2/26/2006

Es cuando las luces se apagan el momento en el que la inquietud asoma. Es cuando resuenan a lo lejos los ecos de los pasos que se alejan el momento en el que algo recorre tu estómago y lo alicata de nervios, de ansiedad e incluso de ilusión.

Es en ese momento cuando el miedo instintivo te acecha, y consigue apoderarse de ti. Sin embargo no es un miedo malvado, sino un miedo que te posee del mismo modo en el que puede un amante poseer a su media mitad fundiéndose en un solo ser compuesto de dos cuerpos.

El momento en el que la oscuridad es tan densa que solo cabe esperanza para que una luz irrumpa de repente en ella y quiebre, de forma brutal y sin ceremonia, la quietud mortecina que hacía expirar al mismísimo tiempo. Es ahí cuando emerge la duda de si será mejor mantenerse a oscuras porque quizás lo que se revele sea mucho peor.

Me quedo aquí, escribiendo, con ganas de ducharme mientras escucho los pasos que se alejan dejando un eco en mi cerebro que consigue alicatar las paredes de mi estómago con pequeñas baldosas blancas de nervios incoloros, de ansiedad transparente e ilusión invisible.

Me quedo aquí, escribiendo, con una sonrisa absurda, con una melancolía propia en lo ajeno, en el interior de lo externo, asentada en mi propia mente, en mi consciencia y autoestima. Y al acabar, llevo mis manos a mi rostro, simulo el gesto como si me fuera a lavar la cara con agua y me doy cuenta de dos cosas. La primera es que soy un ser de dos cuerpos resultado de una posesión delicada y deliciosa, consumada por el más sigiloso y seductor de los amantes; y la segunda que mis manos huelen a mis genitales.

Tengo miedo, estoy a oscuras y no sé si la luz irrumpirá de una vez y sin ceremonias.

En el cielo se ha formado una mezcolanza de grises. El caldero borboteante rebosa, la espuma se consolida en forma de manto inexpugnable. Brilla Helio por su ausencia, no sé nada de lo que es el cian; la plataforma azul queda protagonista de huelga.

El frío gime, los charcos salpican. De más arriba de los tejados y los edificios sombríos llora la melancolía de la primavera. No hay hojas, es como si el tiempo estuviese detenido, como si la vida hubiese decidido huir...

Sigue lloviendo, sigo con tormentas en mi pecho. El día invita a la reflexión, la reflexión nos conduce a la menlancolía. Nacimos para morir. Vivamos de tal forma que no lo hagamos en vano.

2/24/2006

Sientes miedo, ¿verdad pequeño? No importa, voy a mostrarte algo. Vamos juntos. Yo abro la puerta, tú miras el espejo. Somos la misma parte del complejo simétrico de nuestra diferencia. Un extraño yinyan.

Tus lágrimas son mi sangre, mi sangre tus dudas, tus dudas mis deudas, mis deudas nuestros pecados. El horizonte inalcanzable del futuro aguarda nuestra llegada heroica, nuestro logro final, un futuro que nos aguarda porque sabe que nunca llegaremos.

Acércate, acércate un poco más nos indica el espejo. El espejo quiere que vayamos. Acércate tú, a mí me da miedo, vayamos mejor de la mano. Tienes razón, compartamos mejor nuestra cobardía, cobardes enteros, valientes a medias. Tan solo es un matiz.

Oye, ¿qué ves? No sé, solo es cristal. Yo veo algo... ¿No crees que está emergiendo algo de ahí? A qué te refieres... Es que... Bueno, olvídalo pero parecía que la superficie de cristal estaba convirtiéndose en algo líquido.

Sí, yo eso lo he visto. ¿Has visto algo más? Sí, creo que he visto algo más. ¿Y qué había? Nada, no había absolutamente nada. ¿Y algo más? He oído mi propio llanto, después he escuchado cómo caías desangrado.

Quieres decir que ya estamos muertos, o que vamos a morir, ¿no? No, quiero decir que el espejo nos ha revelado que nunca existimos. Quieres decir que nunca estuvimos vivos, ¿verdad? No, quiero decir que nunca existimos.

Ya veo, ni siquiera un recuerdo. Peor, ni siquiera el olvido.

2/22/2006

Con un leve gesto de la mano quiebro los sedimentos del tiempo apelmazados en el aire enrarecido del aula. El tedio insípido, inoloro también, se ve perturbado por mi movimiento distraído. Se ha desatado una tormenta; he desatado una tormenta.

Eolo sopla con fuerza en mi mente, su viento salvaje alimenta las llamas feroces de mi mansa locura, incentivando así la licantropía oscura de mi corazón y mis alientos. Frívolo, oscuro y transparente, me observo cayendo en la decadencia del mundo ajeno.

Solo soy paja y hierba seca para ese fuego, si yo fuera agua él se haría planta, solo le interesa alimentarse de mí. Si cierro los ojos me promete que veré mejor, me seduce con dulces palabras, me obliga con imperiosos mandatos. Qué voy a hacer si me insinúa que si junto los párpados, cubriendo mis ojos con un fino y liviano velo de carne, podré sentirte más cerca que si te tocase con mi piel.

Es un cáncer, la apatía ególatra, los no muertos arrestados de su cuerpo, jugando a ser vivos, intentando ganar fingiendo vivir, deseando estar secos y enjutos en un traje de carne y piel que se quedó viejo para sus espíritus raídos por paradójico desuso.

Ya despunta el sol, ya amaina la tormenta, las cenizas de mi ser anhelan la lengua ígnea del desequilibrio. Bendita licantropía, tengo hambre, dame de comer.

2/20/2006

Esa nube gris y blanca amenaza mi cordura, el cielo azul la dota de una profundidad insondable. ¿Una nube puede ser más grande que el mundo? En caso afirmativo, ¿cuántos mundos pueden caber en la nube más grande? ¿Cuánto ocupará mi ciudad si la incorporo a una nube?

Los hilos protagonizan un baile macabro, escudado en el Destino el titiritero avanza. La providencia escapa, el desequilibrio asoma, se vende barato, como la solución a todos los problemas. Un saco de magia aparece en mi puerta, acabo de abrir mi mente a los sueños.

Existe un virus que flota por la atmósfera, la negligencia de la vida se manifiesta como muerte. No comprendo nada, solo comprendo que el mero hecho de existir me otorga el derecho de decidir cómo encajar las piezas de este puzzle.

Sois las marionetas de mi locura, yo soy la locura de mi marioneta. El viento no ruge, ataca a traición gélido y voraz. Tengo una solución... Cogeré el saco de magia, subiré el volumen de la música y traspasaré de nuevo la puerta de mi mente hacia mis sueños.

Buena suerte.

2/19/2006

Con los ojitos curiosos sin cabida para la tristeza, la cabecita apenas poblada de cabello y la piel blanca, casi alimentada aún por el líquido amniótico de vuestra madre. La inocencia cala hondo en vuestros huesos, ese baño transparente lleno de juguetes os recordará la calma cuando la tormenta se avecine.

Odiaréis a la muerte con la misma fuerza con la que amaréis vuestras raíces, os rebelaréis contra vuestro origen cuando la razón os seduzca con la posibilidad de ser más sabios que quienes os concibieron. Juraréis no enamoraros jamás, en vaga mentira y masculino ritual, cuando un amigo llore por desamor y olvidaréis vuestra promesa cuando una princesita os despierte, en un leve sopor, de vuestra infancia.

Os aferraréis a vuestra vida en la adversidad y en rabia os confesaréis odio, como Caín a Abel, siendo así demostrado el amor que os tenéis el uno al otro, el amor que la sangre entrelaza, que vuestra génesis teje en vuestra consciencia todavía inconsciente.

Seréis inspiración para un loco escritor vagabundo de sí mismo, seréis gloria para vuestra familia y alimento de sus sueños. Seréis la esperanza del futuro, y el arrepentimiento del pasado que no os conoció.

Sois el tesoro de vuestros padres, la verdad de su vida, la risa y las lágrimas de su alegría, el motor de su sufrimiento y su preocupación. Papá callará su angustia besando a vuestra madre cuando la adolescencia os llame a salir de vuestro hogar.

Pero ahora, sois dos criaturas casi sin forma definida, tan lejos de ser niños, a tanta distancia de ser hombres. Sois el sueño de la vejez, la impotencia de la muerte.

2/16/2006

Este aire tibio revivirá a los muertos que dejó el invierno, este aire impregnado de aroma a recuerdo, lleno de ilusión; la temperatura es magnífica. Se prepara la Tierra para parir a sus vástagos de verdor imprescindible, las nubes se presentan anunciándose cargadas del fertilizante milagroso que fecundará la vagina vital de Perséfone.

Mañana clara de cielo azul pálido que despunta desde mi alma, la cual siente envidia de mis entrañas, de mi corazón y mi garganta; para regocijarme en risa, es mi espíritu quien canta.

Vamos, despierta, es un amanecer perfecto, un derroche de oro en destellos mezclados en tus ojos, yacimientos profundos de plata líquida y fundida. Despierta, pequeña hada, que mi algarabía se sume en locura y ceguera. Venga, ¡ despierta ! Que en esta mañana de febrero ya se anunció la primavera.

2/14/2006

Se han derramado las arenas del tiempo, un arcón de lágrimas ha dejado ver cómo caía su contenido sobre el cielo infinito colmando de estrellas la noche de tus piernas. Mi alma rota busca en secreta compañía la unión prohibida que tiene en confidencia, nunca creyó en mí, yo le confié que estaba enamorado de ella.

Mi ego absorto en absurdez y borracho de ridículo me contempla con una sonrisa en mi cara afeitada, asegurando mi estupidez apostando alto, todo, a una carta. He entrevistado la rabia discreta, con intención de hacer daño, vestida de broma transparente, con enaguas de resentimiento y rencor abstracto, sin nada sobre qué fundamentarse, con todo en lo que descargar.

Esa frase afilada revestida de veneno primigenio de serpiente astuta, letal y enfadada, aún juguetea con mi saliva mezclándose con el sabor de este chicle de menta. Tres por un texto, uno para tres. Una mente endiablada, un niño exorcizado. Un loco que despunta y emerge, como el sol de la mañana, de la selva de su cordura.

A veces me duelen tus besos, otras me duele dártelos. Sentir tu lengua espía por entre mi boca, analizando cada recoveco de mi paladar, entre mis dientes, cada escondite secreto incluso para mí mismo, hace que me preocupe.

El morbo aciago de lo nefasto acentúa mi conocimiento escaso y mi experiencia inexperta en culpabilidad, en existencialismo extraño, de bajo valor y alto precio, mientras pienso en qué estoy haciendo, si aprovecho el tiempo o lo estoy perdiendo.

Pero soy humano al fin y al cabo, y como tal temo, más que vivir solo, morir sin estar acompañado. Estirando obsesivamente algo que posiblemente no dé más de sí, empeñado en obtener una elastacidad considerable de un tocón de madera. Absurdo.

No sé qué debo hacer, si es ilegal lo que deseo, si es amoral, peligroso o indigno. Pero lo deseo, y mi corto entendimiento me asegura que no es malo, que al menos a tal efecto sigo vivo, moldeando en mi torno, observando cómo se evaporan almas anaranjadas mientras se mezcla la sangre y la carne, el aire y el cuerpo, de otros que quizás no quisieron avanzar.

A pesar de todo no me incomoda saber que la frase que más digo es que no sé.

2/12/2006

Acércame ese agua, un poquito de arcilla.. Ya lo tengo, ahora moldearé el tiempo en el torno de mi locura, de alfarero suicida y kamikaze ciego. Llenaré el ánfora con futuro incierto, la dejaré secar al sol del presente y el pasado escribirá grietas en la estructura del barro cocido.

2/10/2006

Sabes que sé que te debo unas palabras, un texto, un algo romántico, aunque sea sucio... Lo sabes, y aún así, y justo ahora, me dices que espere, que ahora vuelves... Mientras tanto veo esa gotita de sudor que te resbala por la piel, robando el aire de tu carne, esa carne que ansío mía, ese tacto que paliará la rugosidad de mi alma.

Curiosea con tu espalda, y se recrea en cada milímetro.. Es como si designase el camino que mi lengua perdida de locura habrá de recorrer para complacerte.. Te complaceré si hago lo que quieres, pero no soy dueño de mis actos.

Tengo toda la consciencia concentrada en ti, y mi humanidad se resume en el mismo lugar donde se concentra toda mi sangre, aprisionando mi raciocinio en apenas unos centímetros de ancho y otros pocos de largo.

Sabes que mi objetivo para ser libre no va más allá de quitarme el pantalón, prisionero de una prenda de tela, nunca me he sentido tan ridículo, ni tan si quiera cuando me sujetas a tu ritmo. Bien, me da igual, me pides que espere pero no puedo...

Veo cómo trepa el oxígeno codicioso del cuarto por tu pierna cobriza, estás desnuda, y se cuela por todo tu cuerpo, no tienes escondites para él, y eso me hace ponerme celoso. Entra una luz de plata por la ventana, me dibuja una sombra azul y una silueta blanca.

No quiero sábanas, por no querer no quiero ni colchón a pesar de que haga falta, lo único que mancha este momento es que sea de noche, porque mi olfato pierde detalles, mi lengua los acapara y mi memoria sin ojos es pájaro sin primavera.

El fuego de tu interior me arde en las manos, creo que no puedo evitarlo, necesito fundirme en ti necesito que te quemes con mi hielo. Somos opuestos, solo nos iguala el sudor, nos separan los nervios.

Este ritmo mortal acabará por secarme los huevos, no quiero parar... En tu boca he visto palabras que quiero tragarme con tu saliva, en tus ojos he visto promesas que quiero llevarme con mis besos. En tu cuerpo veo el corazón que dará vida al mío y color verde a mis venas y rojo a mis entrañas.

Puede que no seas real, pero tú haces que yo deje de ser una mera fantasía. Ven a mí, te quiero.

2/09/2006

Míralo ahí, retorciéndose feliz, apretando sus manitas infantiles dentro de ese cuerpo robusto. Qué inocente, estirando sus pequeños músculos contra el aire, ansiando rozar el cielo, su cielo, que no es más que el corazón al que pertenece.

Es tan agradable, tan relajante, observar cómo discurre su saliva por la comisura de sus labios.. Duerme, duerme tranquilo el pequeño, soñando con algo que nadie sabe, tan solo la mente a la que pertenece.

Sus ojitos transparentes dejan entrever las penurias de un espíritu ajado, de un espíritu luchador curtido en mil batallas, de las cuales perdió novecientas noventa y nueve. Y sigue ahí, ¡Mira! Fíjate cómo se da la vuelta... Qué piel tan blanca, ¿verdad que sí? A pesar de todo...

Tiene la carne rosada, con pequeñas mollas que recubren las articulaciones, a penas ha crecido... Sigue así eternamente... A mí me da esa sensación... Atento, observa... Está moviendo los pies! Pobrecito, nadie puede entenderle.. Pero le da igual...

Míralo, ahí sigue durmiendo. Seguramente le pasará como a todos.. Despertará cuando la mente a la que pertenece sea demasiado vieja, y el verdadero cuerpo ya esté seco y deshidratado. Pobrecito, no ha podido salir, no le han dejado salir.

No pierdas detalle, ahora se evaporará... ¿Lo ves? Mira cómo se mezcla la sangre y la carne, el aire y el cuerpo.. Sí, eso anaranjado es el alma. Date prisa, otro hombre ha muerto. Recoge a ese niño, ya ha salido de ahí.

2/06/2006

Seré yo, entonces, quien deba ser el que la haga sonreír. Mas no crea que me disgusta pues de buen grado acepto tan delicada misión, aunque no se engañe... No puedo rendirme, a pesar de todo.

Porque yo sé de un lugar donde todo me pertenezca, ya sean los pétalos de tu boca de rosa o el aroma de tu piel de canela. Que en tierra seré yo el poeta, pero yo soy tu eterno cuando aprieto la cabeza contra la almohada.

Si no se me rompe el corazón en curiosidad más que cuando es duda de qué hiciste con él cuando tejía yo las palabras, que te dedicaba en verso profano con ilusión ciega y la pureza de un niño, que con inocencia en mano y de manifiesto claro buscaba en el cielo las respuestas que yo en tus labios.

Y aunque creas que soy un suicida no quiero que te llames a engaño, pues mi corazón sufre y mi pulso protesta igual que el tuyo cuando escuchas mis letras con tus manos en el regazo y la mente despierta, en algún lugar lejos de donde yo pudiera jamás llegar a soñar alcanzar y que se encuentra donde él te lleva sin usar las manos pues emplea todo el cuerpo en la empresa.

Soy un pasajero que pilota palabras ciegas. Aunque no nos vamos a engañar, yo sé que soy tuyo cuando sueño que tú sueñas, y sueñas conmigo cuando yo duermo, porque a pesar de todo piensas en él como carne y en mí como poeta.

Pero aún así, me gustaría ser piloto de carne certera y mirada presa, para esculpir de tus ojos las lágrimas que me juren amor eterno mientras él sea el poeta, o mejor, donde él no exista del mismo modo que ocurre cuando contra la almohada aprieto la cabeza.

Es inútil y tan absurdo dejar muerte en papel, de amor en tinta, procurar que el alma resista el empujón brutal por el que tirita que no es más que el delicado manar de entre tus dientes, poblando de oxígeno mi piel mortecina sentenciada a no estar muerta.

De trago en trago, hasta la absurdez más clamorosa, él los besa pero solo yo degusto el sabor, agridulce siempre por estar condenado a ser el poeta. A pesar de todo, y como espero que comprendas, no puedo rendirme, pues algún día comprenderás de dónde proviene la locura de todas estas letras.




2/03/2006

De extraño pálpito me tiembla el pecho. De no sé qué fuego me arde el aire que me rodea, y me quema de un calor incómodo. Se me remueve algo en el tabique de la nariz, donde se junta a la altura de los ojos con la frente, y es húmedo.

Si el llanto llueve de los ojos es porque en la nariz se arremolina la tormenta que alimenta el corazón con una sensación. Me falta el aire y huelo a sudor... Y lo único que deseo y siento capaz de aliviarme, es llorar.

Llorar, por nada y por todo, por nadie y por mí. Pero llorar, para sentirme niño y creer en la redención. Se nota de despedida el ambiente y de apatía la voluntad, me da igual, absolutamente igual...

Quiero notar cómo en menos de un gramo de agua salada se desvanecen los kilos que llevo dentro en no sé dónde y siento que me machacan la espalda.

2/01/2006

Tic, tac, tic, tac... A cada segundo, el reloj me avisa de su amenaza de muerte. Tic, tac, tic, tac. El reloj me avisa de que estoy amenazado de muerte. Tic, tac, tic, tac, y con esta melodía me asegura que el ejecutor no falta, no falla, y que es inevitable.

Tic, tac, tic, tac. Una gota, dos gotas, tres gotas.. Una lágrima, dos lágrimas, un recuerdo, el olvido, tu memoria... Semen en mis manos temblorosas, semen que se mezcla con la sangre de las heridas de mi pecho y mis sesos.

Mi cuarto está a oscuras, apenas veo nada en la penumbra. Solo escucho la cantinela macabra y cruel del reloj. Tic, tac, tic, tac. Una gota, dos lágrimas, tres lágrimas, mi mejilla permanece seca de insensibilidades.

Mi mano no tiembla, mi semen permanece en su lugar, la sangre caliente borbotea como el aceite de un caldero, como el hierro fundido en la fragua de un herrero homicida. Tic, Tac. Me duelen las costillas, una jaqueca se abre hueco desde mis oídos hasta el centro de mi cráneo.

Tic, tac, tic, tac. Estoy amenazado de muerte. Todos lo estamos, pero me da igual. Discurre el pensamiento por una margen opuesta al río de mi vida. Mi creatividad se evapora en la absurdez de una gnosis incomprensible.

Me hierve la piel, me suda el alma. Estoy amenazado de muerte y el tiempo no falla. Tic, tac. Pero mi cuarto sigue a oscuras, y a mí me da igual. Tic, tac. Tic, tac... Qué desconsiderado, qué sádico mensajero fiel, leal a toda costa. Recreándose en la eternidad de su inanimación, en la eternidad de ser inerte.

Pero no lo sabe, solo es un mercenario audaz pero estúpido, solo un osado Miguel Strogoff, sin nada que hacer que recordarme que estoy amenazado de muerte al endeudarme hasta no sé dónde por nacer.

Me crujen los huesos, y despunta mi adolescencia adolecente en marquitas blancas que emergen de mi carne. Tic, tac. Estáis amenazados de muerte, a mí me da igual.