10/29/2007

El invierno va ganándole terreno al tiempo y las tardes, poco a poco, le rinden pleitesía oscureciéndose cada día un poco más temprano. Los olivos azules, poblando campos a los que otorgan una geometría perfecta, se agitan lamiendo un viento que se comporta igual con sus copas que tu lengua con mi paladar.

Los días languidecen bajo muros de nubes grises y blancas a través de las cuales el Sol intenta convencer al mundo de que aún no ha perdido la batalla... Pero su voz no es más que el eco lejano de una locura atemporal. Más pronto que tarde se acostumbrará a su brillo pálido, blanquecino, propio de sus diciembres a enero y, consciente de la belleza que lo caracteriza en ese período, se hará de rogar tal vez durante días enteros.

Será en esos instantes gélidos que la soledad provoca en las estancias templadas cuando mi piel preguntará por ti en una queja que deberé responder con un paciente silencio. Cada viaje que emprenda para volver estará supervisado por mis ansias de ver agitándose un cielo de olivos que me dirá que estoy de nuevo en Aragón.

De nuevo en casa; y también en ti.

10/24/2007

Las nubes rosadas de la noche cobijan un cielo implacable y celoso. La luna contagia un rubor etéreo que solo es visible cuando el aliento se mezcla con el aire. Ya hace frío y la piel del rostro manda calambrazos por la falta de costumbre con nombre de primavera. En un banco, a la luz de su sonrisa, habla.

- Solo, mas acompañado de nubes rojizas que velan por una luna esquiva. Frío, mas a punto mi interior de fundirse por las ganas de hacer algo. Quiero mover con la determinación de mi mente esta bóveda ausente de estrellas.

Vuelve el silencio. Algún sonido lejano profana la atmósfera sacra. No le importa pues la noche es suya. Siente en su piel la voz de la misma a través del tacto de muerte de la brisa que mueve, furtiva y metálica.

- Tengo este espejo, esta teórica devolución de lo que soy. Pero mi alma no se imprime en el cristal que me parodia. Pintada en carmín una sonrisa que dobla el tamaño de mi boca. Mis ojos no se reflejan aquí porque mi homólogo intocable no puede sostenerlos. Mis ojos son míos, su mirada también me pertenece.

Imágenes de otros tiempos se arremolinan en su mente haciendo que todo cuanto le rodea parezca aún más irreal. Alza al cielo una plegaria silenciosa que se pronuncia desde sus pupilas. Le responde una luz viajera desde alguna farola.

- Y ahora, no veo. Sin ver no sabré qué inspira mi mirada. Sin saber solo viviré con lo que recuerdo. Sin inspiración no podré alimentar mi memoria. ¿Qué puedo hacer?

Aprieta sus ojos contra las cuencas. Fuerte, fuerte, y los frota un poco con el dorso de sus manos. Pero no hay manos, sino guantes manchados de cera blanca. Empieza a llover. Tímidas gotas que se escurren de unas nubes que parecen de fuego lejano; del fuego que da calor pero que no quema.

- Ha mejorado mi vista. Mis sentidos gritan en júbilo. Menos mal, dicen mis oídos. Y menos mal, les respondo. En mis manos enfundadas de negro sigue este espejo y me otorga la imagen que creo que llevo por dentro.

Dos gotas de lluvia han salpicado al duplicador de entes, al que fabrica seres que no son, justo a la altura de los ojos.

- Que mi sonrisa no fuera apropiada tampoco quiere decir que desease esto. Espejo, esta vez se ha extralimitado. Hoy no quiero verme como usted dice que soy.

Con un gesto leve apoya el espejo en el banco. Se levanta y susurra a los duendes de la noche, a las locuras de su testa, que lo que quiere es reír cuando quiera reír y llorar cuando le apetezca. No desea estar atrapado en un reflejo, en una realidad de cristal.

Se frota con los guantes el rostro hasta que cree que el tamaño de su boca es el natural. Deja los guantes junto al espejo y el bombín a los pies del banco. Los pantalones bombachos delatan que acaba de cambiar su existencia.

A partir de esa noche observaría a otros y reiría sin más. Ya no quería seguir siendo un payaso.

10/22/2007

Un calor asfixiante entumece mis piernas, mi torso, y mis mejillas amenazan con fundirse. No tengo, en este instante, nada más que la música que flirtea con mis oídos. Nada más que yo mismo encerrado en una inmensidad inabarcable.

Las ganas de enfrentarme a la noche, a su oscuro estar y su frío recibir, enardecen un ánimo suicida que desafía cuanto le rodea. Un ánimo calculador pero enloquecido que destroza límites con solo mirarlos. Así podría tocar a cualquiera en cualquier momento.

Envuelto por aire cálido me desvivo por acumular, hasta con las manos, el seductor frío que se cuela por la ventana arrojando claridad a mis ideas. Qué haré con quien me encuentre sin que le haya buscado; dónde dejaré mis aullidos perpetrados en silencio a la luna gris cuando eso ocurra.

Es en momentos como este en los que me aproximo más a mi identidad. En los que pierdo el miedo al ridículo y me siento capaz de todo. Mis sueños hablan dentro de mí sobre escapar por el hueco de mis pestañas, pudiendo así ser totalmente libres para construir un templo de fantasías.


Fantasías donde creeré saber totalmente quién soy. Y al despertar ¿seguiré con este calor o la oscuridad nocturna habrá enfriado mi cuerpo y entrañas, justo antes de que la mañana rompa el alba con cuchillas de luz homicidas?

Cuchillas de luz que calentarán hasta lo insufrible la locura que me envuelve en fuego. No habrá nadie entonces, como no lo hay ahora. Ahora.

10/20/2007

Presta atención y escucha ese sonido. Son voces. Voces de otros mundos que llegan a nosotros a través del viento. ¿Sientes el viento? Abandona tu cuerpo a los mandatos de tu mente, relájate, pierde la consciencia de todos los músculos y deja que te envuelva, que te envuelva con su mano firme. Que su lengua de invisibilidad invoque un ejército de escalofríos desde tu nuca hasta los talones. Déjame ser viento en tu abandono.

Balancéate sin miedo pues aunque caigas el dolor será pasajero, en caso de que exista. Todos los segundos de tu existencia se derramarán delante de ti, en la inmensa negrura que ves al cerrar los ojos, y te hablarán de recuerdos, de tiempos mejores, de cuando pensabas que serías inmortal. Yo quiero ser eterno en tus palabras.

Tal vez, cuando inicies tu descenso, quieras estirar las manos más allá de lo posible para agarrar la esencia de lo que se te escapa. No te atormentes, no permitas que la angustia sitie tu alma, pues lo que querrás aferrar acabará por escapar entre las rendijas de tus manos. Cristales de arena y ceniza que no dudarán en rasgarte la carne hasta los huesos si les dejas, recuerdos los llaman. Anhelo ser el recuerdo que no te hiera.

Estarás a punto de llegar al suelo cuando eso haya ocurrido, no te preocupes, procura no tener miedo. Las voces de tus ancestros te guiarán en el trayecto. Yo he venido aquí para que no te asustes por los gritos de los cobardes, para ver que todo marcha bien.

He venido para ser, desde esta orilla, el viento en tu abandono y dirigir con él un ejército de escalofríos en tu anatomía; he venido para ser eterno en tus palabras, en las que pronunciaste y en las que has callado. Estoy aquí para ser el recuerdo amable que no desgarra. He permanecido a tu lado para asegurarme de que todo marcha bien.

Venga, no te demores, obedece a esos susurros pues sus propietarios son pura calidez dispuesta a complacerte. Si lloro es porque no vas a volver; si sonrío es porque algún día iré contigo. Cuando las voces me llamen, el viento me envuelva en abandono y sea eterno. Cuando los recuerdos se me escapen entre los dedos.

¿Que cuándo te encontraré? En el momento en el que tu voz me requiera. En el instante mismo en el que este lugar no sea el escenario de mi guión. Espero que me beses en la orilla cuando Caronte me diga que en su barca se encuentra mi nombre, en el mismo lugar en el que ahora se lee el tuyo.

Las butacas están vacías, me ha encantado la obra. La obra de nuestros días.

10/17/2007

Protegido por burbujas de silencio buceo por entre tus entrañas. La sangre que lleva mi nombre desde tus pulsaciones resbala por la superficie de las palabras calladas y a cada inhalación muere un pálpito que era nuevo hasta hace un segundo. Sin embargo, y a pesar de todo, puedo percibir el inconfundible aroma metálico del escarlata de vida.

No tengo miedo a estas alturas y he optado por hablar con los ojos, así serán auténticos los que me escuchen. ¿Tú me escuchas? La respuesta es contundentemente clara cuando en mi pecho escucho latir tu corazón.

Apóyate en mi hombro mientras mis brazos se comportan como extensiones de mi alma. Así te rodearé en toda tu existencia y me quedaré una parte siempre para mí. La de tus contadas sonrisas, tal vez; la de tus inagotables ganas de besar.

Acaríciame la herida que has hecho en mi cuello al morderme, por favor, que no me gusta que las cosas queden a medias.

10/10/2007

Porque te juro que lo intento. Necesito que me acojas en tus brazos y limpies los pecados que manchan la piel que me cubre. No puedo guardar más las distancias... ¿Sí? No lo sé, por eso quiero volver, volver a la legitimidad de donde pertenezco y encontrarte.

Buscaré tus manos para que arrastres el mal que, creo, se ha ido adhiriendo a mi carne; buscaré tus silencios para educar mis palabras y tus ojos para hablarte con mi mirada. Quiero hallar tus oídos, para verter en ellos las confesiones terribles que me ahogan, que me asfixian, que me hacen sentir incontrolable.

Descubro pozos de miseria y socavo el alma de algunas personas. Asumo mi culpa, pero deseo que me redimas. Del modo que sea, pues eres tú quien lee más que las palabras cuando te enfrentas a las páginas profanadas por mi tinta, por mi mente. Ambos sabemos que la culpa no es mía, ambos sabemos que no hay culpa.

Pero entonces, ¿por qué anhleo tanto tus uñas? Que te aprietes contra mí. Y aunque no nos amásemos con la carne podamos hacerlo en una comprensión tácita. Deseo que sea feliz como hasta ahora; deseo ser la criatura que obedezca tus requerimientos y alivie tu sufrimiento. Deseo que ella tampoco sufra.

Quiero estar solo y al mismo tiempo a tu lado. Que me guíes, que me ayudes. Que confíes en mí para no volver a interferir. Que me duermas con un beso, que sigas queriendo y no pudiendo acabar de dibujar mi nariz.

Quiero que nos queramos sin ser esclavos el uno del otro. Quiero ofrecerte una parte de mi alma sin que intentes apoderarte de mis secretos. Quiero lo mismo, pero a la inversa.

Para seguir siendo, así, tan libre como creo que soy.

10/08/2007

Una criatura intermedia mediando entre dos mundos pero pudiendo acceder solo a uno. Las fronteras de ambos territorios están a cada uno de sus lados aprisionándolo entre el conocimiento de lo posible y de lo no recomendable. Se mantiene en vilo, aunque constante y fuerte, sonriendo ante la adversidad y la ineludible certeza de que ahí no debe introducirse.

"Ni un paso más", repite para sus adentros. Y se queda ahí quieto, mirando, observando cómo se desarrolla la vida al otro lado de esa línea imaginaria pero claramente definida. Temblando desde las falanges hasta los globos oculares reprime gotitas de cristal que pujan por resbalar hasta sus labios.

Continuará en su mundo, tranquilo como hasta ahora, recordando el hecho innegable de que hay lugares a los que no se puede llegar. Llora por dentro, pero al mismo tiempo se alegra de poder contemplar algo tan hermoso. No es para él, pero sigue siendo algo bello.

Así que suspira y se dispone a hacer lo que sabía que antes o después tendría que realizar. Con ojitos de despedida lanza una mirada cargada de emoción hacia un territorio lejano pero al alcance de sus dedos. Aunque tampoco quiere hacerlo sabe que debe resignarse ante lo incambiable.

Sabe que tantas veces como pruebe a tocarlo tantas se tornará polvo. A pesar de ser consciente de que no debía visitó, sin visado, el lugar del que ahora se exiliaba voluntariamente. Hubiera querido quedarse pero su auténtico lugar lo reclamaba para sí. Solo para sí. Un sitio de sueño y palabras, de miradas dormidas y ojos despiertos.

No obstante tampoco puede negarse que de vez en cuando volverá a las puertas, viendo al otro lado, como un perro a los pies de la cama de su amo. Esperando. Esperando en vilo, constante, fuerte. Complacido por haber visto algo tan hermoso que es bello aunque no sea para él.

Aún hay tiempo para todos y para él para soñar. Por eso ahora se da la vuelta, con el gesto serio y sereno, para emprender el camino hacia su parcela, su auténtico emplazamiento. Y cuando entre sonreirá para sí, y no dejará de hacerlo cuando vuelva la vista atrás, hacia el lugar del que acaba de marcharse.

Le encantaría poder desplegar unas poderosas alas para sobrevolar todo su reino.

10/07/2007

En compañías de soledad discurre el Ebro por mis adentros. En barcos de papel navegan mis recuerdos río abajo, y yo con la certeza de que en el horizonte veré crecer de la nada la basílica de El Pilar. Caminar por entre la niebla que arropa la ribera del más caudaloso de España.

Arrastrando los pies por el suelo ajeno me traslado a los adoquines de la vieja ciudad, al pavimento lamido por el cierzo del puente de Santiago. Ese cierzo castizo que araña a ráfagas hasta los cimientos del alma haciendo temblar tu cuerpo mientras intentas subir un poco más la cremallera del abrigo.

Y seguir, calle abajo, dejando a la derecha el parque en honor al que aguantó el tipo contra los de Napoleón. El lago se balancea como una aparición también revestida por una humedad vaporosa y la farola de siempre, la que nos alumbra cuando vamos, sigue emitiendo convulsos haces de luz. A lo mejor algún día la arreglan.

Cruzando las anchas avenidas del barrio que comienza recto y hacia el norte desde la renovada Chimenea te das cuenta de que has dejado atrás el parque. Oculto por entre las callejuelas que guían a dos colegios vecinos y en discordia sonrío en mi memoria. Llego a la antigua calle donde viví hace unos años, mirando desde lejos a ese séptimo piso acompañado de la primera del alfabeto. De cuando padre compartía su sangre con los de este lado.

Paso de largo, tirando hacia adelante, desembocando en la avenida con nombre de pintor sureño. Cogiendo hacia la izquierda para llegar al puerto al que arribarán en barcos de papel todos mis recuerdos. Sentados a la mesa, bebiendo de jarras y vasos, vistiendo sus rostros de sonrisas y alegría. Estando en casa, en el bar de todos los días.

Para que no camine mucho más en compañías de soledad. Mis amigos ahí, esperando a que les diga de jugar al futbolín.

10/03/2007

Es no estar pendiente del teléfono porque sabes que volverás a su voz. Es no necesitar su número porque tienes la certeza de que tus ojos se llenarán de nuevo con su mirada. Es no tener miedo a pensar constantemente en ella preguntándote si será mutuo. Es tener guardada en la mochila su última carta para sentir que va contigo.

Es comprender que te comprende como tú a ella. Es compartir inquietudes. Es observar embelesado el vuelo de sus secretos sin querer cortarles las alas. Es mirar el cielo de sus pupilas al caer en el silencio sin querer convertirte en su sol. Es que se convierta, sin que te des cuenta, en la luna del tuyo.

Es darse cuenta de que cambias. Es cambiar sin apenas darte cuenta. Es sonreír a las penas para alegrar a la tristeza. Es saber que te saben. Saber que te esperan. Esperar que te encuentre en cualquier momento. Es en cualquier momento esperar encontrarla.

Es estudiar su caligrafía. Es imaginar que eres el contenido de sus palabras. Es contener las palabras en el corazón y sostenerlas en la mano abierta con la palma hacia arriba para que cualquiera pueda verlas.

Es desear a cualquiera lo que sientes. No sé cómo se llama, pero sé que eso es.