11/02/2005

Quizás sea por lo que me recuerda Sabina acerca de que ya es demasiado tarde para dicha princesa. Puede que sea el alcohol de esta fría cerveza al relacionarse con la hemoglobina de mis venas. Tal vez se deba a la Humanidad y sus más y sus menos con los humanos pero el caso es que me apetece escribir.

Me apetece escribir y dejarme el alma en cada letra, en cada diptongo o hasta en la más rigurosa de las tildes. Deseo escribir las palabras que abran las puertas de vuestro espíritu para que se entremezclen con el olor a almizcle de mi corazón.

Quisiera, ya fuera por humanidad o por interés, o quién sabe incluso por haceros un favor, poder manejar con las palabras vuestra tristeza para que con cada lágrima leyeráis las sílabas que se suceden en este folio compuesto de ceros y unos. Poco a poco, letra a letra, lágrima a lágrima las confesiones de un pobre chico perdido en el mundo.

Estoy recurriendo demasiado fácilmente a sentimientos demasiado humanos, pero al mismo tiempo demasiado nobles. Me encantaría, y no sabéis cuánto, poder mover un mundo con palabras, mejor aún, me encantaría crear un mundo de palabras.

Sin embargo no serían más que palabras, verdugos de tantos actos, víctimas de tantas bocas. No hay más que eso. Seguramente no sé por qué lo haría. Seguramente lo haría por contemplar el poder de saber decir, de saber transmitir.

Sin leer lo que escribo. Perdiendo el hilo de la motivación inicial que me ha hecho creer que hoy podría haber sido capaz de cambiar el mundo por alguien, de crear un mundo nuevo, de alimentar el recuerdo; perdiendo el hilo de la motivación inicial que me ha hecho creer que podría, sin más, ser capaz de crear una vida en vosotros, y dar lugar a una muerte en mí.

Por ejemplo, darle forma a un verso profano nutriendo mi vergüenza de constante ignorancia disfrazada de sabiduría. Vistiendo mi arrogancia de falsa modestia y construir un marco de humildad en las paredes de mi alma con la madera carcomida de mis huesos.

Pero no voy a mentir, necesito y no sabéis de qué manera la aguja esencial que me devuelva a mi ser primigenio, a mi ignorancia asumida a la concordancia entre mi autoestima y mi valor. Sin embargo me he convertido, no sé si por azares de la propia vida o por elección propia, en un suicida emocional.

Ejecutando en una ilusión infundada las ganas de establecer un punto de contacto a un futuro cercano para no mirar con demasiada insistencia a aquello que llamamos pasado pero que no son otra cosa que nuestros fantasmas, nuestros miedos y las posibilidades que negamos al creer que ciertas elecciones eran mejores.

Y después de todo no son ni mejores ni peores, nada más. Son, ni buenas ni malas. Reteniendo la magia que aún noto que está estancada en mí. Esa magia que antes no notaba por ser más pequeño quizás, menos culpable, o por ser menos pretencioso y banal.

¿Banal? ¿Se escribe así? Bah, en cualquier caso quise decir tan simple... Tan vacío. Lo peor no es que lo sea, sino que lo que necesite no sea más que otro trago de cerveza, o quizás un litro y medio y sentir cómo el alcohol acidifica las paredes membranosas de mi estómago hueco.

Eso es, estómago hueco. Pero sin embargo los ácidos gástricos han llegado a desarrollar en mi corazón una coraza. No es inexpugnable, pero se muere de ganas por decir lo que no quieren oír, lo que temen saber, lo que saben que tienen encerrado pero que no quieren abrir. Entonces qué, si lo hago igual os ayudo, pero nadie pide ayuda en estos días.

Puedo tomar la decisión y arriesgarme, pero en estos días en los que nadie pide ayuda, cuando la obtienen, aunque sea desinteresadamente, te cobran responsabilidades por un dolor que les causaste que, según ellos, no era necesario.

Y ahí es donde fallan. El dolor, de una u otra forma, sí es necesario pues sin ese dolor no se hubieran dado cuenta de cuánto tenían dentro. Sí, me apetece ser cruel y hundiros a todos en el mismo fango que yo. Queréis igualdad, exigís lo mismo para todos, os quejáis de que gente no tiene ropa... Pero ni os veo dispuestos a cambiar, ni vais desnudos por la calle.

Somos humanos, debéis saberlo. Somos humanos y esa es la única igualdad que nos une pues el humano es la ejemplicación de la diferencia. Ya no a nivel individual, sino a cualquier nivel. Sin embargo nadie tiene la culpa. Por favor, eso nunca. Somos piezas de un juego, del mismo juego, pongamos el ajedrez.

Un ajedrez que representa una vida en la que, cuando todo se tuerce, nos resignamos a asumir el papel de peones y dejamos a cargo de un dios, cualquiera, los movimientos del rey y al ¿destino? los de la reina. A eso me refiero, nos resignamos a estar sujetos a algún tipo de necesidad por la que se rijan nuestras acciones aún sabiendo que sólo nosotros podemos ganar, o perder, esta partida.

Humanos, aún así sabemos que solo se pierde cuando uno se rinde. Da lo mismo, creo que lo único claro que he dejado es que necesito otro trago de cerveza. Mierda, se ha acabado. Iré a por otra lata.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Uau... Increíble

fragilinvencible dijo...

rme la sensación de que pides a gritos un espejos, un referente externo que te indique si lo que estas haciendo va bien o no.. o si lo que dices se parece a lo que sienten los demás.. no se trata de que uno sea el unico capaz de dar un giro significativo a las cosas.. si fuera asi seria todo mas facil.. el asunto es que vivimos con otras personas en el mundo que de una u otra forma te dan información de cómo tu eres. o mejor dicho te conducen a experimentar emociones que estan mas ligadas a lo que realmente eres, pero en la explicación de que es lo que pasa uno se pierda, y en el contarse un cuento tantas veces nos vamos confundiendo... y bueno suele suceder pero es la gracia de estar inmersos en un mundo pero ensimismados, no es egoismo, es naturaleza humana.

Rubbens dijo...

Necesito eso, saber si voy bien o desastrosamente mal...

rebeldesincausa dijo...

Sinceramente, no se que decirte. Cada vez que leo algo tuyo me impresionas más.

Creo que sigues buscando explicaciones para todo, y no las hay.

Todos queremos que las cosas sean más faciles pero eso es algo imposible. Tu ahora, creo yo, estas perdido dentro de tu vida, y no sabes encontrar el camino. Personalmente te digo que es normal. Es algo que nos pasa a todos. Todos queremos saber si lo que hacemos esta mal o bien, si vamos por buen camino o no. Pero eso es algo que solo tiene respuesta cuando vemos las consequencias, y eso forma parte del futuro.

weno un besito

Rubbens dijo...

Si la respuesta la dan las consecuencias entonces tengo muy claro qué soy...

Lo tengo claro, al menos ahora.

Anónimo dijo...

Yo creo que no siempre la respuesta la dan las consecuencias. La respuesta está en ti. Lo que importa es la intención con la que hagas las cosas, no el resultado. Aunque está calro que si el resultado es bueno, mejor. Pero no es lo más importante, y mucho menos lo que te diga qué eres.