1/06/2008

Tibio el sol en el rostro, esta tarde de presagio con ganas de primavera me sorprende, y al levantar la vista un poco sueño con árboles vestidos de esmeralda, pero en realidad siguen con el bronce otoñal que se durmió en sus ramas, parodiándolos de gris en un invierno desatento. Las hojas de tan secas parecen ceniza coloreada de papel viejo.

En esta tarde de presagio vuelvo a mi memoria, para dormirme en las curvas que tu cuerpo hacía en tu camiseta gris, y recorrer los pliegues de tu falda, otra vez con mis manos, otra vez en cuerpo y alma. Anudaré las penas de mis ojos con tu lengua al dibujar mis labios, y confesaré secretos a la luna que acabará por contarte, tal vez, resumiéndolos en dos palabras.

Más tarde, cuando conozca tu anatomía y sean pocos los misterios de tu espíritu, acariciaré la imagen de tus manos, cubiertas sutilmente por unos guantes negros, donde hallarás en su calor, a lo mejor si lo deseas, las sonrisas de todos estos días.

Las sonrisas, los mordiscos, y los mundos que chocaban al unir tu pecho con el mío. Luego, en los rincones del aire que nos separaba encontraré los besos que me llevo de ti, mientras mi nariz reclama la tuya, y mi boca tus párpados, y mis ojos tus pestañas.

En esta tarde de presagios no anhelo mayo ni abril, renacer de la tierra que constantemente siento en mí.

1 comentario:

saudade dijo...

Palabras tiernas, pasionales, descriptivas, enlazadas, hermosas.
¿Te definen?

Un saludo :)