7/10/2006

No existe expansión cognitiva más allá de lo que ignoro. La esperanza es el comercio de un instinto suicida que se hospeda entre mis huesos. La esperanza deteriora el presente dándole una credibilidad al futuro, otorgándole el beneficio de la duda.

Es inútil creer que lo sé. Es necesario que aprenda a disfrutar de los resquicios de esta peculiar locura y comprender que cuando pierda aquello que me anima a seguir esperando podré ser libre. La esperanza es lo último que se pierde porque cuando la pierdes no te queda nada y seguir con nada es más complejo.

Pero la voluntad creativa explota en forma de éxtasis cuando se observa sola en el individuo. Teme todo, ama todo, tiene todo y no le queda nada. Todo es obtención emocional y la espontaneidad florece en un nihilismo macabro. Cobra enteros la desesperación sana del que sabe que no debe confiar su vida a la posibilidad de que algo ocurra.

Es por eso por lo que debo apartar la esperanza como una apuesta o una inversión. Atentar contra mí mismo para liberar mi consciencia y hacer de lo onírico lo real y de lo real lo onírico sin preocuparme por alterar los ingredientes estabilizados de la cordura.

Posiblemente nuestros mundos no tengan conexión alguna y por ello mi capacidad explicativa quede muy por debajo de vuestra comprensión. Puede que sea a la inversa y mis explicaciones primen sobre vuestro entendimiento. Lo cierto es que no comprendo más allá de este momento y no espero que cambie.
Locura residual de una represión constante.

Posiblemente el vínculo de nuestros mundos sea tan estrecho que por ello aislamos el contacto brutal del que nacerán nuevos nacimientos sin una visión más allá de la consecuencia. No serán tan estúpidos de confiar en la esperanza puesto que ellos mismos serán su propia fe.
En eso consiste, en ser nuestra propia fe.

7/01/2006

Cuando el tiempo se detenga en un suspiro le pediré al olvido que reavive el fuego de este tocón apagado. Las arterias sólidas de la ciudad claman piedad al cielo, y mi corazón implora tregua al pulso, mis palabras atención de mi sentimiento.

La soledad se concibe al margen, en compases melancólicos que alivian el presente. Hace tanto calor que las cenizas de mi ser podrían llegar a resurgir convirtiéndome en un fénix. Sin embargo la humedad de tu existencia puebla mi imaginación colonizando mi raciocinio.

No hay más. El tiempo no se detendrá en un suspiro; no hay forma de pedirle al olvido que reavive el fuego; la ciudad se colapsa y su tos negra y llanto lastimero alimentarán las noches trágicas de esta era.

Solo nos salvarán los sueños, la lucha se decidirá en la idiosincrasia de cada hombre, de cada mujer, de cada ser. Cada elemento es partidario de su propia miseria, cada cual que elige, elige su propia condena. La voluntad decidirá la libertad del espíritu, ya sea en este mundo, ya sea cuando la carne roce tierra y se haga humus.

Pero ahora solo deseo una cosa. Deseo que te acerques a mí, que vuelvas como si nunca hubieras desaparecido, para desnudarte lentamente como el amanecer a la luna. Y a tu cuerpo desnudo lo vestiré con palabras de euforia.

Saldré de aquí. Buscaré un hogar en tus adentros.