5/22/2008

En un error de cálculo me he arrancado la uña de uno de mis dedos del pie. Se ha quedado solo la raíz, y ahora el pobrecito llora. Aún lo está haciendo, aunque de manera discreta. Cuando roza con el calcetín, o con la puntera de la zapatilla, me envía punzadas de rencor. Duele, pero poco. Como no me apetecía que la herida pudiese infectarse, y como ya lo tenía previsto por cosas del calor y distintos eventos de esta noche, me he metido a la ducha.

El chorro poderoso de agua caliente y fría, más caliente que fría y por eso no era tibia, ha ido a dar de lleno en la herida recién hecha. Un cálculo perfecto, no por mi parte, sin duda. Un destellito rápido con fin de reproche y la sangre disolviéndose en el agua. Tan poca había que ni siquiera se ha notado cambio de color, y por eso me ha costado creer que antes tuviese el dedo en una gota de amapola.

A mitad de la ducha, por algún cálculo erróneo o algo así, se me ha caído la manguera, o como se llame lo que conecta con la alcachofa, al fondo de la bañera. No tiene nada de especial algo así, pero luego, al fijarme, he visto que la forma era la de un corazón. No un corazón propiamente dicho, sino más bien como los de esas galletitas de hojaldre con azúcar por encima. Princesitas, creo que se llaman, y son deliciosas. En un razonamiento imperceptible con un cero de error, la memoria me ha ido a un nombre al ver la forma de ese ¿cable? y también al paladar.

Tras reflexionar sobre el error de cálculo para con la uña y la casualidad de las geometrías aleatorias, me he dado cuenta de que yo también soy un error de cálculo. Tengo plena consciencia de ello, y mi madre me lo cuenta como una anécdota. A mí, sin duda, me parece gracioso. Ni ella ni mi padre calcularon lo que pasaría en caso de errar en sus predicciones. Yo fui lo que pasó. Seguramente mi madre piense que es, junto con mi hermana, el mejor error que ha podido cometer. Aunque trajese ecuaciones implícitas y, por cierto, para toda la vida. Su vida, que se agota por ello.

Así que, partiendo de ese punto, puedo asegurar que no elegí mi manera de interpretar las cosas, y que si no estoy loco es porque, gracias a dios, no soy demasiado cuerdo. Mi brutal afición por las palabras, mi afán de y por escribir y la forma o modo en que lo hago... Todo, todo puede ser un error de cálculo. A lo mejor terrible, y no descarto que con ciertos visos de fatalidad.

Pero, sea como sea, y que sea como quiera ser, es mi fantástico error. Mi sangre, la magia que veo en casi cualquier geometría y en todo momento, la memoria siempre nueva en la sensación de crear un texto, sin importar tipo ni forma... Estoy seguro de que nunca me alegraré tanto de ser descuidado como soy, ni de errar como fuera que lo hice para estar ahora donde estoy.

En el centro de toda mi amable equivocación.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De equivocaciones y errores está hecho el mundo. Algunas son tremendamente simpáticas, otras no tanto.

Tienes suerte de llevar el contador a 0. No puedo negar que el impacto fue bastante grande. Por el camino de vuelta a casa, mi retina me jugaba malas pasadas y en cada loseta imaginaba ese líquido oscuro y cálido que tan poco me gusta, cada vez que miraba a una mujer que se me cruzaba por la calle recordaba la palidez de la cadáver con la nariz aguileña.

En fin :) Cosas que pasan. Mi próxima entrada será un poco más amable, creo yo. Hay mucho que contar!

Un beso, y cuidado con esa uña. No la castigues demasiado. ^^

Anónimo dijo...

Cierto. Vivir, y morir. Pero hay maneras y maneras, ¿no?

Si tuviera que elegir, me gustaría tener una muerte dulce, a ser posible indolora. Con un breve momento para poner mis pensamientos en orden, y marchar. Pero hay otras formas que no son tan agradables, y esta no me lo pareció en absoluto.

Aunque claro, me es imposible ser objetiva XD