1/19/2006

Me ahoga en silencio la culpabilidad ingrata que habita en mí, junto con tu pasado. El recuerdo amargo me divide; la locura me tienta, flirtea conmigo y me ofrece a la rabia. Negociando un trato entre la ética y mi libertad; para deshacerme de la idea que me convence de que yo fui culpa y causa. Cualquier interrupción es una distracción para el descanso que ansío.

Mi estómago paga el precio de la angustia ciega, en blanco, de memoria perdida; embarrada de fango y estiércol, de mierda, de rencor. La fuerza del secreto callado para no dañarte puja contra mis entrañas para salir; no quiero herirte pero estoy muriendo en consecuencia.

Te odio, joder... La vergüenza de pensarte en el clamor del abandono y la comodidad de culpar y lavarte las manos en vómitos de alcohol y lágrimas de desamor. No puedo preguntarlo y al no hacerlo me duele el corazón. Elegiste un camino por el que me dejé arrastrar, me cago en mi puta cobardía.

Reclamo a la rabia, al llanto salvaje, a la locura, al odio, al valor, me requiero a cada instante, deseo reventar el mundo y volver a llorar, y a gritar solo del todo, de nuevo, desde el aislamiento profundo, al vacío del olvido y la plenitud de la nada.

Vomitar en sangre coágulos de ira, de venganza, del autoestima demacrada en mis conjuntos, de la calavera fibrosa y carcomida de mi incomprensión e incapacidad. Porque deseo caminar hacia ningún lugar, sin explicación alguna ni destino u objetivo. Sin más meta que viajar hacia mí mismo y olvidar que fui cerebero para concentrarme en corazón.

Ya se ahonda mi pecho en suspiros, estoy fatigado de impotencia y me dule la boca de apretar los dientes contra ellos mismos; y los ojos entornados hacia adentro pero con la mirada hacia afuera, igual que el miedo, invisible en lo ajeno.

No me quedan más náuseas y he agotado las arcadas, me tiembla el pulso, me vence una desazón inabordable muy parecida al alivio... No sé dónde me encuentro ahora mismo... Este es el momento perfecto para caminar hacia ningún lugar, hacia ningún destino.

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