porque no tengo derecho a entrometerme. Ahora sí estoy preparado para vivir de nuevo, sin algo de mí pero recuperando lo que fui.

Con nuevas cicatrices, y heridas abiertas años atrás que es posible que nunca cierren, o que esperen a alguien. Aún así pienso en lo difícil que será volver a encontrar un cuerpo desnudo de ropa pero vestido y entregado en absoluta sinceridad.

El miedo me asalta, pero ya no me vence. Puedo darle la espalda al pasado más reciente y absorver de él todo cuanto me ha hecho aprender. Decidí, elegí y asumo. Una irónica versión del mítico lema de Julio César. Una verdad sagrada para mí.

Esperando dormir y encontrar debajo de mi almohada los sueños que expíen mis pecados y rediman mis faltas para poder descansar de nuevo. Ayer las lágrimas purificaron todo en mí, ahora me doy cuenta de lo que dejé, ahora sé que nunca más has de volver a mí. Porque no debes, y porque no quiero, porque no mereces eso de nuevo.

Hay cosas que no se pueden negar, no hay sentimientos que puedan ser malinterpretados ni besos que puedan juzgarse de infames o falsos. Sólo hay, para esto, una verdad posible que el llanto que me cogió desprevenido me hizo ver, justo cuando el escudo del autoconvencimiento y la mentira no estaban alzados en superficial defensa. Cuando ayer era yo, y cuando yo era un niño.

Esto no es una disculpa, ni un algo ni un nada. Sólo es un texto más entre cien mil millones de palabras entre las que intento que se puedan vislumbrar mis mejores deseos. Porque deseo que te vaya bien, porque deseo que alguien me abrace algún día mejor que tú...

Porque veo imposible encontrar de nuevo lo que una vez se presentó ante mí, pero porque también sé que no lo es. Ahora solo queda vivir, solo queda soñar. Jugué mis cartas en coherencia a lo que sentía y creí. De todas formas odiado y, después de todo, tan falto de carisma.

10/08/2005

Estoy llorando. Por fin he vuelto a llorar, poder vaciarme de mi odio a mí mismo, de mi rabia hacia lo que no comprendo. Por fin he podido desprenderme de algo, por fin he vuelto a sentirme humano. En cada lágrima expulso algo del dolor que me provoca ver que todo a mi entorno se desmorona, y que se desmorona por mi culpa.

Mis ojos rojos desvelan el secreto que mejor guardo, que sigo siendo un niño. He vuelto a llorar Dios mío, he vuelto a sentir lágrimas por mis mejillas y esta vez no era por impotencia ni por odio. Es porque sé lo que he hecho y porque por fin he tomado una determinación.

Sé lo que hice, sé de qué soy responsable y ahora por fin lo asumo... No puedo estar en tu vida sin tu permiso, ahora eres tú y soy yo... Me he dado cuenta de que no podía seguir arrastrando el pasado, porque tarde o temprano iba a ser el pasado quien me abosrviese a mí.

Ha sido tan extraño... Tan raro. Se me ha acumulado el esfuerzo durante el partido de fútbol, se ha acumulado la asimilación de lo que acarreaba la realidad de la que me he dado cuenta, ha sido la sonrisa de mi primo al verme y abrazarme, incluso la alegría de ver que mi perro se alegraba de verme.

Me he sentido tan protegido y a la vez tan vulnerable. Caín ha desplegado las alas y ha renunciado al veneno que le envenenaba la sangre, a mí y a él. El silencio de la casa me arropa, la alegría de volver a sentirme humano me impulsa a seguir llorando a echar toda la ira de mí, a vomitar en lágrimas toda la sombra que guardaba en el corazón.

Me he dado cuenta de cuánto miedo tengo, de lo que necesitaba... Y necesitaba llorar, necesitaba poder asegurarme de que tenía algo donde agarrarme, donde apoyar mi cansancio. Me siento tan tranquilo, sigo conservando humanidad en mí.

Y necesito más... Quiero desahogarme por completo, hoy creo que ya estoy preparado para mirar adelante... Hoy he vuelto a llorar.

10/07/2005

Con el anímo de rebajas me vendo los motivos que me invento, para al menos no levantarme tan solo por inercia. Una vez de pie comienzo el ritual rutinario, una catarsis necesaria pero impuesta. Con la voz tan ronca que solo a veces asoma desde mi garganta hasta más allá de mis labios.

Abro la ventana, dejo que mi maldad huya por la ventana con mi miedo, para que se funda con este amanecer azul oscuro y lo confunda con mi pecado. Me pierdo en una desesperación extenuante por volver a suspirar con calma, sin agobio. Por volver a suspirar tranquilamente, sin un por qué o un por qué no.

Últimamente son suspiros resignados, tibios a medio fuego y sin calor. Porque si te abrazas a una fantasía que te has obligado a creer, tarde o temprano el conocimiento de ti mismo te advierte de que te estás dejando atrapar por un engaño vil y cobarde y, lo que es peor, propio.

En la noche veo sombras que me siguen, no buscan que las acompañe, sino que las siga. Que dependa de ellas, para subyugarme, para obligarme a algo que una mitad de mí me convence a llevar a cabo. No puedo confiar en mí como una unidad. Soy dos, una sombra, y luz. Sin embargo, a veces, se funden en un algo gris, inusual pero hermoso por lo que representa.

Sin embargo sí hay algo en lo que mis dos yo convergen. Ambos me animan, igual que aquellos que dejan un rastro en mi vida, por fugaz que sea. Provocando lo que sería un suspiro calmado, colmado de todo y rebosante de nada. Un suspiro en el que no se parase el tiempo, pero sí yo.

A descansar, después de todo. Que ya me advirtió mi pequeña, pero deslumbrante, luz en mi sombra. Porque tu cabeza ha trabajado demasiado, y más románticamente tu corazón también ha sufrido. Date un descanso... Sí, ánimo me dicen. Ánimo me insuflan. Me invito a descansar.

Mis párpados pesan tanto, como si fueran de arena. Me pregunto, ¿cuánto hace que no sueño? Es curioso, a ciencia cierta no lo sé. Quizás tres o cuatro días. Desde hace tres o cuatro días que mi cuerpo se siente más cansado de lo normal porque no aguanta el mal temperamento de mi espíritu.

No se siente complacido conmigo me dice. Me da igual, le replico. Y entonces Caín, mi sombra, y mi medio Yo, mi luz, me dan la razón porque a ninguno de los dos les importa la impertinencia de ese pequeño ente que nunca da la cara, ni siquiera cuando me miro al espejo y no veo nada.

Pero también se porta bien. De vez en cuando. Tan empeñado en complacer, tan empeñado en satisfacer, en cumplir, en dar... Que dejé de serme fiel hace tiempo. Y de repente, consciente de nuevo me veo con un crimen a la espalda, con la sangre ribeteada de motitas negras de pecado y un par de pechos quebrados, y uno de ellos con un corazón roto.

Mi medio Yo se siente culpable, Caín asumió que el daño es parte de la vida. Mientras tanto, quien ahora escribe espera volver a suspirar en calma algún día, reposando su cansancio en una sonrisa cómplice en el rostro de una persona amiga. Y me convenzo de que no tiene valor inventarse una fantasía si de verdad no se desea creer. Es tan necesario el amor...

10/05/2005

No hace mucho un día me desperté. Normal, como si no hubiera ocurrido nada. Hice lo típico. Pasé revista a todos mis pensamientos y de repente vi algo extraño, me dije: Tienes esto, esto y esto otro, sin olvidarte de... A lo que me corté de inmediato, me da igual, me da tooodo absolutamente igual. Y lo "mejor" de todo fue que no me sorprendía haberme dado cuenta de eso.

Sin embargo la gente cree que lo pasas mal así. Pero no lo pasas mal, ni bien ni nada de nada, sencillamente porque estás tan vacío por dentro que no hay una referencia, no hay nada a lo que puedas aferrarte que no sea la vida misma. Una vida que a causa de todo lo anterior se torna lineal y previsible, tediosa. Incluso odiosa a veces.

Es como vivir esperando algo. Un chasquido fortuito y casual que nos ilume la mente y nos diga, aquí dejaste caer la ilusión, se te escapó por ese agujero del corazón y no la escuchaste al chocar contra el suelo. Pero no llega, el chasquido no llega. Entonces quizás haya que buscarlo. Pero en dónde si no hay ningún lugar por el que empezar.

Por aquí y el ahora? Para qué? No tengo ni idea, son itnerrogantes abiertos. La ilusión se escapó por un agujero en el corazón. Para colmo creo que las puntadas que le di con sangre a los remiendos de mi pecho no serán suficientes y acabará por salirse el aire de mis pulmones.

Continuamente igual, dándole vueltas a la misma canción. A las mismas palabras, retornando a la frase que te define con tal exactitud por cómo te sientes que no tienes otro remedio más que sonreír y dar gracias de que al menos existe la posibilidad de que alguien te comprenda, aunque la ironía sea que esa persona esté inmensamente forrada, sea mundialmente famosa y un largo etcétera. Aunque si lo pienso con detenimiento me doy cuenta de que el vacío que yo siento es completamente independiente de todo lo material... Es similar a sentirse solo con respecto a uno mismo.

No sé por qué pero me siento tan cautivo de una historia preescrita. Sé que no es así, pero... Llamadme iluso, pese a lo irónico que resulte debido a lo que os he explicado antes, pero muchas de las mañanas en las que vuelvo a abrir los ojos me sorprendo a mí mismo a punto de llorar pensando en lo mucho que me encantaría que alguien me diese un abrazo y no dijera nada, o dijera que yo hacía que su vida fuera especial. O mejor aún, lo acabo de pensar, que me dijera que me odia por verme así, porque solo yo tengo la oportunidad de ser feliz conmigo mismo, y porque solo yo puedo hacer que la gente se sienta especial de conocerme.

Aún así... Me gustaría tanto... Sonrío melancólicamente, sí, y con cara de bobo, pero me gustaría.. Ir a decirle hola a algún amigo o amiga y que me abrazase fuerte y me dijera al oído, "haces que me sienta bien tan solo por el hecho de haberte conocido". Sería maravilloso, al menos para mí lo sería... Podría ser el inicio del chasquido fortuito, seguramente sería el chasquido en su plenitud.

Tan curioso yo, como siempre. Sonriéndome a mí mismo en un vacío oscuro que tengo dentro. Sabiendo que debo cumplir esto que me he prometido para volver a serme fiel, sabiendo que por dentro estoy oscuro. Sabiendo que sólo yo puedo ayudarme, porque no sería justo que pidiera el ánimo de los demás para comenzar esta tarea.

Aunque no os voy a engañar cuando me miro en el espejo sonrío, con mi particular y cautivadora sonrisa, pero siento que le sonrío a nadie, a la nada, a algún lugar que el espejo refleja más allá de cualquier horizonte proyectando la imagen que mis retinas ven, proyectando una imagen a través de mí mismo como si yo no tuviera derecho ni permiso a verme...

10/02/2005

Todo era oscuro. Inmenso. Podía sentir en sí misma las diemensiones de ese lugar. Oscuro, oscuro, oscuro. Se encontraba apoyada sobre algo sólido. Algo tan extenso como ella misma. Una oscuridad palpable, con tacto. Suave, a ratos cálida, a ratos gélida.

El frío y el calor se mezclaban en ella. La fuerza del aire la sobresaltaba constantemente, como si los secretos que portaba en sí el aliento de Eolo pudieran poseerla y convertirla en partícipe de los mismos.

El reloj corría en su contra. El tiempo maldito se agolpaba impasible contra toda forma de vida. Ella, en su boca saboreaba los versos que había escrito alguna vez en su vida, los labios rotos de su rostro indefinido los mezclaban con un sabor agrio a hierro, los mezclaban con la sangre de sus palabras, con la sangre de su piel, con las lágrimas de sus ojos.

No sabía dónde estaba, aunque creía conocer el lugar. Había algo que le daba continuas pistas, sobre ella, tras ella, dentro de ella, delante de ella, detrás y debajo de ella se entremezclaban las notas musicales de ciertas canciones que le daban vida en ciertas ocasiones, que se la robaban en tantas otras o que la hacían caer arrodillada, hasta lo más hondo del ánimo sintiéndose desgraciadamente identificada en lo que la canción decía.

Para ella no era necesario entender la letra o el lenguaje de una canción como para comprenderla. Otras veces, la música y las palabras la dejaban vacía de algo pero llena de otro algo completamente distinto, la llenaban de una euforia caprichosa que hacía que lo que dominaba se crispase, que el espíritu se agitase dentro de un cuerpo informe e indefinible...

Ya no había solo oscuridad, en algún momento se iluminaba la negrura que la rodeba con alguna imagen captada en el momento exacto de verla, como un fotograma de una película, como un parpadeo extremo, como la lucidez crítica de un loco antes de morir.

Empezaba a sentir algo extraño, a no saber qué decía.. A no saber qué ni cómo sentirse. Se sentó, no quería continuar andando sin saber a dónde, no quería seguir hasta la extenuación, así que una vez sentada, se dejó caer hacia atrás y se tumbó sobre ese suelo invisible pero existente... Y miró hacia arriba, miró todo lo que había visto, todo lo que había sentido, escuchó todas sus canciones, releyó los versos que hizo escribir a través de la mano de un cuerpo físico y definido...

Inspiró fuerte, se desprendió de todo y supuso, creyendo comprenderlo, que eso era lo que conllevaba llamarse Alma.