7/21/2008

Seguramente me decepcionaría saber que no estoy loco, que mi cabeza no funciona como el resto. Seguramente me vendría bien no ser, en una parte de mí, gran parte según ahora creo, tan pretencioso.

No hay manera de saber cuándo se ha cruzado, ni de saber cuándo lo han hecho los demás. Solo puedo quedarme pensando, como ayer, atrapado en el calor del coche de un amigo, yo sentado donde el copiloto, escuchando música, mientras él iba a por el ordenador de una amiga para arreglarlo.

Vi dos gatos entonces, juntos, uno negro y otro gris rayado, y pensé lo duro que sería para cualquiera de ellos que lo separasen del otro. Y me fijé en las ramas de los árboles, y en que apenas se movían, salvo por el aire que llamaba a tormenta y, al final, no dio nada.

Tan solo yo, sentado, ahí, sudando... Inspirando el olor del coche tan distinto después de que la chica hubiese entrado. Tan distinto al de mi amigo y mío. Solitario uno, escuchante y orador de voces el otro.

No sé por qué cojones estoy tan empeñado en vislumbrar sombras, en tocarlas con los dedos, en averiguar su forma... En hacerles el amor y saber si tiemblan, se emocionan y lloran. Para saber si comparten algo de mí entre ellas, o algo de cada una de ellas conmigo.

Con las ventanillas bajadas, el acelerón en segunda y la música sonando, la cosa cambió un poco. Él siguió en un silencio más fresco y yo, yo nada. Gritaban un poco más.

7/18/2008

Soy esa sombra de la inquietud, la figura melancólica, la misma nostalgia. No he fumado en mi vida, pero he hablado con más rubias de las que puedas imaginarte. También sé de divagaciones, de tonterías, de mirar a través de la ventana del autobús buscando al amor de tu vida, la chica en la parada, o apoyada contra la espera del hombrecillo verde, o corriendo el riesgo innecesario pero firmemente alentado por la vista: puedo cruzar, no viene nadie.

Sí, he hecho muchas de esas cosas. He visto llorar a los maniquíes cuando toda la gente pasa por delante de ellos sin verlos, en su macabra desnudez, con el alma de cartonpiedra expuesta en una vitrina de color y luz, de exaltación colectiva. Y he llorado con ellos por dentro.

No es fácil ser inspector de policía, y mucho menos con un hijo de puta como el comisario Carmona pegado a mis zapatillas. No llevo zapatos, no me gusta. Por muy bajo que sea el tacón que llevan siempre hacen un ruidito extraño al caminar, sobre todo cuando lo haces por baldosas. Mira, Enríquez, eres el jodido novato. No me caes mal, ni mucho menos, pero como vuelvas a abrir la bocaza para decir alguna gilipollez, te juro por Dios que tendrás un problema.

Hay trabajo ahí adentro, ¿te enteras? Tenemos a un chaval de tu edad, más o menos, con la cabeza abierta, enfundado en no sé cuántas capas de ropa en un día de verano como hoy. La casa está limpia, sus amigos tranquilos... ¿Te lo explicas? Yo tampoco. Entiendo que hayas vomitado y que pienses que no lo has hecho lo suficiente... Pero, créeme, o te impones a ti mismo o acabarás dejándote el esófago como esas lonchas de pechuga de pavo que venden en las tiendas y que la tele dice que no engordan.

Dicen que muchos de los nuestros ven sus fantasmas en el humo de un cigarro, por eso te he dicho que yo no he fumado en la vida... Porque desde siempre he tenido fantasmas. No me atormentan apenas, e incluso a veces me aconsejan... Les he hecho tanto caso que por eso soy casi como ellos.

Una sombra con una placa colgada del cuello y un boli en el bolsillo; un bloc lleno de notas y un montón de observaciones en la cabeza. ¿Sabes lo curioso? Ni el boli, ni el bloc, ni mis observaciones giran entorno a los informes, odio hacer la puta mierda de los informes. Carmona me tiene hasta los huevos con el protocolo y todas esas historias... En fin, podría decirse que con esto ya me he abierto a ti, ¿no? Espero que a partir de ahora dejes de dar por el culo con la psicología laboral, la terapéutica y lo que coño sea.

No te olvides de los maniquís, Enríquez, no lo hagas... Ellos son tu salvación. Imagínate desnudo, a la vista de todos, sin poder decir qué o quién eres, o lo que quieres ser... Pero no es tu caso, ¿verdad? Quiero que hagas algo. Lo primero es que ni se te ocurra darle un solo chivatazo al comisario; lo segundo es que lo que pasa entre nosotros y la investigación queda entre nosotros y ésta.

¿Ha quedado claro? Perfecto, límpiate la babilla y coge esto, es un caramelo, te arreglará ese veneno que tienes por aliento.

...


7/15/2008

Hace unos meses que lo vi. Desde entonces a esta parte ha cambiado mucho, ni siquiera es el mismo cuerpo como para decir que sí la misma persona. Hay algo que marcha distinto, que a mis ojos salta y éstos dicen que no es propio de él. Sin embargo hay algo que nos une, algo que nos hace iguales en el fondo aunque no en las formas. Somos conscientes de lo que significa autodestruirse.

Si me paro a pensar sobre ello puedo decir que la suya es una forma directa, visceral y rápida cuyos efectos y consecuencias se aprecian a corto plazo, le cuesta responder a veces y existen momentos de miradas perdidas y manifiestas incoherencias. En seis meses ha alterado toda su línea de existencia hacia un pozo de algo que es lo mismo que lo mío solo que desde un planteamiento totalmente opuesto.

Le gusta drogarse, envenenarse el cuerpo para que su espíritu conciba las limitaciones de lo humano. Puedo ver algo en él que lo hace distinto, aunque a veces se contradiga: tiene algo de ritual, de ceremonioso, como si fuera para él un sacramento que se celebra cuando se puede y que se añora cuando las campanas no llaman a la eucaristía, su particular eucaristía.

¿Y de mí? En cierto modo admiro su falta de narcisismo, su comprensión de la levedad, de lo efímero, pero no lo comparto. Podría decir que mi manera de autodestrucción, de catarsis porque, en cierto modo, todo consiste en estar lo más limpio posible, en saber vivir de un modo aséptico espiritualmente aun estando de mierda hasta el puto cuello, es más... No sé, sádica es la única palabra que se me ocurre.

Mi comprensión de la levedad, de la banalidad, es la misma que la suya pero con matices que la hacen mía y que nos hacen maravillosamente únicos. Yo me ensaño conmigo mismo en la misma pregunta de siempre, en ese vacío desolador que deja y que se lleva todo por delante y te hace decir lo que ya sabes pero que, después de todo, alimentas con un ya se verá. Eso es, y después, ¿qué?

Su historia tal vez nunca se escriba, y las mías posiblemente nunca se lean, pero puedo decir que él es igual a mí en la esencia más trágica de nuestras vidas. Los dos tenemos muy claro que no vamos a ser felices nunca, no nos engañamos diciéndonos que lo somos, o que lo seremos, sino simplemente nos dedicamos a hacer lo que creemos justo y merecido para con nosotros. Las vías de escape son variadas.

De pequeño, más que ahora, pensaba que destruir tu cuerpo de manera radical era un insulto, una blasfemia inspiradora de la más terrible de las cóleras... Ahora me doy cuenta de que en cierto modo sigo pensando así pero que, en realidad, no importa el destino tanto como lo aprendido durante el viaje. Siempre, en el fondo del alma, sabes adónde quieres llegar, o intentarlo al menos... Lo totalmente imprevisible es lo que ocurrirá en el camino.

Entonces él y yo acabaremos en el mismo puerto, en el mismo lugar pero en distinto plano si acaso, sabiendo que hemos luchado por purificarnos lo más posible, siendo lo más justos posible, tratando, al menos yo, de adquirir la mayor cantidad de sabiduría a mi alcance, aprendiendo.

Aunque nos engañemos diciendo que hay algo importante todavía, como los amigos y la familia... Los hay, y lo son, pero de un modo distinto: no debemos, bajo ningún concepto, utilizarlos para disfrazar lo que hemos descubierto en un momento u otro de nuestras vidas, sino para liberarnos a través de lo que nos ofrecen, y de lo que les retribuimos.

Lo más importante de todo es saber hacerlo bien, sin tragedias, sin ruidosos desmayos en los tablones del escenario ni sobresaltos en el patio de butacas; no, ni mucho menos, hay que hacerlo discretamente, con dulzura, saboreando la certeza de que cada momento es único en el sentido de que somos volátiles consciencias buscando la, no sé sabe todavía, utopía de la primigeneidad.

Quién sabe, igual estoy tan brutalmente equivocado que tal vez esté ya encaminado hacia la más absoluta, pura, pasional, auténtica, clara, y cambiante de las felicidades, con las contradicciones que esto último implica.

Es, y lo digo en serio, increíblemente ilusionante saber que se dispone de toda una vida para conseguirlo.

7/07/2008

Uno, dos... A corta distancia y se desequilibró desde sus cuartos traseros. Frente a ellos yo, y al que le descerrajé los dos tiros cojeaba de una manera brutal, y algo le colgaba desde el vientre. Lo destrocé y sufría, gritaba, gemía.

La otra bestia, el otro animal, posiblemente su madre, me observó desde sus ojos abisales de incompresión y en sus pupilas vi la mirada más humana con la que he podido encontrarme. ¿Por qué?, me dijo desde su pureza primigenia. Escuché su voz en mi cabeza, y la respuesta la di al temblar desde los tuétanos.

Con movimientos de furia y rabia arrastró con sus fauces a su compañero, o hijo, o lo que dios quiera que fuera, mientras yo miraba lo que había creado tan solo por querer impresionar a mi padre. Un padre que solo me dejaba leer en los gestos que me dedicaba que yo no comprendía nada. Y así era...

¿Por qué lo hice? ¿Cuál era la necesidad? ¿El beneplácito del progenitor? ¿La gloria temporal por ser un camarada entre los hombres de la comunidad? Todavía lo ignoro. Todas las tardes salgo al lugar donde ocurrió aquello, y siempre que llego veo la sangre brotando como un manantial, dibujando en el suelo tulipanes sea la estación que sea.

La memoria no perdona... Y me parece justo que así sea. Aquí llevo, colgado de mi cuello, un pedazo del colmillo de aquel animal, que lavé de barro y sangre inmediatamente después de recogerlo del suelo. Se revolvió con tanta fuerza la bestia que se lo partió contra una piedra.

Lo único que deseo es poder pedirle perdón a la que dejé viva, a la que no me atreví a disparar, a la que no pude, a la que no quise porque no debía, porque desde el principio no debía haberlo hecho. Porque era evidente que sufriría al hacerlo. Que sufriríamos.

Me equivoqué, y ahora espero algún día ser redimido. Espero que sea suficiente poder ver a esa criatura y decirle que he comprendido que los bienes de la tierra no se nos ofrecen por el triunfo personal ni por el beneficio propio.

Todas las noches froto este colmillo con un paño en el que enjuago lágrimas, donde bailan las letras de una disculpa. Por eso brilla tanto... Por eso no olvido, por eso quiero encontrar a quien de veras le pertenece.

Nunca podréis imaginar el sonido de mi vida al impactar contra el suelo cuando vi cómo arrastraba con esa determinación el cuerpo de su compañero ya casi muerto...

7/04/2008

Resulta que tal vez no quiera ser el vestidor que adecue en presencia a los oportunistas que quieran hacer de las suyas las putas más codiciadas. Que a lo mejor no quiere ser la causante de mal amor y doloroso olvido en el escaparate que da a la calle y desde donde enseña sus discretos encantos, escondidos tesoros a los ojos, que desde el rincón oscuro ven la luz que alumbra a los advenedizos.

Igual no quiere ser la diosa aparente y hermosa, la ninfa amable y presumida que todos creen ver en los pedazos más sobados de su esencia.

Puede que yo tenga razón y que disfrute siendo el infierno con miradores de lujo hacia la gloria de las nubes, de las noches en calma o las mañanas de tormenta. Quizás no me equivoque y encuentre su razón de ser en que alguien se vuelva un crápula y reviente todo lo que manda, lo que está de moda, y se cargue las tendencias, para conseguir que los hombres encuentren sueños en lo diario.

Porque a lo mejor no está para ser un lujo de unos cuantos sino el patrimonio de muchos, para que gracias a la inmortalidad de su espíritu no se deteriore la memoria que crea a todo un pueblo, para que desde ahí se sepa encontrar la manera de dar con la magia de reconocer a ésta hasta en lo más adverso.

Y no para engañarnos, ni para decirnos tomad una tierra prometida que ha sido engendrada por otros cuando me violaron, sin que yo pudiese hacer nada porque, después de todo, fui creada por los hombres.

No quiero un Edén sin sacrificio, no quiero artificios, ni paja sino trigo. No me parece justo que sea así... Que no nos ayudemos de ella para ayudarnos.

Me duele sentir que ya no es ese vestidor para egos inflamados de vanidad, ni el maquillaje para los próximas concubinas de las listas de éxitos o los más vendidos sino que buscan convertirla en la reina del casposo burdel del intelectualismo... Me duele saber que le hayan roto por dentro.

Pero, por suerte, aún hay locos que ven en ella lo que yo. La llave para aprender a avanzar por muy empinado que sea el terreno, por muy duras que resulten las frases, las palabras, del mensaje que alguno de esos del inicio de este párrafo quiera transmitir.

No... No me parece justo que se le esté perdiendo el respeto a la diosa de los que se nutren de palabras, de sensaciones, del propio mundo y de cuanto los rodea hasta que se les entumecen las entrañas.

Los que lloran cuando reconocen en lo que leen lo que bien podría ser una epístola hacia ellos mismos desde el puerto de ninguna parte, los que sonríen cuando hacen suspirar, los que no pueden dormir sin llevarse al menos una página al espíritu antes de acostarse.

La literatura no vale nada sin la definición de ser humano y todo lo que ésta implica: la oscilación constante desde la vergüenza hasta la increíble maravilla.