3/27/2007

Sonríe por dentro si es que no quieres que se vea que lo haces, pero no dejes de sonreír. Sonríe, únicamente, porque estás vivo y eso te brinda todas las posibilidades necesarias. Si te apetece puedes permitir que vean que sonríes... Si estás fatigado, descansa; si el dolor oprime tu pecho llora para aliviarte y expulsarlo; si sientes que flaqueas mantén la calma, reflexiona y hazte más fuerte.

Sé lo que quieras ser porque cada uno elegimos quiénes somos y los acontecimientos de nuestras vidas son opciones que nos dan la oportunidad de hacer elecciones que nos harán crecer poco a poco, mas solo si queremos.

La vida no es más que el tiempo que se nos da desde que nacemos hasta que debemos morir y vivir es, en esencia, aprovechar ese tiempo lo máximo posible intentando ser cada día mejores, más nobles, más fuertes, más sensibles... Intentando, eso sí, evolucionar de manera acorde a nuestros principios.

Todo tiene un espacio en el tiempo y por ello precipitarte no hará que aceleres el cambio de algo, de lo que sea, sino que provocará que te acerques, irremediablemente, a un choque brutal que hará que te plantees si de verdad estás vencido. Si así lo crees, así será.

Pero recuerda, estás vivo, y eso te brinda todas las posibilidades necesarias. Posibilidades para esforzarte en aquello que te cuesta un sacrificio ya que lo que de verdad merece la pena conseguir lleva más que tiempo. Se necesita determinación, valor, tesón, fe, fuerza e inteligencia... Todas esas virtudes, pero una sobre todo, paciencia.

La amas pero no te ama. Duele, cierto... Pero, créeme, más dolería ser incapaz de amar así que sonríe porque amas y eso es una dicha que hay gente que no sabe valorar y gente que no puede experimentar. Es solo un ejemplo, sin embargo es tan extremo que me sirve, por paradójico que parezca, para mostrarte la importancia del equilibrio.

Del mismo modo, entonces, sonríe porque estás vivo ya que hay muchos que no lo están y eso te hace, sin ninguna duda, afortunado. Ah, una última cosa... No te avergüences de ti mismo cuando sientas rabia, envidia, odio o aversión pues son emociones humanas y del espíritu... Si no te gustan no te conformes con ocultarlas de ti apartando la vista cuando te mires en el espejo o cuando pienses sobre quién o qué eres; lucha por cambiarlas por aquellos sentimientos que sí te agraden.

Algún día, estoy seguro, serás plenamente consciente de tu alma... Y espero que también ocurra conmigo.

3/25/2007

Hoy, en el crepúsculo de mi consciencia, he sabido lo que soy. De manera casi imperceptible he sentido, asimismo, lo que soy. El niño y el monstruo; mi espíritu y yo. Cooperación de antagónicos, síntesis de antítesis.

Hoy, en el crepúsculo de mi consciencia, el pitido profundo y estridente de mi oído ha anunciado el presagio de algo inevitable. Un advenimiento de cuya llegada no se sabe nada más que su existencia, porque está ahí.

3/21/2007

Parece que necesites que te lo digan otras personas para creer en mí, me dijo clavando su mirada en mis ojos. Era una mirada dura, penetrante hasta lo más profundo de uno mismo. Representaba la advertencia más poderosa que nuna he recibido interpretada de una forma increíblemente sutil, salvando así la torpeza de la amenaza.

Recuerdo ahora más de sus palabras, su gesto serio al recordar que cuando sufro no solo sufro yo sino que sufrimos ambos; que cuando grito no solo se resiente mi garganta sino que también su voz. Viene a mi memoria su rostro, el pelo que cubría uno de sus ojos, el izquierdo, y su labio inferior que temblaba por la rabia de saber que sé que existe pero que no creo lo suficiente en él.

Soy tú y eres yo. Eres la carne que noto en mi existencia dentro de ti y yo soy la existencia que notas en tu carne. Mas no quieres confiar en lo que digo y buscas otras formas, otras confirmaciones, para depositar en mí todo lo que eres y podamos compartir nuestro tiempo, nuestro poder. Si dudas, tiemblo; si tiemblas, no sé qué hacer.

Es hora, dijo con los ojos empezándose a llenar de lágrimas, de que cuando mires el mundo que te rodea lo hagas sabiendo que yo también quiero ver a través de tus ojos. Ha llegado el momento de que cuando sientas, sepas que yo quiero compartirlo contigo. Y cogiendo mi mano acabó por decir que él sí cree completamente en mí y que solo espera que yo haga lo mismo. Respecto a mí, respecto a él.

Todo esto me dijo anoche, con la mirada más hermosa que nunca he visto, con la voz más cálida y el dolor más puro y sincero. Con calma y sabiduría, sin reproche alguno. Con su ojo izquierdo levemente oculto tras el cabello que caía desde encima de su frente. Y el porte erguido, seguro y tranquilo pero preparado para todo. Era precioso.

Anoche, cuando menos lo esperaba, hablé con el espíritu que mora en mis entrañas. Con mi alma, que habita esta guarida de huesos y músculo.

3/13/2007

Sucede que a veces en la vida encuentras algo, o algo en la vida te encuentra a ti, y se adentra tanto en tu ser que llegas a desearlo con todas tus fuerzas. Caminas pensando en ello y no te importa, te gusta; te acuestas imaginando cómo sería, y no te preocupa, te encantaría soñar con ello aunque fuera; lo deseas tanto que cuando despiertas incluso piensas que tal vez haya cambiado algo y lo hayas conseguido. Se adentra tanto, hemos dicho, que te acaricia el alma con la ilusión pero te araña y te debilita con el veneno del realismo.

Acuérdate, ahora, de cuando quisiste ser Neo en Matrix o disparar a portería los mismos trallazos que Oliver o Marc Lenders... Vaya, ya no recuerdo si se escribía así. Por favor, vierte el fluido de tus recuerdos en la memoria y lanza una mirada retrospectiva... ¿Te ves de nuevo deseando ser aquel héroe, o heroína? El protagonista capaz de casi todo por él mismo y de todo con ayuda de sus amigos, de su inseparable séquito. Un grupo compacto sin defecto alguno. Seguro que te imaginaste, en algún momento, alcanzando tercera fase con un grito salvaje a la vez que emergía de tu cabeza una melena rubia e interminable.
Revives ahora esa sensación que te hacía sonreír al mismo tiempo que conseguía lo contrario. ¿Sientes, de nuevo, esa sensación que iluminaba tu alma y ensombrecía, un poco, la sonrisa de tu rostro? No es real, te repetías... No es real, estabas seguro que dirían... Pero no te importaba qué pensasen, no me importa qué piensen...

Sin embargo sigue estando ahí... No es real. ¿No? Pero, cómo puedo atreverme a negar algo que no conozco. Ahora soy yo el que te hará verte reflejado en mí y no como antes, que era a la inversa. Siento, de nuevo, que no puedo negarlo porque en realidad no soy capaz, no tengo pruebas, y además no quiero hacerlo. Ha matado tantas cosas bellas la razón... Todos nos hemos hecho daño alguna vez prohibiéndonos sentir la ilusión de algo asegurando que era por nuestro bien por lo que lo hacíamos.

Ahora soy un poco más mayor que aquellas veces y tengo muy claro que puede que tal vez lo que deseo ahora mismo sea verdaderamente imposible, pero también sé que puede que no. Fe y razón, ¿fe o razón? En cualquier caso me hace feliz pensar que tal vez, en algún otro momento mi deseo tenga más clara su posibilidad de ser o de no ser. Ojalá la de ser.

No obstante se me ha dado un tiempo para que aproveche como quiera... ¿Puede recordarse algo que has deseado mucho más allá de la muerte? ¿Y después de morir viene algo? Dicen que el atardecer de un paisaje es el amanecer de otro...

Sin duda alguna no voy a darme por vencido, y mucho menos por la racionalidad porque para razonar hacen falta argumentos y es exactamente de lo que carece todo esto, tanto de un punto como del otro, por ello elijo creer que algún día lograré ese deseo que me sorprende cuando camino, que justo antes de caer dormido me hace imaginar cómo sería todo de igual o diferente.

3/06/2007

Y llegó el cinco de marzo, el ir al parque, las botellas, las botellas que iban a quedar vacías... Vino el reírse de ti y de mí, de todos, de ellos, de vosotros, de cualquiera. Llegó lo inesperado. Estar tranquilo, estar en paz, y reordenar las prioridades.

Me cercaron el vodka, que me da asco ahora hasta olerlo, y la cerveza. El primero a tragos a palo seco, la segunda a botellas. Y Dios santo qué mareo. Por favor, que pare ya, que me encuentro mal. Que no griten tanto que me va a reventar la cabeza y el sol me está tostando la piel a la vez que me cuece el seso.

Pobre chica, está mala. Se apoya en mí, que estoy intentando moverme lo menos posible para no marearme, y descansa. Joven amiga mía. Si abro los ojos la luz me borra los ojos, los llena de blancura y los destellos de la vida se imponen a la mera consciencia.

Quiero que pare, pero no lo hace. Otra chica me presta sus gafas de sol. Debo parecer gilipollas, pero vienen bien, menos mal, ya no oigo gritar a mis retinas. Todo se mueve demasiado rápido, pero no tanto como mis pensamientos. Mis emociones van en cabeza en esta carrera.

La realidad se compenetra de forma magistral con lo fantástico. No hay crisis de consciencia al pasar de la ensoñación al mundo de las veinticuatro horas diarias. Sí, esta vez he logrado estar en paz. El torzón procurado por el alcohol no me ha dado bajón emocional, por eso de que el alcohol es depresivo, por lo que deduzco que estoy en calma. Que mi deseo se ha cumplido.

Y al día siguiente, con un margen temporal suficiente como para emitir un juicio objetivo, confirmo las impresiones. No hay problema. Solo que... Me aburro un poco pero eso tendrá solución, antes o después. Cualquier cosa, en cualquier cosa existe el incentivo necesario para sentirse particular, o para sentir particular el momento en el que lo pensamos y en el que pensamos que ocurrirá lo que pensamos.

Bien, bien, bien... Todo marcha. Ni bien ni mal, no hay que confundirse, simplemente marchan. Eso es mucho más de lo que tenía hasta hace poco. No obstante esta vez no perderé el tiempo pensando cuánto ha de durar.

Cómo nos reímos ayer.