3/02/2008

Esta noche he soñado con un sauce. Era un árbol precioso, solitario y majestuoso, que se dejaba caer sobre sus ramas, lentamente y sin prisa. La tierra a su alrededor parecía rendirle homenaje, un tributo a su grandeza.

He soñado, también, que eras agua de rocío, de escarcha leve, rosada blanca. Caías por mis dedos, resbalando, colándote por la piel, por donde hubiera grietas y por donde aún estaban pendientes de hacerse. Llenabas todo.

Después escuchaba tu risa, que era el aire que mecía su copa, y sus largas lágrimas de esmeralda, lamiendo al mismo tiempo su tronco, nudoso y cicatrizado por años de sed y navajas de enamorados. Seguías ahí, alimentando sus pies, sus raíces hambrientas.

Justo después he despertado, descubriendo así que yo era ese sauce.

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