4/16/2006

Una canción. Liberarte y atentar contra tu mundo, tu propio mundo, tu mismo yo. Arrancar a pedazos los componentes del alma y dejarla hecha jirones, como una nube, como las nubes que arañan la luna y provocan mi deseo, mi tentación o mi ansia de ser libre.

Aspirar hasta la consciencia y fluir por entre la sangre como el veneno que la condición humana arrastra. Fluir y expandirme como el ego que me inunda y me aconseja. Decidir mandar todo a tomar por el culo y procurar una catarsis real que me devuelva a mi génesis y no me separe nunca más de ese lugar.

Quiero ser el mismo niño de siempre y siempre quiero ser el mismo niño. Fingir que nada importa, y que no importa que no finja. Si después de todo queda una última bala que arañará la vida de la última posibilidad que se escapa cuando al darte por vencido eres consciente de lo que pierdes.

Y lo pierdes todo, porque solo es realmente tarde cuando desesperas. Puede ser, puede que no sea. Pero el tiempo se arrastra y resta vida y cuando me haya convertido en un ser desvencijado, un cuerpo viejo e inútil, entonces pensaré que no usé esas últimas balas, esas posibilidades que pudieran marcar la diferencia. Existe el miedo como una batalla personal. Tengo miedo, y no quiero quedarme solo.

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