1/16/2008

Entro en la habitación y lo veo. Con la cara de idiota, en un viaje rápido a sitios lejanos de donde estamos. Tengo que hablar con él.

- Tú, dónde está tu hermana. - No hay tiempo para cortesías. Creo que hago bastante no insultando a ese cabrón. No me contesta. Encima con tonterías. - Pero a ver, ¿de qué vas, imbécil? Que dónde está tu hermana, he dicho.

Y sigue ahí, mirándome, como si yo no estuviera. No le he roto la cara por miedo, y así se lo escupo. - No te doy de hostias porque me arriesgo a pillar el bicho con tu sangre, gilipollas. - Lo tengo cogido por el cuello. Sus pupilas se han empequeñecido. Por fin reconoce que me ha visto. Sonríe. Pero sonríe como los payasos. Porque sí. Es una sonrisa que no tiene retorno, la de la lucidez del que está mentalmente destrozado.

- Ehh... Tranquilo, hombre... Que yooo... Que yooo estoy aquí muy bien joder... - El cabronazo quiere jugar y no hay tiempo.

- ¿Dónde está tu hermana? - Repito. Huele mal. Apesta. Seguro que ha traído a alguna fulana de mierda que le estará haciendo lo mismo que él a mi cartera. Pobre desgraciado.

- ¿Mi hermana? Me da igual esa zorra.

- A la próxima te pateo el estómago. No ha ido a clase. No saben dónde está.

- Te jodan capullo.

Sigo viéndolo más allá que aquí. Me da tanto asco como pena. El miserable se permite el lujo de perder el tiempo. Sabe que si me contesta está jodido.

- ¡Que me lo digas! - Rodillazo a la boca del estómago. Joder, ha vomitado... ¡El muy imbécil ha vomitado! Casi ni se mantiene en pie. Levanta la mano para que no siga. Ha visto mi ademán y ha sabido leer que ahí le iba otra. Balbucea.

- Entiéndeme tronco... Que esto... Esto es muy jodido tío... Que tu no saes la mierda esta lo jodida que es, tio dame algo... Que no se donde esta mi hermana tío que se lan llevao que yo tenia que ponerme joe que estoy de puta pena y la Marian - la puta que estará, seguro, ahora mismo, abierta de patas, con la lefa de este payaso goteándole por las ingles mientras busca una parte virgen de alguna de sus venas. - Joe macho ayúdame que soy legal...

Me estoy poniendo enfermo. Solo quiero saber dónde está su hermana... Si dispusiera de tiempo le partiría las sillas de la casa, una por una, en la cabeza. Y a "la Marian", como dice este, otra de lo mismo, pero con la tapa del váter.

- Que me digas dónde está. Que me digas de una puta vez quién se la ha llevado, coño.

- Se ha ido a la calle. - ¿!A la calle?! Tiene que estar de broma.

- ¿!Has mandado a tu hermana a la calle?! No puede ser, ni de coña... - Se está riendo, el muy desgraciado se me está riendo.


- ¿Alguien tiene que pagar esto, no? Y yo... Ya sabes questoy mu enfermo...

- ¿Quién se la ha llevado?

- No seas brasas joe, y dame algo anda... - No se entera. Este no se entera de la misa la media.

- Si me dices dónde está, te pago el mejor jaco que hayas visto en tu puta vida. ¿Te hace?

- ¿Jaco? ¿No mestarás llamando yonko, no? Porque cojo y te meto que yo de esas mierdas no pruebo joe que yo solo suave que mestoy quitando y lo saes joe... - Me cago en su puta madre.

- Venga, hombre, que no me vas a engañar. Si me lo dices te dejo aquí el resto de la pasta que te has dejado de mangarme. A ver, no hay tiempo, ¿vale? Dime dónde está y te doy la pasta... Punto.

- Acaba dirse, a la calle, co... Si te das prisa la coges, ¿que no? ¡Marian! - Está llamando a la puta de mierda. No contesta inmediatamente y deseo que se haya muerto de sobredosis. Que se haya matado con un puto pico para el bien de todo el jodido barrio y por el suyo propio. - Quel pringao de mi cuñao nos pagal pico que dice que vaser el mejor de nuestra puta vida. - La puta contesta. Ahora me vuelve a mirar a mí el miserable. - ¿Eres mi cuñao, que no?

No puedo contenerme. Patadón en las costillas y que le den por el culo.

- Y el pico te lo paga tu puta madre, maricón. Ah, no, que la mataste del disgusto. Eres un asqueroso. Has mandado a tu hermana a hacer la calle. Hijo puta, si le ha pasado algo, por mi viejo te juro que te destrozo a palos.

- La pasta, pringao... La pasta, !hijo puta! ¡Que me roban! !Que me roban! - El cabrón está montando el numerito. Si lo oye gritar el camello la jodo, es su cliente más fiel. Está sangrando por la boca, creo que lo he jodido de verdad con esa patada. Me largo por patas, la puta de Marián se ha puesto a gritar. Me vuelvo por última vez, y veo sus muecas ojerosas sujetas a su cuerpo por una espiga que es más cristal que hueso.


No la encuentro por ninguna parte. Dónde cojones se habrá metido esta tía. Joder... No me coge el móvil. Mierda... No la veo. Le pregunto a "el Jorgito". Es un legal, pero es peligroso. Si le tocas los huevos estás jodido. Si cree que le estás tocando los huevos, estás jodido. Por suerte le caigo bien. Me dice que no la ha visto por ningún "lao" y que lleva ahí toda la tarde. - Pues nada, Jorgito, gracias. Y cuídate. - Me despide con cortesía, la de un gángster de chaleco y botas, de los del trabajo sucio. Me desea suerte.

Arranco el coche y al final de la calle, por el retrovisor, veo a alguien de andares conocidos. Me acerco a toda hostia. Se me acaban de reventar mil mares en los ojos. Es ella, joder. Bajo la ventanilla y grito. Se ha parado. Freno de mano, apago el motor, saco las llaves, cierro.

- Hostias, creía que no te iba a volver a ver. ¿Por qué cojones has faltado estos días a clase? Me han acabado llamando a mí.

- No había comida. Tenía hambre, joder... A mi hermano lo conoce gente que me cuidaría muy bien... - Eso de cuidar muy bien se me clava hasta la columna, pero empezando desde el pecho. Ni hablar de eso. Ni de coña.

- De eso nada, joder. Nos largamos de aquí. Además creo que la he jodido.

- ¿Qué has hecho?

- Creo que ahora mismo tu hermano está a punto de morir por una patada en las costillas que le he dado hace media hora, y Marián estará llamando a la policía. Me parece que a esos dos se les ha acabado el chollo.

- ¿Que te has cargado a mi hermano? ¿Pero eres gilipollas o qué, maricón? ¿¡Pero tú eres gilipollas o qué te pasa!? - Mierda. Le tiembla el labio inferior, y se le arruga la barbilla.

- No quería decirme dónde estabas. Joder, tenía que encontrarte. No quiero que te conviertas en Marián. Dios...

- ¿Y por qué? ¿Sabes que no me alimento del aire, no? Puto subnormal... Es que eres tonto.

- Ya he pensado en eso. Vente conmigo, nos largamos de aquí y a tomar por el culo.

- ¿Por qué crees que tienes derecho a decirme eso?

Me mira a los ojos. Fijamente. Y yo a ella. Quiero decirle solo una cosa, dos palabras, y se me pasan mil por la cabeza. La sigo mirando, y los mares que hace un momento han reventado en mis ojos ahora se desbordan por sus mejillas. Estoy acojonado... El hecho de que haya matado a su hermano es algo que no influye en este sentimiento, lo juro. Es mucho más, algo distinto. No sé pronunciarlo... O sea, sí sé pero no puedo...

Se me abraza. Dios, es el peso más ligero que he sentido nunca. Lo he dicho, pero no lo he pronunciado.

Ahora ya da igual. Subimos al coche, pongo la llave en el contacto, enciendo el motor, quito el freno de mano y nos largamos. Que les den bien a todos por el culo.

3 comentarios:

Soñadora Empedernida dijo...

Increíble. No sé para el autor, pero un desahogo tremendo para el que lo lee; si el que lo lee anda con la mala hostia subida, más aún.


De veras que increíble.

Anónimo dijo...

por aki te dejo un komentario pekeño, para ke te siga motivando :)

la historia en si kojonuda, el final me ha emocionado.
y no, no soy yo de poner muxo estas kosas, ya lo sabes tu, pero ahi keda eso.

Anónimo dijo...

Joder, me ha puesto los pelos de punta, muy bueno, ¡sigue así!, seguiré leyéndote.

Un abrazo, Rubencio.

-Álex