4/25/2006

Se ha roto las alas. Apenas confía en el rumbo que seguirá cuando remonte el vuelo. Pero sonríe porque el impacto no lo ha matado. Está postrado, con los huesos fracturados y con un dolor inmenso sin embargo una sonrisa puebla su rostro, y no es irónica.

Su espíritu ya piensa en volar de nuevo. Sabe que ninguna agonía es eterna y que todas esas canciones ahora son algo que de algún modo le pertenece. Los sueños, quizás prohibidos, que arriesgó a nutrir son un tesoro que solo le corresponde a él.

El muro apareció de repente, como la realidad que asoma en un acto explosivo sin ni siquiera dar tiempo a una reacción salvadora. Esquivó cuanto pudo esquivar, luchó contra su cerebro, sus pensamientos contrapuestos, una lucha de contrarios. Una guerra dialéctica con su propia existencia.

La imposibilidad y lo real se cambiaban el traje sin ningún pudor, pero no aparecieron sin vestimenta. Y de la nada se elevó la evidencia que paró en seco su vuelo. Mas no la ilusión. Su fantasía es el reino que le ha sido otorgado por querer seguir a pesar del riesgo, de la locura.

Su vida le pertenece y por eso está en calma... Porque lo que siente lo siente él. Es algo completamente suyo y además verdaderamente inalienable. Lo sabe, por eso no deja de sonreír, por eso ya se agita de nuevo, aunque torpemente y dolorida, una de sus alas.

Es libre, y sabe que él pone el límite de su universo.

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