11/24/2005

El viento aúlla en el exterior. En la habitación una luz blanca ilumina el centro de la sala y se degrada en un tenue tono amarillento dejando en sombra las esquinas más alejadas de la lámpara. Fuera hace frío, la televisión está encendida en un canal de unos informativos que advierten del temporal. El Señor está en su sofá. Los sofás son grandes y amplios, un alarde de opulencia y un derrroche de dinero ya que sólo se sienta él. De repente entra el criado. Y observa un poco maltrecho a su Señor. El criado, más que criado es encargado, tiene un aspecto saludable. De unos cuarenta y tantos, nada estirado, de rostro bonachón y cabeza totalmente calva. Un poco rechonchete pero fornido. Espaldas anchas y cadera sorprendentemente estrecha en comparación a sus hombros. Su voz quiebra la monotonía del presentador del informativo.


-
¿ Necesita algo Señor? Cualquier cosa, dígamela.

A este efecto el Señor intenta incorporarse en el sofá pero solo logra un patético movimiento. Se le derrama el güisqui por encima y se ensucia su bata roja. Intenta balbucear algo incomprensible. El criado se aproxima.

- Señor, creo que usted no está en condiciones de mantener su presencia. Deje que apague el televisor y lo lleve a sus dependencias.

El Señor habla. Primero mueve la boca como si tuviera un chicle enorme pegado en el paladar y tratara de deshacerse de él.

- Haz lo que te plazca. O mejor, lo que te salga de los huevos. A mí me da igual. Eres un desgraciado, como yo.

Empieza el diálogo. El criado no se escandaliza. Ese vocabulario es normal en su Señor cuando bebe un poco más de lo que debe o debería.

- En ese caso deje el vaso en la mesilla. Yo lo recogeré después. Ahora deje que yo lo lleve a su cama. No se preocupe, subiré despacio las escaleras.

- No quiero que me trates como a un inválido. Y menos tú, que no eres más que un miserable. Maldito rufián, ladrón, asqueroso.

- No se resista Señor.

- ¡ No me toques ! Esas manos... Esas manos seguro que están manchadas de sangre y grasa. Sangre humana y grasa animal. No me toques, yo mismo haré lo debido.

El Señor trata de levantarse. Obviamente se tambalea, y está a punto de caer. El criado reacciona a tiempo evitando una catástrofe.

- ¡ Zafio esclavo ! ¿ Acaso creíste que me iba a caer ? Solo estaba poniendo a prueba tu lealtad. Eres un falso. Tu silencio vale el jornal que te pago. ¿ Por qué no me has abandonado aún ?

- Porque necesito un trabajo. Además, mi presencia aquí es necesaria.

- No me hagas reír, bufón.

- No pretendo eso. Sus palabras son la evidencia de lo que pienso.

- ¿ Cómo dices ?

- Como oye, Señor.

- Me llamas borrachín en mi cara. Te pago, y así me tratas. Mandaré que te maten esta misma madrugada. ¡ Hereje !

- ¿ Puedo subirlo ya a su cuarto, Señor ?

- He dicho que hicieras lo que te saliese de la voluntad. Pero no antes de que me digas qué has querido decir con ese tonillo arrogante. ¿ Te crees mejor que yo ?

- No Señor.

- Así me gusta, pues a mí te debes y a mí me pertenece tu vida.

- No tanto como a esas botellas traídas de Escocia - Murmura el criado entre dientes. El Señor escucha algo pero apenas lo comprende. Aún así increpa.

- Pedazo de canalla. ¡ Hijo de puta ! Qué blasfemia has soltado de tus pecaminosos morros.

- No he dicho nada Señor. Creo que ha sido el televisor lo que lo ha distraído.

- Encima me cree tonto...

El criado harto de todas esas tonterías y de permanecer de pie en el centro de la sala, entre el sofá y la televisión (la cual no ha llegado a ser apagada) se dispone a coger a su Señor. Lo apoya en su hombro y poco a poco empiezan a andar a la par que el Señor empieza a soltar juramentos.

- ¡ Suéltame bárbaro endemoniado ! ¡ Me salve Dios de las garras de este inútil vasallo de Lucifer ! ¡ Dios, rescata a tu predilecto ! Maldito bribón, suéltame. Suéltame o sufrirás las iras de Jesucristo. Canalla. ¡Asesino! ....

El criado hace oídos sordos. Al final llegan a la habitación. El trecho de las escaleras los deja agotados. La diferencia es que uno tiene consciencia del cansancio y el otro la ha perdido en el sofá. Al igual que la dignidad, que ahora trata de mantener.

- Suéltame maldito.

- Voy Señor. Lo dejaré en su cama.

- ¡No te acerques al armario! No oses ponerme el pijama. Ni se te ocurra lujurioso desviado.

- Si me permite procederé a retirarme.

El Señor no contesta. El criado se dispone a cruzar la puerta tras haber recorrido la distancia entre ésta y la cama de su Señor. De repente se escucha un sonido extraño. Son sollozos. El criado queda petrificado. La luz al otro de la puerta lo ilumina de frente y su espalda queda tétricamente oscurecida por la sombra de la habitación. El viento aúlla con fuerza. De repente el Señor habla.

- No me dejes. No me abandones infiel traicionero. ¿ Serás capaz de sortearme a mi suerte ?

- ¿ Qué quiere el Señor ?

- Ven aquí.

El señor rompe en lágrimas.

- Soy un desgraciado. Mírate tú, un esclavo, un criado. Pero un criado entero, que mantiene silencio cuando ha de callar. Un zafio holgazán que sabe disimular sus vicios y sus concupiscencias a los ojos de su Señor. Sin embargo pareces feliz. No lo suficiente como para saltar de alegría, pero sí lo suficiente como para no sentirte miserable. Resultas odioso.

- Descanse Señor. Usted es rico.

- No quiero riqueza. Te he visto más de una vez correr por detrás de los cerros con alguna muchacha cogida de tu mano. Y al volver me fijaba en tu rostro, hinchado de alegría, de orgullo, de dicha. Con una sonrisa delatora. Igual que ella. Y en los ojillos un secreto deseoso de ser contado. ¿ Es eso equiparable a mi riqueza ? ¿ Se puede comprar eso con mi fortuna ?

- No del mismo modo. Pero seguro que habría mujer dispuesta a...

- ¡ Infame ! Maldito descarado. No sigas. ¿ Ves a lo que me refiero ? Tu sinceridad me abruma. No sé si lo haces por torturarme, porque eres gilipollas o es que en verdad el Señor derrochó solemnidad contigo. Maldito estúpido. No tienes apariencias que mantener. Te sigo odiando, y ahora más. Dime una cosa...

- ¿ Qué, Señor?

- ¡ No oses interrumpirme ! - El Señor trata de azotar a su criado pero a punto está de caerse de la cama. El criado salva su cuestionable honor de nuevo.

- Perdón.

- Así me gusta. Dime, ¿ qué sientes por esa muchacha ?

- La amo.

- ¿ Cómo ?

- Pues eso, que la amo.

- ¿ Y qué cojones es eso ? ¿ Qué se siente ? ¿ Es bonito ? ¿ Reconforta ? Dime, dime. Vamos, ¡ responde !

Ahora el criado, al pensar en su suerte ataca con toda su dicha para hundir a su Señor sin que éste le retire el sueldo. Si el Señor pide, el Señor recibe.

- Pregunta usted cosas inexplicables a algo demasiado obvio. ¿ Nunca amó usted ?

- No que yo sepa.

- Ya veo...

El Señor se inquieta y aprieta los dientes. Inquisidor.

- Qué quieres decir con eso. No me obligues a hacer algo horrible.

El criado aprovecha.

- No quise decir nada. Solo que lo que siento no puedo explicarlo. No porque no quisiera, sino porque no puedo. Al estar con ella los insultos que usted me procura no son más que muestras de una amargura inconmensurable. Es como detener el tiempo en un segundo en el que te sientes en calma. Como llevar a cabo una venganza que deseas desde hace tiempo solo que infinitamente más noble. Amar es algo bello, un regalo de alguien. Por supuesto que reconforta; ella me acuesta en su regazo y el peso de mis hombros, y el de su impertinencia Señor mío, se desvanecen. Se me hincha el pecho de un aire distinto, nada que ver con el aire enrarecido de su desdicha. Amar es saberse privilegiado.

El Señor comprende cuánto lo odia su criado y aún así no puede evitar admirarlo por su templanza. Siente algo en su pecho. Está seguro de que lo odiaría si no fuera porque...

- ¿ Así que eso es amar? Te envidio...

- Así es como yo veo amar. No es que así sea.

- No te aventures en filosofías, campesino.

- Ha dicho usted que me envidia.

- ¿ Eso he dicho ?

- Eso ha dicho.

- Está bien, si así es hagamos que esto nunca ha ocurrido.

- Está usted borracho mi Señor.

Se le iluminan los ojos al Amo. La excusa "perfecta" de los tontos o simples, la embriaguez.

- Sí, demasiado como para seguir con esta conversación. Mañana pagarás por tus desplantes. Ahora vete.

- Sí señor. Buenas noches.

El criado sale de la habitación. Cierra la puerta y el Señor queda preso de una locura turbia que lo marea. Le ha podido la sinceridad. Ha revelado sin quererlo el secreto que más lo atormentaba. Desde que lo vio ir con esa muchacha a través de la ventana. Desde entonces se preguntó por qué uno sí y él no. Y más cuando el que sí no era más que un rufián. Había que hacer algo al respecto.

Permanece a la espera. Tic, tac. Tic, tac. Quieto hasta que se asegura de que solo el viento provoca algún ruido. Es el momento. Sale de la cama. Se le enredan las sábanas, pero por suerte no cae. La borrachera le nubla un poco la vista. No mide bien las distancias, pero aún así consigue deslizarse hasta la habitación de su criado.

Al abrir la puerta, nunca estaba cerrada pues si el Señor requería algo no se podía perder tiempo en buscar llaves y abrir cerrojos, se siente enfermo por dentro. El criado duerme. Respira profundamente. El Señor piensa que seguro que el muy cabrón está soñando con su muchacha y en lo mucho que se ha divertido esta noche a costa de "su amo". Empieza a hervirle la sangre. Tanto, que trastabilla.

Se altera la respiración del criado. El Señor se da prisa. Coge algo entre las manos. Forma un pequeño alboroto que acaba por despertar al criado. Con voz apagada y los ojos pegados al rostro por el sueño y el agotamiento pregunta el criado.

- ¿ Quién anda ahí?

- Soy yo, tu Señor. Me sentía inquieto.

Ahora el criado sí se escandaliza.

- ¡ Pero qué coño hace usted aquí ! Rápido, vuelva a la cama. ¿ Por qué no me ha llamado para que fuera ?

- Verás, hay algo que debo hacer. Hay palabras que cuando se dicen revelan todo. Incluso una vida de secreto. A pesar de que se jure silencio, el secreto ya queda evidente en la mirada, el rostro y hasta en la propia compañía de quien lo sabe y de quien pretende que no se sepa.

El criado, tonto de por sí y acentuada su adorable imbecilidad por el sueño se pregunta qué quiere decir su Señor.

- Oh, no te preocupes. ¿ Me juras que nunca se sabrá nada de esta noche ?

- Lo juro.

- Dime, ¿ qué te he dicho antes de que me dejaras dormir ?

- Que me envidia Señor.

- Ajá. Pero me has jurado algo, ¿ verdad ?

- Por supuesto. Le he jurado que no diría nunca nada de todo esto.

- Así me gusta. Tu nobleza, por eso te reclamé en mi casa. Descansa pues.

- Buenas noches Señor.

El criado se da la vuelta en la cama. El señor, se abalanza sobre él y hunde el contundente candelabro que había cogido de la mesilla de su criado en la cabeza de éste. El criado intenta comprender qué pasa pero solo le da tiempo a murmurar el nombre de su muchacha.


Al día siguiente el sol revela dos cuerpos. A la luz del alba se ve la cabeza machacada del criado y en la mano de su Señor un candelabro de plata pringado de sangre y sesos. Sobre la cama, lo mismo. Ambos muertos, el criado asesinado por su Señor. El Señor que muere asfixiado del sofocón; las lágrimas y el disgusto le habían impedido respirar.

15 comentarios:

Rubbens dijo...

Llámame Rubbens. Bueno, tanto como eso. Digamos que lo intento. jajaja.

Rubbens dijo...

Mira, no puedo evitar darte las gracias... De momento estás dándome una lección de respeto. Nunca imaginé que ocurriría... Ayns.

Rubbens dijo...

Ya. Bueno, no te regodees en la gloria que te acabo de reconocer. Aunque estás en tu derecho.

Sin embargo aún noto un cierto rintintín en lo de "literato". Pero bueno, no pasa nada.

Escuchaste la canción que te dije?? Alas Rotas.

Rubbens dijo...

Vale. No hay prisa. Me marcho a la cama. Buenas noches.

Andrómedo dijo...

"Se me hincha el pecho de un aire distinto..." me encantó esto. Muy buen relato, enhorabuena.

Rubbens dijo...

Ya que la ironía, en el caso de que la haya, es inapreciable en internet me daré el gustazo de agradecer tu comentario y que hayas leído semejante (por su extensión) relato.

Gracias Andrómedo.

Andrómedo dijo...

Aunque veo que no te confundes al interpretar mi anterior comentario, tienes razón en lo que dices acerca de la ironía escrita, así que añado un par de comentarios más:
1) Es cierto que me ha gustado; como dices, es un relato extenso y nadie me ha obligado a leerlo, pero me ha enganchado, creo que está bien llevado.
2) También es cierto que algunos comentarios que he leído escritos por ti en otros blogs no me han gustado tanto, pero quizá por eso ha sido una sorpresa agradable encontrarme con este relato (llevado por la curiosidad y ayudado por blogsearch.google.com).

En fin, sólo quería aclarar esto: vengo en son de paz :D

Rubbens dijo...

Lo sé. Mis errores, en otros blogs, me llevan a la desconfianza. Cada día me vuelvo más cobarde.

Sé que debo disculpas, muchas, sobre todo a Eska. Eso aún está pendiente... Pero creo que ya va siendo hora de que yo me espabile.

Cuando digo que ahora me tocará joderme es porque me pasé de listo. Ahora que lo comprendo yo, solo me queda esperar a que los demás lo comprendan.

Andro, eres bienvenido. Ya lo sabes. Cómo encontraste mi blog con lo de google??

Rubbens dijo...

Ah, yo aprovecho a aclarar que en otros blogs era Caín, aquí soy Rubbens. Ya me aburrí de todo.

Pero todo tiene un precio... Así que a esperar.

Andrómedo dijo...

Por mí no hace falta ninguna disculpa, entiendo que estés a la defensiva. No me parece ni mal ni bien que alguna gente se entretenga insultándose unos a otros (en los blogs que visitabas como Caín), yo no lo hago porque no es mi estilo, aunque a ratos lo leo y a veces puede ser gracioso. Pero es verdad, aunque se haga con humor siempre el ambiente termina algo tenso. También me hizo gracia que dijeras que tienes un blog y que no quisieras dar la dirección, aunque por otro lado me pareció comprensible jejeje

En http://blogsearch.google.com puse "Rubbens", y seleccioné búsqueda avanzada para que sacara sólo blogs en español, y creo que salió sólo éste, o casi. Pero yo no me preocuparía tanto porque ciertas personas encuentren o no tu blog, sé que en el fondo son gente civilizada (salvo el neonazi de las botas, pero ése no creo que sepa deletrear "google").

Saludos.

Rubbens dijo...

Pero por qué rubbens? Por qué pusiste Rubbens?

No sé... Lo sacaste de los comentarios en el blog de Tronco?

Andrómedo dijo...

Pusiste ese apodo, no recuerdo si donde Tronco o donde Eska, no?

Rubbens dijo...

Así es... Pero sin embargo no te dio por buscar por Caín... O sí. Bueno, aún así me parece bien que hayas encontrado mi blog... No sé por qué pero me gusta.

Andrómedo dijo...

En todos los posts tuyos que he leído hay oscuridad, frío, lluvia... Te iba a preguntar si esto es así siempre o si es porque ahora es otoño. Pero mejor no te lo pregunto, y veré si en primavera las cosas cambian.

Rubbens dijo...

Yo espero y deseo que no tengamos que esperar hasta primavera. Ojalá cambie antes... Ojalá.