5/21/2008

Ayer estaba en un sopor terrible, de pena y tedio, que me tragaba el alma como las arenas movedizas fagocitan una vida. Me quedé sin aire caliente bajo las alas. Ayer te encontré ahí.

Esta noche he tenido un sueño fantástico, maravilloso, dulce, alegre, renovador, que me ha hecho tanto bien como un incendio al Fénix. Y ahí has estado tú.

Por la mañana me he encontrado en un estupor magnífico, dichoso, eufórico, y me he creído sal jugosa en la espuma de las olas del mar o, si no, romero o basto espliego de los montes rudos y pardos del Prepirineo aragonés. Aquí también te he descubierto.

Y ahora, ahora mismo, te siento a cada instante. Porque desde ayer a esta parte he pasado por todos los estados de la existencia, y en ninguno sin encontrarte.

Por eso, ahora, estás tú.

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