5/14/2008

Prométeme que escaparás de estas líneas antes de que sea demasiado tarde. Yo estaré atrapado entre las frases absurdas de esas encuestas que lo son más todavía, o esperando al autobús en una marquesina mal diseñada por la que se colará todo el aire gélido en invierno y se desparramará el sol en el verano.

Dime que puedo confiar en ti y que te habrás ido antes de que sea demasiado tarde, es la única manera, solo así podré preservar lo poco que tengo y seré libre de atesorar palabras que luego aventaré al horizonte, aireando mi recuerdo y así, a lo mejor, podré limpiar la memoria.

Si no lo haces nos estarás condenando, a ti sobre todo. Puedes llevarme contigo, si quieres, mientras cuanto soy se va esfumando como si mi identidad fueran las burbujas de esas medicinas efervescentes. No sé qué más decir, que me puedes encontrar en esos formularios absurdos, y en los renglones de las conversaciones que cogerás en retazos perdidos, y que harán en ti, y de ti, un mosaico de historias mezcladas.

Yo soy como esas historias, un rompecabezas cuyas piezas cambian y que su dibujo se altera en función de algo que resulta totalmente imprevisible. Si has llegado hasta aquí debes saber que a ambos nos queda muy poco, si te has ido antes no serás consciente del favor que te debes.

No obstante, si has desoído todos mis consejos, todas mis recomendaciones, te adelanto que en esta línea no hallarás ni una más, ni tampoco una súplica. Pues acabas de meterte en mí, bien adentro, y yo aprovecharé para devorar tu pensamiento, sin que ninguno de los dos lo sepamos, hasta que me convierta en ceniza y haya incendiado cualquier atisbo de razón.

El bus no llega, el sol calienta y a un metro de la carretera baila suspendida una niebla sinuosa. Parece que tras ese punto lo que viene se avecina sumergido en agua. Una conversación aquí, un formulario sobre mi escritorio, y mientras lo veo sé que nadie hará caso de mis respuestas.

Otra historia que se precipita hacia el núcleo arremolinado de lo que podría ser considerado un huracán. Y junto a él estás tú, intrépido lector, que te has dejado seducir, o a lo mejor engañar, por estas confesiones. No sé si pueden llamarse de otro modo.

Quizás haya estado equivocado y ahora mismo seamos libres, lo cual suena muy bien.

No hay comentarios: