3/29/2006

Haces que duela, das ganas de morir, atormentas, apresas, no distingues, enloqueces. Ilusionas, das ganas de vivir, alivias, liberas, no distingues, enloqueces. Eres la penuria del desgraciado y la alegría del dichoso. Eres desgracia, y al mismo tiempo eres privilegio.

Cientos de veces nos hemos planteado vivir sin ti para evitarnos problemas, para evitarnos un dolor casi seguro. Sin embargo es de notable certeza que no hay más dolor que no atreverse a sentirte por miedo a ese dolor que tratamos de evitar.

Soledad del hombre solitario, sueño de adolescente, elixir de la eterna juventud. Mas ahora es bien cierto que tu encanto mágico pasea lejano a mí, distante, en otro plano quizás, en otro lugar a buen seguro. Es evidente lo que ocurre, inequívoco y suicida.

El instinto kamikaze de engullirte entero, para notar vivir, para saber decir que al menos por una vez estuve en lo alto de la bajada de ilusión salvaje que alimenta la pasión de notar la sangre briosa y brillante, roja y destellante, radiante escarlata. A pesar de que luego, al acabar, la bajada se torne cuesta arriba y la sangre cobre color cobrizo y ceniciento, pierda brío y se aglutine.

A pesar de eso podemos decir que, al menos una vez, estuvimos en lo alto. ¿Qué nos queda entonces a los hombres si renunciamos al amor? ¿Qué me queda, a mí, pues? Vivir... Quizás vivir hasta encontrarte manteniendo la esperanza, agradeciendo cada amanecer.

3/27/2006

Tragos de cerveza con sabor a nostalgia. Vuelvo una puerta y entreabro las ventanas de mi alma hacia el futuro. Sigo vivo, aunque la sangre queme y el recuerdo escueza. Me mantengo firme, aunque sople un viento de lágrima que me haga tambalear.

El terremoto de mis entrañas no podrá conmigo... Sigo adelante. Solo espero que nunca dejes de escuchar mis discos.

Una lástima... No tienes tiempo. Sabes que me hubiera gustado, no sé si posponerlo va a ser la solución aunque quizás debiera hacer la prueba. Verás, existe una barrera de cristal grueso y reforzado de doble capa que parece irrompible cuando no sabes que está ahí. En realidad, no lo vemos, sin embargo cuando de repente cobras consciencia de que la cordura solo es un matiz es entonces, y solo entonces, cuando ese cristal es fino y delicado.

No.. No serviría que tuviese puertas. El ritual es reventarlo.. Hay que reventarlo para que el acto en sí cobre validez. Si no sería como un algo incompleto. Como una boda sin novia... Bueno, no es un ejemplo válido... Sería, no sé.. Como un pájaro sin alas, como un soñador sin fantasía, como un yo sin la ilusión de verte o hablarte.

Riéte, pero es verdad.. Lo digo completamente en serio.. Por esto es por lo que te digo que no quiero posponerlo. Una forma de abrir el camino hacia la consumación del ritual es ir a solas al cine. Eso da una potencia irrefrenable hacia la liberación de la mente. El alma se desentiende de cualquier tipo de patrón o conducta. Se pierde la ética... Te alimentas de rabia.

Que por qué no quiero retrasarlo... Porque quiero ir contigo a ver la película. Además, mi cristal está agrietado... Lo sé porque lo noto, no me intentes cazar con ese tipo de preguntas trampa... Ayer, por ejemplo, me supo la sangre a rabia y el aire a sangre.

En fin, no quiero culparte ni mucho menos... Me interesas demasiado como para querer hacerme tanto daño. Lo que ocurre es que si vas al cine a solas estás perdido. Es como indagar en la mente de otra persona solo que sin protección porque estás solo... Y lo sabes.

Nadie escala un catorcemil sin equipo de alpinistas; nadie escala un monte cualquiera sin arneses. Me gusta que sonrías con lo que te cuento pero puede que sea verdad eso de que no tengamos tiempo. No quiero cruzar ese pasillo yo solo, aún así creo que no tengo alternativa.

3/23/2006

No me dejes caer como un ángel de fuego. Mis alas están envueltas en llamas pero el miedo que siento es un medio ideal para el frío que me arrastra. La velocidad es de vértigo, la ciudad está perpleja gracias a mi estela ígnea.

Los edificios mudos lloran en silencio mi caída. La lluvia azul que empaña los cristales de esta noche me persigue. Me duelen los brazos y huele a ceniza. Ceniza que se arremolina en torno a mí como el recuerdo mientras giro la vista hacia arriba y te veo llorar desconsolada y sola.

Sola permanecerás ahora, al menos hasta que recupere mis alas y deje de caer como un ángel de fuego. Imagino que el suelo está cerca pero no puedo distinguirlo. Me precipito contra el infinito más oscuro y negro que jamás hubiera podido imaginar.

Por qué me has dejado caer como un ángel de fuego. Ahora tus lágrimas compiten contra la lluvia y ambos, tu llanto y el de las nubes, se funden en un espíritu mágico que engulle mi alma. Voy a encogerme hasta parecer una esfera de llamas candentes, quiero impactar contra el pozo de los sueños, el pozo infinito, para romper la realidad de cristal y amargura.

Te pedí que no me dejaras caer como un ángel de fuego; deberías ver lo que estoy viendo ahora. Ojalá mis palabras fluyan contra la gravedad y se hermanen con el viento hasta llegar a tus oídos. Gracias, gracias por no sujetarme pues así es como estoy viendo que lo que me pasaba es que tenía miedo.

Miedo por ti, miedo por mí, miedo a decir te quiero quizás a convertirme en cristal fundido como el hielo contra el sol. Los edificios grises me despiden con una mueca descompuesta por el amor y la ternura, por la impotencia y la desesperación.

Se despiden de mí mientras unos llaman a otros y se dicen, mutuamente, "observa, mira atentamente cómo se precipita igual que un ángel de fuego". Deberías estar viendo lo que estoy viendo yo ahora... Volveré a buscarte, cuando mis alas dejen de arder.

3/21/2006

Ya te dije que generaría un campo de pensamientos a partir del cual tú podrías fundamentar tu mundo de sueños. No hay árboles, solo es energía, un lugar aislado al margen del resto de todos aquellos sitios de los que te cansas.

Pasé una mala noche, aunque lo hice subconscientemente perdí mucha energía y las pesadillas me avasallaron durante toda la noche. Pasé mucho calor y sudé como nunca antes había sudado al dormir; incluso me vi amenazado por las garras del miedo.

Su afilado frío atacó mi templado corazón y creí que incluso iba a llorar, pero tuve suerte y me mantuve... Quizás algún ángel me salvó y me ayudó a mantener la compostura porque te juro que cuando me levanté por segunda vez para ir al cuarto de baño escuché la risa atroz del diablo.

Se burlaba de mí y de mi miedo infantil, pero qué le voy a hacer si soy todavía un niño. ¿ Te acuerdas cuando te dije que se me escapan, como el oro molido entre los dedos, sus sonrisas ? Aún me pasa, es un hechizo mágico pero también duele un poco.

Eh, tranquila.. No llores, ya casi el dolor emigra de este cuerpo y da descanso a este alma. Te prometí que crearía las bases de un mundo en el que pudieras soñar... Espero que me perdones si he dejado rastros de mi ser, pero no he podido evitarlo.

Quizás encuentres nubes de amor y tormentas de locura rabiosa e infernal. A lo mejor encuentras algo mío e incluso algo de mí.. Si así es no te lo quedes, inventa un acantilado y tírame al mar, luego dame alas y no llores, por favor, sonríe cuando me veas volar.

3/17/2006

Esquizofrenia residual. Tú quieres que no cuente mis fracasos cuando ni siquiera lo son. Crees que no debería sumar sino confiar en mi instinto pero qué quieres que haga si Selene no me hace caso cuando le pido que me alumbre el corazón bañándolo de nácar.

Tragándome coágulos de rabia, aguantando mis arcadas de sangre que me provoco cuando me observo desde mi tercera persona.

Podría llorar y resignarme pero mi voluntad prima por arremeter contra mí, contra tu ausencia y tu gélida displicencia. Así haré catarsis purificando mi ego de estupidez vanidosa y profunda superficialidad.

Solo estaré en paz conmigo mismo cuando me haya humillado pero no esperes que consienta que me humilles tú. Prefiero que me digas qué piensas antes que tener la posibilidad de considerar lo que creo y quiero.

No odio porque odiar es debilidad. Os desafío; a mí, a ti y al mundo.

3/07/2006

Pasajero esporádico de vuelos suicidas. Acostumbrado a viajar en primera clase cuando lo hago, piloto hoy la sintaxis mágica que esta noche pre primaveral segrega de su vagina nocturna, alumbrada por el foco nacarado apoyado por su cortejo titilante y tembloroso.

Las nubes, rosadas, aparecen sobre el cielo cubriendo mi visión mortal y confundida. El futuro acecha, desde esta sombra, taciturno y sombrío, oscuro, vigilante y sigiloso, como un asesino profesional, como el cazador macabro que disfruta viendo cómo su presa arremete contra lo único que la mantiene viva, cayendo en la trampa de su mortal némesis.

Vuelvo de nuevo a no mirar demasiado al cielo para no caer enamorado de las estrellas. Camino pensativo y me dejo arrullar por el murmullo grave del viento, que, seductor, mece mis oídos acariciando mis orejas, besando mi cuello, colándose por mí.

Y de repente me doy cuenta de que es el recuerdo, y el recuerdo me memoriza a ti, y la sangre de esta herida despide un intenso aroma a hierro... Quizás sea porque mi corazón está oxidado, quizás sea que ya se abrillantó mi alma y por algún lugar tenía que liberarse de los residuos, como la piel seca de una costra cerrada.

3/05/2006

No habrá respuesta. Puedes mantener brillante una luz en favor de la esperanza, pero no habrá respuesta. Sentirás cómo se ceñirá la fe a la cintura de la desesperación del mismo modo en el que se ciñe un suspiro juvenil a los pétalos de una flor recién cortada tras detectar su aroma.

No habrá respuesta. Puedes mantener la sangre hirviendo en tus venas sobre el camino pedregoso, ayudando al alma sombría a salir de su pozo oscuro de deseos confusos. Pero no habrá respuesta. Notarás que la respiración se amolda acompasada al vaivén intenso y radical de la intuición más salvaje y primigenia, pero no habrá respuesta.

Ante ti se abrirá el futuro desconocido como las piernas de una virgen enamorada, gemirá el viento salvaje sobre tu locura y ahondará firmemente y perforador sobre tu seso reblandecido. No habrá respuesta, no tendrás respuesta, nadie escuchará tu súplica.

Sentirás que solo hay un camino disponible y entonces comprenderás que solo tú mantendrás la lucha por ti mismo.

3/02/2006

- En realidad me tenía hasta los mismísimos cojones. Una noche tras otra. Yendo al puto cementerio, hiciera frío o calor. Yo siempre la acompañaba, desde que aquello sucedió ya no era la misma de antes, era un peligro para sí misma. Todas las noches el mismo ritual, mi cerveza, un cigarro, flores mustias y ella de rodillas. Con su vestidito blanco, corto por las piernas y de cintura estrecha.

Si era invierno tan solo se colocaba un abrigo encima, un abrigo desgastado a juego con el aspecto de su alma. Y siempre, pero siempre, se arrodillaba, se quitaba el abrigo, lo dejaba caer tras de sí y empezaba a hablar.

Empezaba a hablarle a él. Al que moraba en ese nicho oscuro plagado de gusanos asquerosos y de olvido. A mi mejor amigo. Siempre tenía que ver ese dantesco espectáculo, coño. Al principio apuraba los tragos de mi cerveza, para que me durase más, pero conforme fueron pasando los días, los meses y las horas de esos días y esos meses, acabé por llevarme dos botellas para cada cuatro tragos.

Pasé de fumar, pues el alcohol era más rentable. Sin embargo, aquella vez no bebí. Como siempre ella estaba plañiendo delante de esa jodida frontera pétrea, de esa barrera insustancial pero definitiva, y ella se sentía respondida. No podía con eso, ¿sabe? No podía verla ahí arrodillada, postrada ante la muerte y, menos aún, verla humillada ante la muerte ajena.

Viéndola sufrir noche tras noche, escuchando sus sollozos, sus suspiros enamorados de un cadáver que seguía, al menos, en su corazón muerto con vida. Y en mi memoria con orgullo se alzaba su imagen.

Muchas veces sentía la imperiosa necesidad de increparla, de insultarla y recriminar su estúpida actitud, su suicidio terrenal, su rendición... Pero ella me miraba con esos ojitos vidriosos, con los mismos con los que me suplicaba que aguardara un rato más cuando hacía amago de irme. Y un poco más, hasta que amanecía...

Aquella noche no bebí. No llevé cigarros. Nada... Llevé en mi memoria la letanía macabra de sus sollozos perdidos en la noche y en la angustia ansiosa, esperando, a que llegase el momento de llegar al cementerio. Se vestía con su vestidito blanco. Estamos en primavera, ¿no?, por eso no se puso abrigo. Su cuerpo se movía con esa gracia que la caracterizó, con esa gracia innata, angelical incluso. Sin embargo no era más que el reflejo pálido y borroso, lo que de verdad se veía era una vida aprisionada.

Y volvimos a la lápida, gélida y fantástica como siempre. Pero esta vez, no sé si fue porque no llevaba mi cerveza, al apoyarme sobre ella sentí algo que me hizo estremecer. Entonces la vi, a tan solo dos metros y medio de mí, y supe que debía hacerlo.

La agarré, firmemente pero sin violencia, y supe que no debía pensar pues si lo hacía estoy seguro de que repararía en esos preciosos ojos negros, enormes, profundos e infinitos, bañados de angustia transparente y líquida, de amor amoratado de lloros y no podría.

Así que, sin pensar, la alcé, y cuando me miró a los ojos la vi sonreír. Suerte que ya había ejecutado el movimiento con mi brazo haciendo que la pala impactase de lleno contra ella y entonces, mientras yo prohibí mi mirada, mis oídos no me privaron del crujido letal de su cuello y del goteo inconfundible de la sangre ardiente en el suelo templado de abril.

Así brotaron las palabras de su mandíbula inquebrantable. Así salieron, una tras otra, bañadas en saliva dolorida. En sílaba dolorosa. De sus labios rojos no se adivinó ni un atisbo de remordimiento. Su convencimiento era, casi, atroz y temible. Infernal. La sala fría, gris, alumbrada por un fluorescente, pareció embrujarse. El relato perpetró un hechizo imborrable que perduraría por los siglos de los siglos en las paredes de aquella sala. Así lo pensó el agente.

- Pero, dime, cabrón... ¿ Por qué lo hiciste? ¿ Por qué no la llevaste al hospital de enfermos mentales, hijo de puta asesino?

- ¿ Quiere que se lo diga ?

El agente lo miró con un gesto de asco y curiosidad, de odio incluso, con el que obvió la necesidad de respuesta.

- Estaba enamorado de ella. Ya le he dicho, no podía verla sufrir.

Y en ese momento, sí se vio cómo su voz temblaba ligeramente y en sus ojos bailaron sus pupilas mientras se derramaba la consciencia sobre sus mejillas hasta sus labios. Su dureza, igual de resistente que la del mismo carbono e igual de frágil que éste, se vio superada.

El agente se desplomó subre su mesa, se aflojó su corbata y entonces, sin levantar la cabeza mientras miraba ese suelo negro manchado de ceniza, confirmó que de ese relato quedaría un hechizo marcado en la piedra de la sala de interrogatorios y, más profundo aún, en la sangre de sus venas.

3/01/2006

Desde que comenzó el viaje me he fijado en tus ojos. Las pupilas colmadas de negrura te brillan hoy en cian inalcanzable, en ese manto impoluto, brillante e infinito. En el horizonte se asoma el Moncayo y sus picos nacarados recuerdan a mi corazón tu piel.

El viento palpita, vibrante y enamorado, bajo las alas ociosas de las aves que pronto vendrán, de nuevo, hasta su hogar de medio año, a poblar la soledad estival de la ciudad y la urbe. Es ese viento que mece tus sonrisas al son de mi ilusión compleja y ausente, el mismo que acuna mis párpados mientras sueño.

Me deslizo, joven y jovial, por entre mis cavernas goteantes de agua gélida y húmeda piedra. Los ríos escarlata acomodan el ambiente para que sentir sea agradable, para que morir sea posible y estar vivo un milagro.