12/31/2005

Debo reconocer que después de todo habrá que darte las gracias. Nadie sabe si existes en realidad, cada uno da una versión, cada uno te da una credibilidad propia, un altar personal, un santuario arcano e inalienable.

Digo que habré de darte las gracias porque por curioso que parezca, y cuando todo parecía superficial y estúpido, he tenido la oportunidad de ver algo que puede parecer superficial y estúpido pero que a mis ojos ha sido impresionante.

Desde los pozos de la inmundicia digital, en los arrabales de internet, en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, se juntó la gente de peor calaña del mundo. Atraídos por su curiosidad, su lo que fuera, su motivación particular, acabamos juntos en algo.

Eso, evidentemente, sí es estúpido y superficial. Lo mágico, porque no tiene otro nombre, es ver cómo el que parece más desagradable intenta hacer que alguien "cercano" a nosotros, y presa de los daños colaterales de la puta huésped esa que llamamos tristeza, sufra lo menos posible haciendo todo lo que está en su mano para aliviarla.

Cierto, es chica. Y como fuere, desde el punto en que con la tontería todos qusimos echarle un polvo, hoy nos mueve mucho más demostrarle una "amistad", eso sí sin apartar la posibilidad del polvo para qué íbamos a negarlo.

No creo que sea algo altruista, ha sido algo natural. Desde el más absurdo de los rifirrafes (o como se escriba) hasta la más profunda y sincera de las declaraciones se ve el objetivo. Ver que ella mejora, aunque sepamos que no es la principal afectada.

Luego está él, mi "Tyler Durden" particular... El tronco duro que me mantuvo firme a base de palos y, que sin sentido y a saber por qué hoy le dedico una gratitud absurda, rudeza. Pudiera ser un juego, pero ha habido ocasiones en las que ha demostrado ser una persona de buen corazón... Dicen que suelo confiar ciegamente en las personas, lo que no saben es que pocas veces me equivoco al hacerlo... Es solo suerte, pero da lo mismo.

Luego está el otro él, al que no diré nada.. Porque no hará más que depotricar de este ladrillazo adornándolo con un sonoro "cabronazo". Sé que sabe qué pienso de él, y a pesar de todo creo que es una buena persona. También puede que no pueda permitirse que se sepa, así que lo dejaremos en un "creo" neblinoso y dificilmente afirmable, dejémoslo en un algo existente pero intangible.

También está ella, por quienes todos han dejado de lado lo que fuera, dentro de un grado mayor o menor, por atenderla. Y no, no tiene nada que ver con asegurarse un polvo en las playas de la costa daurada después de haber comido pescado crudo en un restaurante japonés de los más caros. No tiene nada que ver con eso, a mi entender por supuesto.

Y, evidentemente, está Ella. Mi rayo de luz en mi medio sombrío. Está para darme un reposo que no encuentro en otra persona, otorgando un descanso distinto a todo. Dándome un éxtasis emocional que protejo y cuido solo para mí y para dárselo en un valor recíproco.

Sé que está enamorada y que no es de mí, pero sabemos que lo nuestro tiene muy poco que ver con ese tipo de amor. Somos dos mitades tan distintas que acabamos formando un algo igual. Da lo mismo, Ella me entiende.

Así que por eso creo que debo darte las gracias, Dios o cualquiera que sea tu nombre. Porque a pesar de que la adversidad esté presente y a pesar de que debamos guardar silencio en honor de la magia para que ésta no se esfume, debo darte las gracias por no olvidarte de incluirla en este mundo que, cuanto menos, tan curioso es.

PD: Pido perdón por si me he tomado ciertas libertades a la hora de explicar esto, pero si no lo hago reviento.

La duda no nace en la desconfianza hacia el prójimo, sino en la desconfianza hacia uno mismo.

12/29/2005

- De verdad, no entiendo por qué te molesta tanto. Solo es un juego.

- Porque nadie juega limpio, es una mierda.

- Si no fuera así, no tendría emoción.

- No quiero emoción, quiero estar tranquilo.

- La única forma de estar tranquilo es acabar de jugar a su debido tiempo. Pero quién sabe, igual si interrumpes la partida tengas suerte.

- Está bien, qué me propones.

- Ahí tienes la ventana.

- ¿No me deseas suerte?

- No tengo deseos para un cobarde. Salta.

- Espera, quiero saber qué pasará ahora.

- No lo sé, nadie vuelve del sitio al que te diriges. Sea tranquilo o no, ya agotaron su última jugada y no hay marcha atrás.

- Pero es que... No puedo más...

- Entonces ya sabes qué has de hacer. Salta de una vez, !vamos¡

- Hasta la vista.

- Dime dónde tienes todo. Yo sigo jugando.

- Ahí, debajo de la cama. ¿No te preocupa lo que vaya a pasar ahora?

- Ya me has demostrado lo que vales. Lo que pudiera procuparme ya no es más que una lejana ilusión.

- Voy a saltar.

- Adiós.

Llega un momento en el que has visto tantas cosas que sabes que aún no has visto nada.

12/28/2005

Querido (y odiado) yo interior:

¿Cómo te va por ahí dentro? A mí, por aquí afuera, se me están hinchando las pelotas de una forma descomunal. No sé si lo estarás notando tú, pero se me está aglutinando un estrés sobrehumano justo en la vena del cuello, sí, en la carótida.. Por la aorta, que es una arteria jodido ignorante, está circulando un torrente de mala hostia ejemplar.

Parece, compañero de mil batallas, que nos volvemos a enfrentar a un complot del "Destino". Ese jodido desgraciado tocapelotas que no tiene otro entretenimiento que ganarse la credibilidad de los que lo ignoran a base de putearlos.

La broma de hoy, como ya habrás podido comprobar desde el interior, consiste en una serie de pequeñas minucias, para que veas si son pequeñas, que se van acumulando. Pum-pum, pum-pum, pum-pum... Algo se acelera ahí dentro.. Empecemos por el principio...

28 de Diciembre, vale, con esto casi ya podríamos dar por zanjado el asunto, pero no me sale de los cojones. Hoy quiero protestar coño, y si no quieres escucharme pues te largas de donde cojones estés escondido o me apoyas.. ¿Estamos?

No creo que te pasara nada por escucharme un par de veces al año. Eres un jodido egoísta, si por dentro estás jodido haces que yo (exterior) llore; si algo te preocupa haces que yo (exterior) tenga un algo en el estómago... En fin, que seguro que estás haciéndote una paja mental y pasas de todo esto.. Lacra de mierda.. Hijo de puta, así no encuentra nadie su yo interior..

Continuemos... La gente se entera de lo que quiere... Procedamos a la explicación, coño.. Se enteran de lo quieren, es decir, se enteran de la misa la mitad, y digo la mitad porque no quiero cambiar el refrán dado que si tuviera que ser sincero debería decir que no se enteran de la misa un cuarto. De ese cuarto de misa del que se enteran, aún no han entendido ni la mitad, y cuando por fin aparece el ingenio, que perdieron en el mismo sitio en el que Cristo se olvidó las sandalias, te dejan bien claro que lo han entendido todo...

Y UNA MIERDA! No, a ver, seamos discretos.. Y un soberano mojón.. Vamos a ver, cojones.. Tú no has entendido nada... No me mientas, hostias, tú has interpretado todo lo que te he dicho como te ha salido del coño y, es más, resulta que tu interpretación de lo que te he dicho es una amenaza, o una venganza o una venganza amenazante o una amenaza vengativa... A saber qué cojones...

Ahora, continuando las protestas del día de hoy, quedaba algo relativamente sencillo.. Conectarme al messenger un rato antes de ir al puto gimnasio de los huevos.. Pues bien, "imposible iniciar sesión ya que su lista de contactos no está disponible"....

Cómo?! O sea, vamos a ver.. no no no no, un momentín... Que mi lista de contactos no está disponible?! Y qué cojones está haciendo!!? Qué coño está haciendo mi lista de contactos? Dormir? Una limpieza facial??... La están peinando?

Pues bueno, ni mucho menos... Porque lo he llegado a intentar 7 veces... Pues ni flores chaval, te jodes y no te conectas... Y tengo que quedarme, nada más y nada menos, que quince eternos segundos viendo cómo los puñeteros muñequitos blanco y turquesa se ponen a bailar no sé qué jodida especie de vals mientras una mariposita baila en torno a ellos...

Pues nada, que os den por culo... De verdad eh... Lista de contactos, cuando se vea presentable hágamelo saber... No te jode....

PD: Yo interior, eres vergonzoso... Vaya mierda de compañero..





Querido yo (exterior):

Como bien has dicho estaba practicándome una paja mental. Porque ya me dirás quién si no mantiene un poco a la alza tu decadente amor propio. No haces más que llorar, cojones.. Déjame en paz, deja que descanse.

Mira, llevo unos meses de aquí para allá por tu jodida culpa, por tu puta inexperiencia y por tu inestabilidad emocional. No crees que tengo derecho a emborracharme de no hacer nada? Me tienes hasta los huevos hombre, aclárate.

Por cierto, las pelotas no las tienes hinchadas de estrés y mala hostia sino de una frustración inabordable. ¿Por qué coño no follas con quien quieres, melón? Siempre ahí, pensando "que haré daño a no sé quién", "que no sé cuál sufrirá si lo hago"... ¿Y quién piensa en mí, jodido pusilánime de mierda?

A ver si espabilas joder, que solo vamos a ser compañeros durante una vida.. Que pareces tonto, coño!! Será posible...

PD: Yo exterior, el Destino sí se ha confabulado contra ti, y me lo estoy pasando de puta madre.. El tío sabe cómo buscarte las cosquillas... Anda que... Si pudiera le iba a dar unas directrices a ver si te hacía espabilar.. Por el amor de Dios..

PPD: Tú sí, ódiame hombre.. Ahí, aprovechando el tiempo... Estás hecho un campeón.

12/23/2005

Estaba pensando hace a penas un momento en cuál es la masa que ha de tener un libro para que sea considerado una lectura de peso. Y digo masa porque masa y peso no es lo mismo, porque ya nada es lo que parece y, obviamente, poco parece lo que es.

Pensaba también acerca de cuántos pentagramas hay que aprender para tener cultura musical, cuántas canciones escuchar y cuántas letras aprender. Pensaba también acerca de qué media es necesario obtener en el instituto, y la universidad, para ser considerado inteligente.

Hay que fijarse en cómo se confunden algunas cosas. Y qué cosas son algunas que se confunden. Porque pienso que a veces siento que puedo volver a quererte, o que me he enamorado de otra persona, pero pase lo que pase en cuanto sale de mí el milagro de media vida todo acaba.

Es decir, que después de rendir culto a mi "amor propio" pensando en ti porque siento que puedo volver a quererte o pensando en a saber quién porque puede que me haya enamorado de otra persona todo acaba en lo mismo después de mancharme la mano e incluso la pared en días de inspiración y sobrecalentamiento.

No sé por qué, es extraño pero después de cada orgasmo necesito música. Algo queda vacío, a parte de mis huevos, y necesito música. Una melodía, una voz, lo que sea. Y después de eso he vuelto a pensar en la acción que todo el mundo hace cuando caga, que no es otra que admirar lo que ha dejado caer de su interior, en el mejor de los casos, o lo que ha tenido que esforzarse por expulsar eso de su cuerpo so pena de enfermedad.

Y a esto que pensé.. Qué frustración cuando miramos, por no sé qué constumbre, manía, instinto o a saber qué, y vemos que no vemos nada porque, debido a algún fenómeno extraño, nuestra deposición ha desaparecido sin saber a dónde ni por qué.

También he pensado que cuántas cervezas hay que beber para saber que vas ciego porque cuanto más bebes menos sabes. Luego algo ha venido a mi mente... Cuántas sonrisas has de echar de menos para saber que eres pobre, y cuántas se necesitan para saber que eres rico.

Cuántas veces ha de latir tu corazón para saber que estás enamorado y no confundirlo con una taquicardia. Y después, ¿ o ha sido antes ?, he notado una furia en mi interior, seguramente lo que nos queda de nuestros antepasados peludos, que me impulsaba a arremeter contra todo vuestro mundo, para destrozarlo sin piedad y con disfrute sin pensar en la posterior culpabilidad o remordimiento, mientras escucho Cannon in D mayor de Mozart.

Luego los celos, o lo que sea que sea, que me han entrado cuando me dices que te han regalado una minifalda, que más que minifalda es cinturón, y me dices que "no sabes si te la vas a poner" siendo que sabemos que fijo te la pones y que cuanto más largos se me queden los dientes y más sangre se me baje más allá del ombligo mejor. No sé qué jodida posesividad tengo contigo... A saber.

Me he dado cuenta después de que he bajado al perro sin calzoncillos, pero con dos pantalones.. En manga corta y una birra helada. Crujía el suelo bajo mis pasos, hubiera pensado el tonto, pero lo que crujía era el hielo porque estamos a no sé cuántos bajo cero y yo qué sé..

Me siento bien o es que me ha sentado bien... No tengo la respuesta pero da igual. Me cago en la puta, y en el listo de la clase que por tener media de sobresaliente se permite el lujo de descalificar. Usaría la ironía si tuviera la certeza de que no hay limitaciones, tanto por mi parte como por la de muchos de mis queridos lectores, para usarla y comprenderla.

Aprovecho para dedicar un grato, y me jode que lo hagáis, saludo a aquellas balas humanas del messenger que se despiden en dos líneas y en la última frase se lee "bueno veo que no contestas adiós" con la que tratan de implicarte un grado de culpa por lo que sea... Y lo que sea para ellos/as siempre será algo como que "pasabas olímpicamente de ellos/as".

Pues mira, muchas veces sí. Pero como sé que si digo eso cambiarás el "muchas veces" por "siempre" mejor me callo. Joder, vaya mareo llevo.

12/21/2005

Hace demasiado frío y no tengo tiempo para que me quieras. Lo mejor será que bebamos esto y lo usemos como catalizador de los sentimientos. Nos emborrachamos un poco, o te emborrachas tú, o prescindimos del alcohol y nos contamos mentiras que suenen a verdad.

Tengo las manos moradas, el agua está congelada pero me hierve la sangre, igual que a ti. Igual que a todos. Es indifierente que seas un pesimista con tendencia a la autolesión, un pesimista con tendencia al suicidio o un pesimista ajeno al propio pesimismo.

Puede que seas una aférrima optimista y defensora del positivismo. Pero es que no hay tiempo. Apenas podemos mantener el equilibrio de pie, así que por qué no nos vamos a tu cama, o a la mía, o al suelo, al césped la playa...

Si total da lo mismo, ahí fuera hay un mundo al margen de nosotros, hemos transcendido de nuestra propia consciencia y ahora mismo somos creadores y habitantes de nuestro propio Universo. A nadie le importa qué haga yo, ni qué haces tú y mucho menos lo que hagamos juntos.

Soñaría contigo y me arrepentiría por haberlo hecho, solo mientras duermo, y al despertar me jodería darme cuenta de que no ha sido real. No sé qué tienes, pero desde que que te vi, hace ya un año, tengo unas ganas de follarte que ni te lo imaginas.

A ti, que eres mi compañera de las clases de lenguaje y literatura, y a ti también a pesar de los kilómetros. Qué más da, todo el mundo da rienda suelta a la inmoralidad y se excusan diciendo que es sinceridad. Una mierda, eso no se lo creen ni ellos mismos pero el resto parece que sí.

Así que diré que soy sincero y la gente creerá que estoy tomándome un día libre, moralmente hablando, y quedaré justificado. No les importa qué haga ni me importa qué hacen. No veo el problema. Si fuera pecado pensar así seguramente Dios lo habría prohibido. Nada de libre albedrío y tonterías de ese estilo que adoptan los sacerdotes catequistas y sacerdotes sin más cuando se ven superados por las cuestiones de su propia fe.

Quiero follaros a las dos, después ya habrá tiempo para que os enamoréis de mí o yo me enamore de vosotras, pero la vida es cuestión de prioridades y de momento esto es lo que hay.

12/15/2005

Soñaba con un orgasmo en pareja pero estaba condenado al sexo en solitario. Apostó por la brevedad, por lo austero sin adornos, y cayó en la precariedad del acabar antes de empezar. Lo encontraron dentro del armario, con una soga en torno al cuello y una moradura enrojecida.

El hijo de puta aún tuvo la puta desfachatez de dejar una nota de despedida. Cobarde de mierda.

12/14/2005

Ya marchó la intocable amante de los locos poetas y los bohemios tardíos. También escapó la noche que se extendió rápida y densa como la tinta sobre un folio en blanco, cubriéndolo todo y manchando tanto que no ensució nada.

Ya no queda el roce de tu piel contra la mía pero aún guardo tu olor en mi cuerpo. Se marcharon los sueños ya, pero comenzó a anunciarse el alba para vivirlos, para alternarlos y no acabar dependiendo de éstos. El horizonte empezó a sacar al sol por el Este. Parecía un parto eterno, se podía oír crujir y retorcerse a la escarcha. Hasta la propia Tierra se ha conmovido.

El sol emergió reluciente, rojo. Parecía haber salido de la Fragua de Vulcano. Se fue el silencio, marchó con los secretos de los muertos, y empezó a bombear la ciudad ese torrente tan variado por sus venas y arterias mal asfaltadas.

Los edificios más altos tratan de liberarse arañando el cielo con sus tejados. Mientras, los pájaros observan el mundo, se dejan caer en picado y, de repente como si parasen el tiempo, extienden las alas, remontan el vuelvo y se posan allá donde deseen.

Las nubes aparecen hechas jirones, como un vestido de novia rasgado por el desamor, adornando el cielo azul en esta mañana de invierno. Los árboles desnudos tiritan, pero se mantienen en pie, añorando la primavera y aguantando por ella, recordando sus ramas vestidas de esmeralda y gris. Envidiando al árbol de hoja caduca pero sin pararse a pensar que éste parece inexpresivo por ser inmutable.

Se escucha música, se oye el ruido. El mundo vive a pesar de estar agonizando. La Tierra baila, nos queda la música. El viento corea los cantos de sirena que vienen del lejano mar y los trae deformados en forma de macabro silbido.

Brilla el sol en los edificios y llora la sombra que genera. Se mezclan destellos que se pierden en los reflejos de cada mirada. Hasta de la mirada de esa chica triste prisionera de su ventana, abstraída en no sé qué, ganando metros en mis entrañas.

El cierzo continúa rebelde y sin embargo yo hoy me noto en calma porque a pesar de que se marchan tantas cosas aún nos queda mi cama, donde las volveremos a ver venir de nuevo, donde las volveremos a ver marchar.

Cada movimiento ahí fuera parece el último, hoy es un día precioso. Todo brilla, nada resiste la luz nacarada del sol, parece imitar a la luna. Quizás la eche de menos. Como fuego y agua, como tu ropa y mis ganas de desnudarte.

12/12/2005

Juraría que hoy los sueños no se me han escapado por la uretra con la meada de la mañana. No es por ser burdo o soez, simplemente lo juraría. Había algo, quizás fuera fe o tal vez una esperanza desesperada, que me ha convencido para apostar por el optimismo. Igual era que hoy ya tocaba.

Al salir a la calle me he dado de morros contra un muro de frío que más que golpearme me ha empotrado contra el mundo. Lejos quedaban ya las mantas de mi cama. Con los ojos bien abiertos he ido caminando, paso a paso, observando cómo el vaho se elevaba blanco más allá de mi cabeza.

Me he preguntado qué coño estaría haciendo el Sol, llegaba tarde a su jornada laboral o tal vez fuera que aún no había amanecido. Caminaba, pensativo. ¿ Por qué no duele hoy ? Puede que a causa del frío la densidad de mi sangre haya aumentado tanto que al corazón solo le ocupe una única tarea. Bombear. Sentir era algo secundario, al menos esta mañana.

He recordado las palabras de una profesora que, orgullosa y convencida de su testimonio, nos dijo que el único lugar donde no se siente el frío es en los ojos. No es cierto, de hecho creo que se ha llegado a transformar mi tristeza en escarcha.

Pero no dolía, o quizás sí y es la costumbre la que me ha insensibilizado. Porque si escribo para calmar el dolor y usarlo como un motivo hoy no tendría que estar haciendo esto. Se me fatigaba el corazón tan solo de caminar. Igual protestaba por tener que hacerlo un día más.

Sin embargo hoy no estábamos coordinados. Mi cerebro estaba más allá, mi corazón más acá y yo no sé ni dónde estaba. Creo que hasta he llegado a reírme del oscuro patetismo, o resplandeciente fanatismo, con el que afrontan las distintas tribus urbanas la lucha por su territorio.

He reído pues me sentía como un faraón en la Antártida. Al margen de todo, incluso perdido. Olvidado de mí mismo y, seguramente, de la mano de Dios. El sol no era amarillo, ahora por la tarde sí, era de un color blanco. Apenas se distinguía del propio cielo. Parece que el invierno le quite el color a todo, igual que a tu piel bronceada de recuerdos estivales, otorgando una detallada gama de grises.

Por eso los colores lucen más en invierno. Curiosa paradoja. Hoy no ha sido, de momento y esperemos que así siga, un mal día. Tengo, más que de costumbre, un hueco albergando una sorpresa, una sonrisa entre los dientes, un beso guardado en mi saliva porque quizás hoy haya una sorpresa. Porque quizás hoy la sorpresa sea que sonría o que ese beso salga de mi boca.

Esta mañana el frío ha hecho escarcha mi tristeza y la ha dejado acumularse entre mis pestañanas adornándolas de perla, ha densificado mi sangre y ha azulado mi piel. Pero, asimismo, ha mantenido intactas mis ilusiones. Puede que sea verdad que el frío conserve.

12/09/2005

"¿No sales hoy?" Yo tampoco, si te parece podemos quedar para cenar, dar una vuelta corta arropados por el frío de la noche de ahí fuera. Si te parece bien podemos ir a un restaurante griego, o quizás a un hindú.

Pero hay un problema, no llevo dinero encima y tendría que ir a la caja. Aunque eso es lo de menos. No salimos ninguno hoy, sea por lo que sea los dos queremos caer en la cama del otro. Tú querrás follarme porque eres una chica pasional, salvaje e independiente. Yo querré hacerte el amor, porque soy tonto, fantasioso y un niño aún.

Capaz de enamorarme del cielo por regalarme las estrellas en una noche de verano, capaz de ponerme celoso cuando la puta humedad del río eleva nubes que nublan la Luna. Una vez hayamos acabado los dos agotados y sudorosos podré susurrarte historias de amor que, perdidas en mi memoria, juegan a ser leyendas que dan alas al ángel caído y que hacen soñar a las princesitas inocentes que duermen de diez a diez y a las princesas que presas de su inocencia dejan como testigos mudos a las lágrimas de un llanto azul, agrio y transparente a través del cual se adivina el miedo que tienen a volar.

Yo, si te parece y durante esta noche, mantendré mi pecho al alcance de tu rostro para que mañana por la mañana, cuando el amanecer te despierte y me vea besando tu espalda dormida, tu almohada esté seca y celosa de tus lágrimas por una noche.

Te prometo, si lo prefieres, despertar al Sol, haciendo que despunte el alba más temprano sin darle tiempo, al Sol, para despedirse de Selene y decirle que no se preocupe que en doce horas estará de vuelta. Puedo prometerte, e intentar cumplirlo, que olvidaré al olvido esta noche y no le daré cancha a la memoria.

Por ti, esta noche, renunciaré al tiempo y a la mierda que me suministra en dosis cada vez más grandes. A consecuencia de no estar acostumbrado a la felicidad tengo picadas las venas de mi espíritu. Me alimento de las horas que engañan a mi reloj en las cuales me miento pensando que eso que me pesa en el estómago es ilusión y no amargura, o ansiedad, escurriéndose como lodo por la pared de mi cuarto.

Esta noche, si te parece bien, dejo que me lleves a tu casa. Jadearemos como bestias y, al acabar, contaré los segundos que quedan hasta que ocurra lo inminente. Esta noche quedaré prendado de tu sudor, tú de mi aliento. Esta noche tu almohada quedará celosa de tus lágrimas, pero se enamorará de mi llanto.

Y sin valor para mirarte a los ojos, después, trataré de engañarme diciendo que no quería perturbar tu sueño, ese en el que pareces tranquila y que sonríes, para el cual creo que el mérito es mío. Sin embargo, y como siempre, se colará la luz plateada del amanecer, con adornos de sombra, a través de la persiana y me traerá de vuelta a este mundo.

Que soy un jodido pesimista incapaz de besarte en los labios para no tener que afrontar tus palabras al verme. Pero te prometo que esto no lo sabrás.

"Vaya, has contestado. Estoy un poquito nervioso. Bueno, entonces, ¿qué te parece la idea?"

12/08/2005

Ya es de noche ahí fuera. Está todo muy oscuro, tanto que hasta da miedo. Se distinguen las casas como siluetas siniestras que apenas distiguen su negrura de la de la propia noche. Tiene pinta de hacer un frío de la hostia, pero no voy a comprobarlo. Al menos no de momento.

El exterior está paralizado, como si hubiera intoxicado al tiempo con una neurotoxina casi letal. Hasta los coches que se mueven, más que alterar esa calma casi abiótica, no son más que la reiteración de esa quietud a la que todos llegaremos en algún momento de nuestra vida.

Es irónico, en algún momento de nuestra vida llegaremos a nuestra muerte. Sin embargo, lo que transcurre al otro lado de mi ventana no entiende de grandes frases, ni de metáforas. Ni siquiera comprende la literatura, ni la poesía ni la matemática. A pesar de estar compuesto por ello.

Siento la tentación de quedarme embobado mirando a través del cristal, seguramente mirando a ningún lugar en concreto pero viéndolo todo. Todo lo que mi retina, como su propio nombre indica, sea capaz de retener. Ir posando mi mirada de farola en farola, y de paso moldear algún versito fugaz que por pereza pasará a formar parte del olvido porque no me saldrá de los huevos apuntarlo en un papel.

Bueno, supongo que ya es suficiente. Ahora el horizonte queda definido por una línea de luces titilantes que se extienden hasta fundirse con la propia noche o, quizás, con el amanecer del otro lado del mundo.

Frustración

Quiero beberme una deliciosa cerveza, pero no puedo. No puedo por culpa de los putos antibióticos de los cojones. Es una mierda imaginarse el sabor amargo, pero tan agradable, de la birra y no poder tomarla porque lo mismo te revienta el corazón por culpa de las putas pastillas para la tos.

Eso sí jode, ver algo que puedes coger y disfrutar pero no poder porque lo mismo la palmas por listo. Cuando hay algo que no puedes aprehender y por consiguiente no puedes disfrutar te jode, pero no es lo mismo porque al no saber exactamente qué es, el sentimiento de frustración no es del todo algo cierto. No es más que una conjetura o una imaginación...

Sin embargo verla ahí, en la nevera, y saber qué es lo que me pierdo... Me jode. Puto tratamiento de mierda... Bueno, para la semana que viene fijo que habrá acabado.

Sería, quizás ahora, un buen momento para pedir disculpas y proponer nuevas intenciones. Pediré disculpas por haber tratado todo este tiempo de hablar de cosas que no conozco con tal de sentir que soy capaz de alcanzar una profundidad considerable a la hora de escribir.

Sin embargo, y no hace mucho, vi, y de casualidad, que al hablar y escribir de cosas que no conozco, y que por consiguiente no comprendo, lo único que conseguía era un algo superficial que sonaba bien pero que luego no era más que hueco. Sí, soy torpe.

También creo que es buen momento para pedir disculpas por creerme especial al ser capaz de hacerte sonreír, pero se me concedan o no esas disculpas yo seguiré intentando hacerlo pues me encanta ver que sonríes. A pesar de todo, sí.

Hace unos días tuve tiempo de observar ciertas cosas. Sin ir más lejos hoy mismo. Acabaron ayer de pintar mi habitación y me ha tocado recoger. Estaba solo en casa así que he conectado bien el ordenador para poder poner música. Había un eco impresionante. No sé por qué he puesto una compilación de distintas canciones de distintos grupos y al llegar a una en particular el sonido del recuerdo era mucho más que ensordecedor.

Porque existe un momento en mis pensamientos en los que cambia todo drásticamente. En pensar si sí o si no. Si te quiero todavía, si es que no. Y mientras tanto, James Blunt me sugiere algo que deseo desde hace mucho. Llora, me dice. Cry, cry.. Pero no puedo.

También creo que puesto en esto debo ser sincero. Porque, después de todo, somos nada y en realidad nada nos queda. Y debo ser sincero al decir que llevo mucho tiempo, creo que desde que empecé a escribir, intentando que vuestras lágrimas sean la confirmación a mis palabras. Sé que decirlo así suena realmente extraño (y pretencioso), pero he centrado mis sensaciones, y a veces mis sentimientos, en palabras que he orientado de una forma con la que creía que sería capaz de crear ciertas reacciones en quien lo leyera. Mi motivación estaba equivocada.

Así que he pensado en escribir de mí, sobre mí y mi vida. Sobre mi entorno, sobre lo que puedo conocer de una manera más fácil. Quizás la espiritualidad se halle al no tratar de buscarla, porque es en lo más sencillo donde está el gusto; porque es en los detalles donde queda la esencia, esa esencia vital que nos empuja para no pararnos.


11/26/2005

Llamémoslo equis

No me gustaría estar triste, pero no sería yo sin mi melancolía. Me gustaría reír sin pensar en que luego quizás tenga que llorar, pero no sería yo sin mi pesimismo. Me gustaría no ser pesimista, pero no puedo evitar que el optimismo me parezca falso. Me gustaría que el optimismo no me pareciese falso, pero no sería yo si me decantase por el camino fácil. Me gustaría poder decantarme por el camino fácil, pero no sería yo si fuera tan cobarde. A veces me gustaría ser cobarde, pero no sería yo si así fuera porque desprecio la hipocresía. Me gustaría que a veces la hipocresía no me pareciese despreciable, pero entonces me consumiría la culpabilidad. Me gustaría que la culpabilidad no me consumiese, pero en ese caso sería dominado por la rabia. Me gustaría dejarme dominar por la rabia, pero eso me haría hacer daño a otras personas. A veces me gustaría hacer daño a otras personas, pero eso haría que me pusiera triste.

Entonces qué cojones hago, si estoy triste. Qué cojones hago cuando esté alegre. Qué haré cuando ría... Podría optar por creer en el destino pero esa sería morderme a mí mismo. Estoy pensando que, después de todo, mis contradicciones hacen que yo sea yo, así que, para qué cambiar.

"Que le den por culo al mundo. El final es el mismo para cada uno, pero la vida es única para cada cual."

Atentamente y con una extraña motivación esperamos encontrar algo que nos sorprenda. Que nos sorprenda una persona desconocida o que nos alegre una conocida. Mirando, por ejemplo, en el buzón. Pensando en tener entre las manos ese sobre ansiado, preguntando, sin querer desvelar aún la respuesta, qué es lo que habrá dentro.

Es gracioso ver cómo, a pesar de todo, pensamos en que nadie habrá enviado nada a ninguno de nuestros buzones pero al mismo tiempo deseamos que sí lo haya. Entonces, sin mayor problema, pero con una nefasta convicción, introducimos un nombre de usuario y una contraeña alargando más y más, de una forma casi ceremoniosa, el momento de pulsar la tecla que nos dará paso.

Del mismo modo, al salir del ascensor, preparamos la llave que ha de revelarnos una verdad que sabemos de antemano pero que, al mismo tiempo nos negamos a asumir, entonces miramos al buzón, de reojo, como si no quisiéramos, intentando pillarnos desprevenidos a propósito o fingiendo una sorpresa a nuestra propia consciencia.

Y cuando ya hemos pulsado la tecla y hemos girado la llave pasan dos cosas, un hipócrita "sabía que no habría nada", una decepción por haber tenido razón, rabia por ser tan pesimistas y mala hostia en el caso, peor, en el cual ya no es que no haya nada sino que solo hay propaganda.

No es nada, era solo lo curioso que me resulto cuando actúo de esta manera. La falsa valentía del humano que desea estar muerto mientras vive y desea vivir cuando se topa de morros con la muerte.

No es nada, solo curiosidad. ¿A quién no le ha pasado nunca algo similar?

11/25/2005

Cualquier especie puede dormir pero solo el humano es capaz de soñar

11/24/2005

El viento aúlla en el exterior. En la habitación una luz blanca ilumina el centro de la sala y se degrada en un tenue tono amarillento dejando en sombra las esquinas más alejadas de la lámpara. Fuera hace frío, la televisión está encendida en un canal de unos informativos que advierten del temporal. El Señor está en su sofá. Los sofás son grandes y amplios, un alarde de opulencia y un derrroche de dinero ya que sólo se sienta él. De repente entra el criado. Y observa un poco maltrecho a su Señor. El criado, más que criado es encargado, tiene un aspecto saludable. De unos cuarenta y tantos, nada estirado, de rostro bonachón y cabeza totalmente calva. Un poco rechonchete pero fornido. Espaldas anchas y cadera sorprendentemente estrecha en comparación a sus hombros. Su voz quiebra la monotonía del presentador del informativo.


-
¿ Necesita algo Señor? Cualquier cosa, dígamela.

A este efecto el Señor intenta incorporarse en el sofá pero solo logra un patético movimiento. Se le derrama el güisqui por encima y se ensucia su bata roja. Intenta balbucear algo incomprensible. El criado se aproxima.

- Señor, creo que usted no está en condiciones de mantener su presencia. Deje que apague el televisor y lo lleve a sus dependencias.

El Señor habla. Primero mueve la boca como si tuviera un chicle enorme pegado en el paladar y tratara de deshacerse de él.

- Haz lo que te plazca. O mejor, lo que te salga de los huevos. A mí me da igual. Eres un desgraciado, como yo.

Empieza el diálogo. El criado no se escandaliza. Ese vocabulario es normal en su Señor cuando bebe un poco más de lo que debe o debería.

- En ese caso deje el vaso en la mesilla. Yo lo recogeré después. Ahora deje que yo lo lleve a su cama. No se preocupe, subiré despacio las escaleras.

- No quiero que me trates como a un inválido. Y menos tú, que no eres más que un miserable. Maldito rufián, ladrón, asqueroso.

- No se resista Señor.

- ¡ No me toques ! Esas manos... Esas manos seguro que están manchadas de sangre y grasa. Sangre humana y grasa animal. No me toques, yo mismo haré lo debido.

El Señor trata de levantarse. Obviamente se tambalea, y está a punto de caer. El criado reacciona a tiempo evitando una catástrofe.

- ¡ Zafio esclavo ! ¿ Acaso creíste que me iba a caer ? Solo estaba poniendo a prueba tu lealtad. Eres un falso. Tu silencio vale el jornal que te pago. ¿ Por qué no me has abandonado aún ?

- Porque necesito un trabajo. Además, mi presencia aquí es necesaria.

- No me hagas reír, bufón.

- No pretendo eso. Sus palabras son la evidencia de lo que pienso.

- ¿ Cómo dices ?

- Como oye, Señor.

- Me llamas borrachín en mi cara. Te pago, y así me tratas. Mandaré que te maten esta misma madrugada. ¡ Hereje !

- ¿ Puedo subirlo ya a su cuarto, Señor ?

- He dicho que hicieras lo que te saliese de la voluntad. Pero no antes de que me digas qué has querido decir con ese tonillo arrogante. ¿ Te crees mejor que yo ?

- No Señor.

- Así me gusta, pues a mí te debes y a mí me pertenece tu vida.

- No tanto como a esas botellas traídas de Escocia - Murmura el criado entre dientes. El Señor escucha algo pero apenas lo comprende. Aún así increpa.

- Pedazo de canalla. ¡ Hijo de puta ! Qué blasfemia has soltado de tus pecaminosos morros.

- No he dicho nada Señor. Creo que ha sido el televisor lo que lo ha distraído.

- Encima me cree tonto...

El criado harto de todas esas tonterías y de permanecer de pie en el centro de la sala, entre el sofá y la televisión (la cual no ha llegado a ser apagada) se dispone a coger a su Señor. Lo apoya en su hombro y poco a poco empiezan a andar a la par que el Señor empieza a soltar juramentos.

- ¡ Suéltame bárbaro endemoniado ! ¡ Me salve Dios de las garras de este inútil vasallo de Lucifer ! ¡ Dios, rescata a tu predilecto ! Maldito bribón, suéltame. Suéltame o sufrirás las iras de Jesucristo. Canalla. ¡Asesino! ....

El criado hace oídos sordos. Al final llegan a la habitación. El trecho de las escaleras los deja agotados. La diferencia es que uno tiene consciencia del cansancio y el otro la ha perdido en el sofá. Al igual que la dignidad, que ahora trata de mantener.

- Suéltame maldito.

- Voy Señor. Lo dejaré en su cama.

- ¡No te acerques al armario! No oses ponerme el pijama. Ni se te ocurra lujurioso desviado.

- Si me permite procederé a retirarme.

El Señor no contesta. El criado se dispone a cruzar la puerta tras haber recorrido la distancia entre ésta y la cama de su Señor. De repente se escucha un sonido extraño. Son sollozos. El criado queda petrificado. La luz al otro de la puerta lo ilumina de frente y su espalda queda tétricamente oscurecida por la sombra de la habitación. El viento aúlla con fuerza. De repente el Señor habla.

- No me dejes. No me abandones infiel traicionero. ¿ Serás capaz de sortearme a mi suerte ?

- ¿ Qué quiere el Señor ?

- Ven aquí.

El señor rompe en lágrimas.

- Soy un desgraciado. Mírate tú, un esclavo, un criado. Pero un criado entero, que mantiene silencio cuando ha de callar. Un zafio holgazán que sabe disimular sus vicios y sus concupiscencias a los ojos de su Señor. Sin embargo pareces feliz. No lo suficiente como para saltar de alegría, pero sí lo suficiente como para no sentirte miserable. Resultas odioso.

- Descanse Señor. Usted es rico.

- No quiero riqueza. Te he visto más de una vez correr por detrás de los cerros con alguna muchacha cogida de tu mano. Y al volver me fijaba en tu rostro, hinchado de alegría, de orgullo, de dicha. Con una sonrisa delatora. Igual que ella. Y en los ojillos un secreto deseoso de ser contado. ¿ Es eso equiparable a mi riqueza ? ¿ Se puede comprar eso con mi fortuna ?

- No del mismo modo. Pero seguro que habría mujer dispuesta a...

- ¡ Infame ! Maldito descarado. No sigas. ¿ Ves a lo que me refiero ? Tu sinceridad me abruma. No sé si lo haces por torturarme, porque eres gilipollas o es que en verdad el Señor derrochó solemnidad contigo. Maldito estúpido. No tienes apariencias que mantener. Te sigo odiando, y ahora más. Dime una cosa...

- ¿ Qué, Señor?

- ¡ No oses interrumpirme ! - El Señor trata de azotar a su criado pero a punto está de caerse de la cama. El criado salva su cuestionable honor de nuevo.

- Perdón.

- Así me gusta. Dime, ¿ qué sientes por esa muchacha ?

- La amo.

- ¿ Cómo ?

- Pues eso, que la amo.

- ¿ Y qué cojones es eso ? ¿ Qué se siente ? ¿ Es bonito ? ¿ Reconforta ? Dime, dime. Vamos, ¡ responde !

Ahora el criado, al pensar en su suerte ataca con toda su dicha para hundir a su Señor sin que éste le retire el sueldo. Si el Señor pide, el Señor recibe.

- Pregunta usted cosas inexplicables a algo demasiado obvio. ¿ Nunca amó usted ?

- No que yo sepa.

- Ya veo...

El Señor se inquieta y aprieta los dientes. Inquisidor.

- Qué quieres decir con eso. No me obligues a hacer algo horrible.

El criado aprovecha.

- No quise decir nada. Solo que lo que siento no puedo explicarlo. No porque no quisiera, sino porque no puedo. Al estar con ella los insultos que usted me procura no son más que muestras de una amargura inconmensurable. Es como detener el tiempo en un segundo en el que te sientes en calma. Como llevar a cabo una venganza que deseas desde hace tiempo solo que infinitamente más noble. Amar es algo bello, un regalo de alguien. Por supuesto que reconforta; ella me acuesta en su regazo y el peso de mis hombros, y el de su impertinencia Señor mío, se desvanecen. Se me hincha el pecho de un aire distinto, nada que ver con el aire enrarecido de su desdicha. Amar es saberse privilegiado.

El Señor comprende cuánto lo odia su criado y aún así no puede evitar admirarlo por su templanza. Siente algo en su pecho. Está seguro de que lo odiaría si no fuera porque...

- ¿ Así que eso es amar? Te envidio...

- Así es como yo veo amar. No es que así sea.

- No te aventures en filosofías, campesino.

- Ha dicho usted que me envidia.

- ¿ Eso he dicho ?

- Eso ha dicho.

- Está bien, si así es hagamos que esto nunca ha ocurrido.

- Está usted borracho mi Señor.

Se le iluminan los ojos al Amo. La excusa "perfecta" de los tontos o simples, la embriaguez.

- Sí, demasiado como para seguir con esta conversación. Mañana pagarás por tus desplantes. Ahora vete.

- Sí señor. Buenas noches.

El criado sale de la habitación. Cierra la puerta y el Señor queda preso de una locura turbia que lo marea. Le ha podido la sinceridad. Ha revelado sin quererlo el secreto que más lo atormentaba. Desde que lo vio ir con esa muchacha a través de la ventana. Desde entonces se preguntó por qué uno sí y él no. Y más cuando el que sí no era más que un rufián. Había que hacer algo al respecto.

Permanece a la espera. Tic, tac. Tic, tac. Quieto hasta que se asegura de que solo el viento provoca algún ruido. Es el momento. Sale de la cama. Se le enredan las sábanas, pero por suerte no cae. La borrachera le nubla un poco la vista. No mide bien las distancias, pero aún así consigue deslizarse hasta la habitación de su criado.

Al abrir la puerta, nunca estaba cerrada pues si el Señor requería algo no se podía perder tiempo en buscar llaves y abrir cerrojos, se siente enfermo por dentro. El criado duerme. Respira profundamente. El Señor piensa que seguro que el muy cabrón está soñando con su muchacha y en lo mucho que se ha divertido esta noche a costa de "su amo". Empieza a hervirle la sangre. Tanto, que trastabilla.

Se altera la respiración del criado. El Señor se da prisa. Coge algo entre las manos. Forma un pequeño alboroto que acaba por despertar al criado. Con voz apagada y los ojos pegados al rostro por el sueño y el agotamiento pregunta el criado.

- ¿ Quién anda ahí?

- Soy yo, tu Señor. Me sentía inquieto.

Ahora el criado sí se escandaliza.

- ¡ Pero qué coño hace usted aquí ! Rápido, vuelva a la cama. ¿ Por qué no me ha llamado para que fuera ?

- Verás, hay algo que debo hacer. Hay palabras que cuando se dicen revelan todo. Incluso una vida de secreto. A pesar de que se jure silencio, el secreto ya queda evidente en la mirada, el rostro y hasta en la propia compañía de quien lo sabe y de quien pretende que no se sepa.

El criado, tonto de por sí y acentuada su adorable imbecilidad por el sueño se pregunta qué quiere decir su Señor.

- Oh, no te preocupes. ¿ Me juras que nunca se sabrá nada de esta noche ?

- Lo juro.

- Dime, ¿ qué te he dicho antes de que me dejaras dormir ?

- Que me envidia Señor.

- Ajá. Pero me has jurado algo, ¿ verdad ?

- Por supuesto. Le he jurado que no diría nunca nada de todo esto.

- Así me gusta. Tu nobleza, por eso te reclamé en mi casa. Descansa pues.

- Buenas noches Señor.

El criado se da la vuelta en la cama. El señor, se abalanza sobre él y hunde el contundente candelabro que había cogido de la mesilla de su criado en la cabeza de éste. El criado intenta comprender qué pasa pero solo le da tiempo a murmurar el nombre de su muchacha.


Al día siguiente el sol revela dos cuerpos. A la luz del alba se ve la cabeza machacada del criado y en la mano de su Señor un candelabro de plata pringado de sangre y sesos. Sobre la cama, lo mismo. Ambos muertos, el criado asesinado por su Señor. El Señor que muere asfixiado del sofocón; las lágrimas y el disgusto le habían impedido respirar.

11/23/2005

A tientas, en la puta y fría oscuridad de la tarde invernal busco una deidad. Te busco a ti. Pues a ti me debo Dios, o cualquiera que sea tu nombre. Te ruego me des fortaleza y respuesta a las siguientes preguntas. Porque no comprendo por qué el ser humano se afana en volver atrás la mirada antes que dentro de sí mismo.

Se afana en intentar retocar el pasado, alterar el presente sumiéndose en el sufrimiento de lo incambiable y en el sufrimiento que pueda encarnar el propio recuerdo. Me resulta incomprensible la facilidad del humano para caer en el sufrimiento, ya no de forma involuntaria, sino de forma inquisitiva.

Preguntándole al tiempo que ya transcurrió, removiendo los secretos más oscuros, el gas asfixiante de la impotencia. No comprendo Señor por qué nos resulta tan fácil mirar atrás y no al ahora. No comprendo por qué yo veo sublime la tristeza y vacía la alegría.

No comprendo por qué, a pesar de todo esto, me resulte curioso estar vivo y me parezca un privilegio ser humano antes que pájaro. No comprendo tantas cosas. Creo, que de todo este tiempo solo sé algo que cualquiera sabe.

No vale la pena concentrarse en no caer sino en saber levantarse.

Y total que llego aquí, durante una hora libre porque no tenía clase, y me encuentro con que me apetece escribir pero sigo sin encontrar un tema, y por supuesto sin encontrar un por qué. En fin, que se me presenta este pseudofolio delante de los ojos, cara a cara y me reta a algo. No sé, me desafía, compara su impoluta blancura y la iguala a una solemne pureza que asegura decir más que cualquiera de mis palabras.

Puede que no le falte razón pues la palabra es la traición del pensamiento. Aún así empezamos en un pique, mi cerebro, mis manos y el corazón sobre la mesa. Latiendo, bombeando sangre y poniéndolo todo perdido de pecado. Un pecado rojizo, como de óxido, que resbala viscoso por la pared de mi pecho, entre esas tuberías extrañas que me mantienen vivo.

Y tenemos sobre la mesa el corazón, las manos, el cerebro y la incertidumbre. La incertidumbre de saber si el folio me reta o solo quiere motivarme. Así que antes de darle oportunidad para que me lo demuestre tomo la iniciativa y vuelco, en un sin saber, un brebaje extraño de pensamientos, abstracciones, sensaciones y demás componentes que conforman mi alquimia mental.

Continúo barajando palabras, una sintaxis incoherente que me hace reír y me dota de una cierta... Cómo decirlo, me dota de una cierta desidia hacia la propia coherencia; sin sentido escribo palabras, una tras otra pensando en la reacción que esto tendrá sobre algún lector casual que se haya perdido en sí mismo y navegue por la red de redes intentando encontrar en un algo extraño ese algo que ha perdido dentro de sí y que lo está conviertiendo en alguien extraño al alguien que ayer era y que creía conocerse tan bien.

Pero por encima de la decepción de descubrir que no somos como creíamos ser, y en muchos casos como querríamos, está la magia de la propia vida. Qué estúpido, hagamos que esa frase no ha sido dicha porque después de todo la palabra escrita ya es palabra, ya vivió desde mi cerebro hasta mis labios, pasando por mi corazón, y murió en el folio a través de mis manos.

El folio ya no es blanco, ya no dice tanto como quería pues lo he mancillado. Sin embargo supongo que no le importa. El folio es la superficie material del alma, donde el escritor escribe sus miserias, donde escribe sus amores etc. Digamos que el folio es la representación más fidedigna del alma puesto que el escritor, poeta, ensayista o cuentacuentos deja constancia de todo aquello que cree comprender. Y lo deja escrito en tinta, o en código binario o como sea pero lo deja escrito y todo lo que escribe lo lee dos veces pues primero lo piensa y luego lo lee una vez escrito.

Y eso conforma un hechizo imborrable en el alma, del mismo modo que en el folio pues es éste un confidente mudo y las palabras son testigos ciegos que no saben qué hacen pero sí saben que han sido invocadas. Y después de esto el lienzo también es la representación material del alma, y el suelo también. Y como estos una infinidad de ejemplos.

Total que me doy cuenta de que el folio es blanco hasta la eternidad, solo que nosotros lo delimitamos a nuestro antojo, según nos convenga, según nos interese. Y dicho esto me dispongo, tras una leve pausa en la que he saboreado el aire que respiro, a subir el estor de mi cuarto. Y me pilla el sol de imprevisto, in fraganti, acusándome de cobardía.

Me dice que por qué cojones no tengo valor a subir el estor, y ver cómo grita el mundo al otro lado de la ventana, desde que me levanto hasta que la noche duerme a los vivos y despierta a los muertos. Hasta que la noche duerme a los vivos y les da alas a los sueños y transforma los secretos en un material que se vuelve recuerdo cuando el sol despunta.

El frío se palpa desde aquí dentro. La luna se aprecia difuminada contra el cielo azul el cual se eleva sobre una nube grisácea de polución. Y eso se ve desde mi ventana; un tramo de la autopista, algo de vegetación, la urbanización de en frente, pero una inmensa porción de cielo que sin saberlo me incita a volar, a buscar en algún lugar lo que no supe encontrar a mi lado. Del mismo modo que el silencio me incita a hablar y el folio me reta a escribir.

Concluyendo así, de nuevo y para no variar, prefiriendo escribir sin saber muy bien lo que quiero decir antes que callar. Quizás me quede algo que decir, alguna gran frase, alguna metáfora, tal vez una paradoja, pero seguro que me acordaré de ella nada más haya publicado esto o nada más cruce la puerta para irme.

En este sitio somos protagonistas, directores, y actores de nuestra propia obra. Somos nuestro público. También somos nuestro propio crimen, nuestro juez y al mismo tiempo somos la sentencia. Somos el pecado y la penitencia.


11/18/2005

¿Y bien? Ahora me siento ¿feliz?, Pero y qué, si en unos momentos volveré a descender estrepitosamente hasta impactar contra el suelo o, en el mejor de los casos, volver a sentir esto que ahora siento y volver a subir... Entonces qué, ¿me resigno?

En fin, hacer eso además de cobarde sería una pérdida de tiempo, como temer a la muerte.

Que no sé qué escondes tras esa sonrisa. Si el secreto, o el deber, de dejar que guarde la ilusión mientras piensas que aún soy un niño y debo creer aún en la magia de ciertas cosas que creo sagradas. No sé qué piensas cuando sonríes así; si piensas que eres más oscuro que yo y por eso te ríes de mi ingenuidad o sencillamente te ríes o sencillamente no lo haces.

Tras esos ojitos marrones que cambian con la luz. No sé qué pretendes decirme, con ese gesto de tu rostro, mientras guardas silencio. Porque me da la sensación de que te crees tan listo que me dejas por imposible hasta que crezca un poco y el tiempo, o la experiencia mejor dicho, me espabile.

Y entonces es cuando te odio si sé que piensas eso. Y yo me río entonces y te insulto y te digo que tú sí eres tonto, arrogante y toca cojones. Mientras me pregunto qué es lo que escondes tras esa sonrisa y me doy la vuelta y detrás de mí solo queda un espejo que observa cómo mi reflejo se aleja atravesando la puerta y apagando la luz.

11/16/2005

La forma de hacerlo es fácil, lo difícil es acostumbrarse. Presiona con el cañón justo aquí, donde la nariz se une con el hueso frontal del cráneo, y haz un poco de fuerza. No es algo agradable, así que míralo a los ojos desde el primer segundo hasta el último, no le dejes llorar antes de morir.

Ahora, aprieta el gatillo. El ruido del disparo te hará recordar todo esto, solo la costumbre conseguirá ensordecer el recuerdo.

11/10/2005

Estaban solos los dos, él y ella. Cuidando de un pobre viejo cuyo cuerpo ya ni siquiera era capaz de cargar con el peso del alma ni con el de la existencia. Apenas podía hablar, y cuanto decía no eran más que incoherencias.

Era una tarde casi invernal, de esas grises en las que las nubes parecen escayola blanda repleta de grumos. El viento era frío, insistente e intermitente. Las paredes de la casa apenas podían evitar que las tirase el viento.

Parecían tiritar de frío incluso. Las grietas dejaban en evidencia el calor del hogar. Y ahí estaban él y ella, y el viejo. El viejo que los miró de una forma extraña, casi como siempre solo que con algo distinto. Olía mal, llevaba días sin poder bañarse ya que apenas podía valerse por sí mismo.

Así que se miraron el chico y la chica, se comprendieron y procedieron. Desnudaron al viejo. Hacía frío, gimoteó un poco el pobre hombre. Pensaron los dos que si llegara a saber lo que la gente del vecindario pensaba de él el gimotear no sería más que un alarde de valor y fortaleza.

Encendieron el grifo caliente y le echaron una toalla por encima. Mientras él abrazaba al viejo ella llenó tres cuartos de la bañera de agua caliente, y el resto de agua fría. Metieron al viejo, poco a poco. Pareció estar agradecido.

Su olor, a vejez y abandono, empezó a disiparse y se entremezcló en el agua de la bañera. Los miró a los dos, primero a uno y luego a otro. En sus ojos se leía "hijos míos", con un te quiero prohibido por lo que fuera, pero un te quiero dicho.

Y sin oponer resistencia el viejo se soltó de la mano de él, se sumergió poco a poco. Sabía lo que iba a pasar, al igual que él sabía que lo había pedido. Ella le sujetó los pies, él, la cabeza. Empezó a temblar un poco, exigiendo instintivamente el oxígeno imprescindible. Al convulsionar se partió algún hueso, su corrompido cuerpo no aguantaba apenas nada más.

A los cuatro minutos aproximadamente asomó de entre su nariz un hilito rojo, casi cobrizo, de sangre que se diluyó en agua. Por fin, el viejo sonreía agusto sin sentir ningún tipo de impotencia. Los críos lo lavaron, lo frotaron bien y dejaron que oliese de forma agradable.

Lo sacaraon de la bañera, su cuerpo ahora pesaba muchísimo más. Lo secaron, lo vistieron, y acabaron por tumbarlo, vestido con su pijama, sobre las sábanas roídas de su cama. Luego, él y ella se abrazaron, se lamieron las lágrimas mutuamente y descolgaron el auricular del teléfono para contar lo que había sucedido ahí esa tarde gris de invierno en las que las nubes parecen escayola blanda llena de grumos.

11/07/2005

Ohne Dich

Sonaba la melancólica balada en la habitación alumbrada de gris. Apenas se colaba a través del estor la luz anaranjada de otro atardecer otoñal. El invierno se dejaba entrever, sobre todo en las mañanas, en un noviembre recién nacido.

Ohne Dich, repite en un alemán casi susurrante. Piensa, y cree que no podrá hacerlo. Piensa, y cree que no hay otro remedio. Se viste, mientras tanto la canción reverbera en sus oídos y llena su cerebro. Un objeto, otro, otro más, van llenando su recuerdo de memoria. Y su memoria de pasado y el pasado colma al presente de un algo indefinible que lo asume como el peso de la nostalgia.

La canción termina, pero se repite automáticamente. El atardecer apremia y el tiempo corre porque debe vestirse de gala pues se acerca la noche. La muerte, incluso, empieza a pulir, con macabro deleite, el filo de su guadaña decisiva, empieza a pensar en el golpe irreversible que será asestado a través de otros pero que ella deberá asegurar, eso sí, sin interceder.

No sabe muy bien cómo, pero lo hará. La muerte se viste con su traje de noche, su vestido negro de luz para los ciegos que no supieron ver la vida, para aquellos a quienes a pesar de que sus ojos funcionasen, fueron ciegos.

Se acicalan, pues, la noche y el tiempo. A la par que él y, mientras, se prepara la Luna, en su habitación de estrellas. No sabe bien qué traje traer, si vendrá blanca y nacarada con despuntes de diamante a su alrededor, o se mostrará roja, a medias, incompleta y misteriosa. El Sol empieza a irse detrás del horizonte, apenas morirá unos minutos en estas tierras que nacerá de nuevo en las opuestas, llevando esa luz blanca del amanecer hasta allí y dejando como despedida una luz rojiza en estos lares.

Ohne dich, de nuevo en su cabeza. Ahora parece como si el Sol estuviera rajando al cielo con un rayo de luz y fuego afilado hasta un límite insospechado. Ya está vestido, hace frío y coge los guantes. Cuando llegue ya será de noche, y en ese momento se conocerá casi todo. Se sabrá qué traje habrá elegido la Luna; se sabrá, también, hasta qué punto de exagerada autocomplacencia ha pulido la Muerte su guadaña; se sabrá, por fin, si el tiempo se ha arreglado con la ropa de gala y su perfume de inmortalidad dejando tras de sí el juramento de no volver jamás por donde ya pasó.

Ohne dich, suena en su cabeza el eco de la balada que lo acompaña allá a donde vaya. Donde resuene el viento y el frío se cuele desde el ambiente hasta por dentro de los huesos, helando la sangre, la sangre coagulada en las venas que se esfuerzan por mantenerla caliente. Qué bien huele la sangre cuando hace frío, pensó, qué bien gotea tan densa por la humedad y qué bella se la ve cuando chispea de carmesí entre la niebla.

Ya era de noche, se sabía todo lo que se había dicho que sería sabido cuando ésta acaeciera. Sabía, también, que no había remedio. Lo que aún quedaba por definir era si lo haría cortando o clavando, o a la vez las dos, cortando y clavando. Así que cuando lo vio pasar y le miró a los ojos ambos sabían que no habría más que esa noche para uno de ellos.

Ohne dich, pensó de nuevo murmurándolo casi entre dientes. Tiritaba de frío, de nervios y de miedo. Y falló. Pensó en que no sabía cómo lo haría pero no pensó en cómo haría si no sabía qué hacer. Y falló. Y adivinó que se vería preciosa su sangre entre la niebla.

11/02/2005

Quizás sea por lo que me recuerda Sabina acerca de que ya es demasiado tarde para dicha princesa. Puede que sea el alcohol de esta fría cerveza al relacionarse con la hemoglobina de mis venas. Tal vez se deba a la Humanidad y sus más y sus menos con los humanos pero el caso es que me apetece escribir.

Me apetece escribir y dejarme el alma en cada letra, en cada diptongo o hasta en la más rigurosa de las tildes. Deseo escribir las palabras que abran las puertas de vuestro espíritu para que se entremezclen con el olor a almizcle de mi corazón.

Quisiera, ya fuera por humanidad o por interés, o quién sabe incluso por haceros un favor, poder manejar con las palabras vuestra tristeza para que con cada lágrima leyeráis las sílabas que se suceden en este folio compuesto de ceros y unos. Poco a poco, letra a letra, lágrima a lágrima las confesiones de un pobre chico perdido en el mundo.

Estoy recurriendo demasiado fácilmente a sentimientos demasiado humanos, pero al mismo tiempo demasiado nobles. Me encantaría, y no sabéis cuánto, poder mover un mundo con palabras, mejor aún, me encantaría crear un mundo de palabras.

Sin embargo no serían más que palabras, verdugos de tantos actos, víctimas de tantas bocas. No hay más que eso. Seguramente no sé por qué lo haría. Seguramente lo haría por contemplar el poder de saber decir, de saber transmitir.

Sin leer lo que escribo. Perdiendo el hilo de la motivación inicial que me ha hecho creer que hoy podría haber sido capaz de cambiar el mundo por alguien, de crear un mundo nuevo, de alimentar el recuerdo; perdiendo el hilo de la motivación inicial que me ha hecho creer que podría, sin más, ser capaz de crear una vida en vosotros, y dar lugar a una muerte en mí.

Por ejemplo, darle forma a un verso profano nutriendo mi vergüenza de constante ignorancia disfrazada de sabiduría. Vistiendo mi arrogancia de falsa modestia y construir un marco de humildad en las paredes de mi alma con la madera carcomida de mis huesos.

Pero no voy a mentir, necesito y no sabéis de qué manera la aguja esencial que me devuelva a mi ser primigenio, a mi ignorancia asumida a la concordancia entre mi autoestima y mi valor. Sin embargo me he convertido, no sé si por azares de la propia vida o por elección propia, en un suicida emocional.

Ejecutando en una ilusión infundada las ganas de establecer un punto de contacto a un futuro cercano para no mirar con demasiada insistencia a aquello que llamamos pasado pero que no son otra cosa que nuestros fantasmas, nuestros miedos y las posibilidades que negamos al creer que ciertas elecciones eran mejores.

Y después de todo no son ni mejores ni peores, nada más. Son, ni buenas ni malas. Reteniendo la magia que aún noto que está estancada en mí. Esa magia que antes no notaba por ser más pequeño quizás, menos culpable, o por ser menos pretencioso y banal.

¿Banal? ¿Se escribe así? Bah, en cualquier caso quise decir tan simple... Tan vacío. Lo peor no es que lo sea, sino que lo que necesite no sea más que otro trago de cerveza, o quizás un litro y medio y sentir cómo el alcohol acidifica las paredes membranosas de mi estómago hueco.

Eso es, estómago hueco. Pero sin embargo los ácidos gástricos han llegado a desarrollar en mi corazón una coraza. No es inexpugnable, pero se muere de ganas por decir lo que no quieren oír, lo que temen saber, lo que saben que tienen encerrado pero que no quieren abrir. Entonces qué, si lo hago igual os ayudo, pero nadie pide ayuda en estos días.

Puedo tomar la decisión y arriesgarme, pero en estos días en los que nadie pide ayuda, cuando la obtienen, aunque sea desinteresadamente, te cobran responsabilidades por un dolor que les causaste que, según ellos, no era necesario.

Y ahí es donde fallan. El dolor, de una u otra forma, sí es necesario pues sin ese dolor no se hubieran dado cuenta de cuánto tenían dentro. Sí, me apetece ser cruel y hundiros a todos en el mismo fango que yo. Queréis igualdad, exigís lo mismo para todos, os quejáis de que gente no tiene ropa... Pero ni os veo dispuestos a cambiar, ni vais desnudos por la calle.

Somos humanos, debéis saberlo. Somos humanos y esa es la única igualdad que nos une pues el humano es la ejemplicación de la diferencia. Ya no a nivel individual, sino a cualquier nivel. Sin embargo nadie tiene la culpa. Por favor, eso nunca. Somos piezas de un juego, del mismo juego, pongamos el ajedrez.

Un ajedrez que representa una vida en la que, cuando todo se tuerce, nos resignamos a asumir el papel de peones y dejamos a cargo de un dios, cualquiera, los movimientos del rey y al ¿destino? los de la reina. A eso me refiero, nos resignamos a estar sujetos a algún tipo de necesidad por la que se rijan nuestras acciones aún sabiendo que sólo nosotros podemos ganar, o perder, esta partida.

Humanos, aún así sabemos que solo se pierde cuando uno se rinde. Da lo mismo, creo que lo único claro que he dejado es que necesito otro trago de cerveza. Mierda, se ha acabado. Iré a por otra lata.

10/31/2005

Hablar siempre es mucho más fácil que escribir. Al escribir debes enfrentarte a un folio en blanco, y a ti mismo. El problema radica en que si no sabes quién o qué clase de persona eres todo resulta mucho más complicado.

A veces en momentos de tediosa calma o soledad reflexiono y me doy cuenta de que, ya sea el peso de la nostalgia, la culpa o el propio amor, no soy capaz de asumir que tanto mis cicatrices como muchas de las cicatrices de los demás son responsabilidad mía.

Cuyo dolor solo me atañe a mí. Cualquier persona ha sentido alguna vez ser la sentencia a un juicio propio. Seguramente alguna vez, alguno de vosotros, se ha condenado a sí mismo sin darse tiempo a explicarse porque, después de todo, no hay nada que explicar.

Y es ese miedo atroz e instintivo el que me impulsa a volar a donde sea, incluso contra el tiempo si hiciera falta, y entregarme de nuevo y de lleno al pasado. Renegando del presente, y por supuesto olvidando el futuro.

Porque, de todas formas, a veces soy capaz de confundir valentía con vanidad, sinceridad con egoísmo y ansia de libertad, o arrepentimiento con la propia culpabilidad. Está claro, soy un cúmulo de contradicciones. Una bola en un tablero de pinball...

Me encantaría verme desde el lado desconocido al que miro cuando me despierto todas las mañanas. Verme, y estudiarme sometiéndome a un examen, desde el otro lado del espejo o al menos desde fuera. Para ser totalmente objetivo conmigo mismo y saber qué soy. O al menos tratar de aproximarme.

Porque no es lo mismo. Aún así... No sé.. Sigo pensando que soy un egoísta pero al mismo tiempo que la ambición de querer aprender de otras personas es algo normal. Aún así... No encuentro la diferencia que me marque de un lado u otro.

Me importa demasiado el pertenecer a una facción o a otra. Seguramente sí. Sin embargo lo que más temo es confundir la nostalgia con amor.

10/29/2005

Muchos lo llaman destino. Yo creo que no es más que el pago de nuestras deudas y pecados.

10/28/2005

Y dicen que perdió las ganas de soñar. Y le decían que de qué le servía dormir si no podía soñar. Y contestó que se asemejaba lo suficiente a estar muerto. Y por eso quería dormir y no soñar. Se prohibió la vida.

También dicen que se condenó sin que nadie lo hubiera juzgado. Corren historias de que asumió la culpa de pecados que nada tenían que ver con su persona. Se dice que eso fue a causa de su vanidad y que para neutralizar sus efectos buscó penitencia.

Se sabe que buscó tanto y en tantos lugares, en tanta soledad, que a punto estuvo de volverse loco. Dicen que un día volvió y visitó aquella tumba. Una tumba vacía que él creía que llenó con su particular pecado.

Existen rumores acerca de que creyó haber logrado lo que buscaba...

Sin embargo su existencia se basaba en la cobardía, pues no quería estar muerto pero le atemorizaba vivir; no quería soñar porque le daba miedo no cumplir sus sueños y acabar decepcionado. Su alma y su persona sabían que el único error que cometió fue no querer luchar y levantarse de nuevo.

Al final sí se volvió loco. Acabó muerto de verdad. Cuando lo encontraron bañado en sangre, sobre su cama, sonriendo y con el surco de una lágrima desde su ojo izquierdo hasta la barbilla, dicen que vieron una nota escrita en un papel arrugado dentro de su mano.

Dicen que ahí ponía que pedía perdón por lo que hizo, y que suplicaba una nueva oportunidad por lo que no se atrevió a hacer. Todos supieron entonces que a pesar de las ganas que tuvo de hacerlo, nunca logró dejar de soñar.

Lo vieron en su risa absurda, la risa de un loco en el momento crítico de lucidez antes de asumir en qué se había convertido, antes de asumir que ya era tarde. Lo vieron en el surco de esa lágrima, donde quedó impreso el rastro de una vida ansiosa de recuerdos.

10/24/2005

Sin duda el peor de los engaños al cual los seres humanos nos sometemos no es otro que la palabra "Siempre".

Siempre, culpable de que cuando algo no es eterno nos sintamos inmensamente culpables. Siempre, una promesa infiel una realidad amarga. Es un desafío al tiempo que tarde o temprano el Destino, la providencia o quien sea, se lo toman a nivel personal y es entonces cuando algo ha de tocar a su fin.

No hay peor engaño que decir algo por siempre. Sin embargo siempre hay grados, porque no es lo mismo decir "seré el mejor por siempre" que decir "te amaré por siempre" puesto que el segundo caso implica dos corazones.

Pero el ser humano es estúpido por génesis. Se envalentona cuando la sangre se le agolpa en el pecho y le laten las sienes de euforia. Se alegra cuando se sabe débil y sabe que tiene un pecho a su lado en el que poder refugiarse cuando la vida se le caiga encima.

El humano, tan inocente en algunos términos que resulta simpática. Desafiando al mundo, a la propia Naturaleza que nos dio vida, y sin embargo tan simple que nunca llega a conocerse a sí mismo. Pero qué hacer cuando sentimos que nos tiemblan las piernas al pensar en alguien, o que se nos acelera algo dentro del cuerpo cuando recordamos que tenemos algo que hacer y que nos llena de ilusión.

En seguida recurrimos a decir siempre. El tabú de los tabúes, un peligro más allá de lo que puede ser admitido como peligroso. Un riesgo a correr, pero de todos modos... De qué coño sirve una vida sin riesgo.

De nada en absoluto... Después de todo, cuando va cayendo la tarde te das cuenta de que lo importante del día es saber qué has sido capaz de aprender. Seguramente con la vida pase lo mismo... Cuando atardezca en la vida de cada uno y tiemble el aliento en nuestro paladar, al igual que el fuego en una vela, lo único importante sea recordar que tuvimos la suerte de aprender cosas inolvidables, de experimentar cosas inolvidables, con personas que siempre recordaremos.

10/23/2005

Siempre, una mirada atrás, un no debí, un sí debería haber...

La tempestad ya hubo amainado muchas horas antes. Su mar parecía tranquilo y en su corazón las emociones bailaban sosegadas, como el mar en calma, como en una balsa de aceite. Sin embargo, y sin saber desde dónde provenía el sonido, escuchó una voz que decía desde lo más profundo del dolor " Por qué a mí?"

Y él contestó, "Porque alguna vez a todos".

Y sin más, deseó abrazarla pues ahora ya volvía a tener qué ofrecer a los demás, qué darles o poder animarlos a luchar. Se estaba recuperando, poco a poco. Los ánimos de aquellos que incluso eran desconocidos le hacían sentir capaz de algo que creyó olvidar hacía tiempo.

A pesar de que pensaba que éstos desconocidos que otrora lo visitaron nunca más volverían a pasarse por su pequeño rincón recordó algo que había descubierto hacía mucho pero que confirmó hacía, a lo sumo, un par de días:

"Se trata de transmitir, no de convencer".

Y con todo esto y una leve, levísima, sonrisa en los labios no pudo más que murmurar un gracias contra el viento que soplaba hacia el horizonte mientras levantaba el ancla que se hundió a conciencia en las profundas arenas del pasado.

Miró hacia el frente, el mar estaba en calma. En la delgada porción del infinito donde cielo y tierra son sólo una línea delgada y simple, suave como el respirar tranquilo de alguien que duerme, se adivinaban nubes.

Se dijo a sí mismo que era cuestión de equilibrio, pues ahora a él le empezaba a calentar el Sol mientras salía, por fin, de un tormenta.

10/13/2005

Esto es una despedida. No sé hasta cuándo, pero una despedida. Por decirlo de algún modo metafórico, Caín, mi otro medio yo y yo ya somos solo uno. Quizás sea realmente una mala persona, pero sé algo que no soy y no soy un hipócrita.

He decidido sellar mis labios, de momento, con yeso. Sí, con yeso porque quizás con agua tibia pueda despegarlos. Pero ese agua tibia tendrá que traérmela otra persona, no sé quién. Quien sea.
Quizás vuelva a escribir, quizás nunca más lo haga.

Si vuelvo a hacerlo, leed bien porque ya no soy quien era, y supongo que lo que escriba en un futuro (si es que acaso lo hago) no tendrá nada que ver. Demasiados fallos, demasiada injusticia, demasiado culpable.

Sobretodo eso, demasiado culpable. Demasiado niño, demasiado inexperto... Demasiado tonto. Lamento lo que voy a decir, que no sé si alguien lo leerá, pero no voy a permitir comentarios en esta entrada... Que qué gano con esto? Obligarme a no visitar este sitio en mucho tiempo, obligarme quizás a no visitarlo nunca más.

Caín se marcha. Con las alas abiertas, negras y con más de una nueva cicatriz. A veces dejando un pequeñito rastro de sangre... Pero a pesar de que duele, Caín se marcha, y yo me voy con él.

10/11/2005

Como el puto cangrejo... Pues igual. Si no fuera porque es en esto en lo que consiste, me preguntaría qué estoy haciendo con mi vida.

10/10/2005

Cubierta por un blanco haz, por una tela pura y pulcra como lo es ahora su alma. Con un semblante tranquilo, sin preocupación ni miedo. Solemne, en un silencio solemne se la ve en calma. Esperando algo, recorriendo un camino.

Sus labios enrojecidos resaltan el blanco harina de su rostro. Los párpados cubriendo los ojos, y las pestañas largas y negras. Vestida de blanco, quizás parezca tensa. La luz que la ilumina desde arriba hace que casi resulte invisible, pero su belleza transparente evita que cualquiera resulte inmune a su encanto.

Se dirige, caminando lenta pero decidida, hacia una meta que la marcará ya para siempre. Sus delicados pies no asoman por debajo de esa tela blanca, que la protege y la anuncia como un ser virginal y sagrado.

Cualquiera hubiera dicho que es la novia más hermosa que jamás visitó un altar, si no fuera porque la tela blanca es una sábana y no hay altar, sino que la muchacha está tumbada sobre una gélida camilla de acero gris.

Guardando silencio, un silencio solemne.