Esta noche he soñado con un sauce. Era un árbol precioso, solitario y majestuoso, que se dejaba caer sobre sus ramas, lentamente y sin prisa. La tierra a su alrededor parecía rendirle homenaje, un tributo a su grandeza.
He soñado, también, que eras agua de rocío, de escarcha leve, rosada blanca. Caías por mis dedos, resbalando, colándote por la piel, por donde hubiera grietas y por donde aún estaban pendientes de hacerse. Llenabas todo.
Después escuchaba tu risa, que era el aire que mecía su copa, y sus largas lágrimas de esmeralda, lamiendo al mismo tiempo su tronco, nudoso y cicatrizado por años de sed y navajas de enamorados. Seguías ahí, alimentando sus pies, sus raíces hambrientas.
Justo después he despertado, descubriendo así que yo era ese sauce.
He soñado, también, que eras agua de rocío, de escarcha leve, rosada blanca. Caías por mis dedos, resbalando, colándote por la piel, por donde hubiera grietas y por donde aún estaban pendientes de hacerse. Llenabas todo.
Después escuchaba tu risa, que era el aire que mecía su copa, y sus largas lágrimas de esmeralda, lamiendo al mismo tiempo su tronco, nudoso y cicatrizado por años de sed y navajas de enamorados. Seguías ahí, alimentando sus pies, sus raíces hambrientas.
Justo después he despertado, descubriendo así que yo era ese sauce.
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