12/09/2005

"¿No sales hoy?" Yo tampoco, si te parece podemos quedar para cenar, dar una vuelta corta arropados por el frío de la noche de ahí fuera. Si te parece bien podemos ir a un restaurante griego, o quizás a un hindú.

Pero hay un problema, no llevo dinero encima y tendría que ir a la caja. Aunque eso es lo de menos. No salimos ninguno hoy, sea por lo que sea los dos queremos caer en la cama del otro. Tú querrás follarme porque eres una chica pasional, salvaje e independiente. Yo querré hacerte el amor, porque soy tonto, fantasioso y un niño aún.

Capaz de enamorarme del cielo por regalarme las estrellas en una noche de verano, capaz de ponerme celoso cuando la puta humedad del río eleva nubes que nublan la Luna. Una vez hayamos acabado los dos agotados y sudorosos podré susurrarte historias de amor que, perdidas en mi memoria, juegan a ser leyendas que dan alas al ángel caído y que hacen soñar a las princesitas inocentes que duermen de diez a diez y a las princesas que presas de su inocencia dejan como testigos mudos a las lágrimas de un llanto azul, agrio y transparente a través del cual se adivina el miedo que tienen a volar.

Yo, si te parece y durante esta noche, mantendré mi pecho al alcance de tu rostro para que mañana por la mañana, cuando el amanecer te despierte y me vea besando tu espalda dormida, tu almohada esté seca y celosa de tus lágrimas por una noche.

Te prometo, si lo prefieres, despertar al Sol, haciendo que despunte el alba más temprano sin darle tiempo, al Sol, para despedirse de Selene y decirle que no se preocupe que en doce horas estará de vuelta. Puedo prometerte, e intentar cumplirlo, que olvidaré al olvido esta noche y no le daré cancha a la memoria.

Por ti, esta noche, renunciaré al tiempo y a la mierda que me suministra en dosis cada vez más grandes. A consecuencia de no estar acostumbrado a la felicidad tengo picadas las venas de mi espíritu. Me alimento de las horas que engañan a mi reloj en las cuales me miento pensando que eso que me pesa en el estómago es ilusión y no amargura, o ansiedad, escurriéndose como lodo por la pared de mi cuarto.

Esta noche, si te parece bien, dejo que me lleves a tu casa. Jadearemos como bestias y, al acabar, contaré los segundos que quedan hasta que ocurra lo inminente. Esta noche quedaré prendado de tu sudor, tú de mi aliento. Esta noche tu almohada quedará celosa de tus lágrimas, pero se enamorará de mi llanto.

Y sin valor para mirarte a los ojos, después, trataré de engañarme diciendo que no quería perturbar tu sueño, ese en el que pareces tranquila y que sonríes, para el cual creo que el mérito es mío. Sin embargo, y como siempre, se colará la luz plateada del amanecer, con adornos de sombra, a través de la persiana y me traerá de vuelta a este mundo.

Que soy un jodido pesimista incapaz de besarte en los labios para no tener que afrontar tus palabras al verme. Pero te prometo que esto no lo sabrás.

"Vaya, has contestado. Estoy un poquito nervioso. Bueno, entonces, ¿qué te parece la idea?"

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