1/21/2006

Me duelen los huevos de recordarte y el corazón me aqueja por derramar el alma sobre las sábanas. Harto de cansancio el cuerpo, comido por esta enfermedad mortal. Desnudo, sobre la silla, escribo al ébano del cielo.

Reptando por tu olor a olvido y el sabor a soledad que me dejas en el paladar con tu lengua. La saliva pálida de sinsabores y el techo blanco de miradas perdidas, de pupilas viendo atrás en el recuerdo.

Qué magnífica canción, qué tremenda explosión bajo tus caderas. Déjame anda, déjame dormirme entre tus piernas para soñar con mi engaño, si no sé por qué seguir y no tengo por qué parar. Se me llena la nariz del recuerdo a verano, con ese perfume infiltrado de noche primaveral.

Déjame dormir entre tus ojos, no quiero volver a despertar.

No hay comentarios: