11/20/2007

Se resquebrajan los límites del universo que me compone y en el centro propio de mi ser noto un vaivén amenazador. A cada ciclo que completa me sugiere que me dé prisa, que no hay horas, ni minutos, ni segundos, que todo cuanto creo conocer y saber no son más que apariencias ilusorias a las que si les otorgo más confianza de la debida acabarán por tragarme. Y me encerrarán en engaños.

Hay un desafío que llama a las puertas de mi ser y me pone a prueba. Tal vez no haya tiempo para más y más no sea nada. Nada, sumergirse en un lugar ajeno a todo en el cual aprender a desarrollarse sin limitaciones. A veces una consciencia destructiva golpea con sus nudillos de locura la aparente tranquilidad en la que te hallas.

Escuchas, de repente, el sonido de cristales que impactan contra el suelo y es en esa combinación de ondas donde encuentras la libertad necesaria para destruir cuanto te representa. Empiezas a moverte frenéticamente, a la misma velocidad que tus dedos los pensamientos navegan por tu mente. La identidad por la que te conocías empieza a resbalarse del mismo modo que la piel de las serpientes en la época de muda.

De súbito comprendes que has de ser responsable de ti mismo y te enfrentas contra tu propio yo. Quieres destrozarte porque sabes que solo así podrás conseguir algo mejor de ti, podrás progresar, evolucionar. Y no hay piedad en tus golpes, ni en tus frases. No hay control y el instinto salvaje latente se manifiesta en la saliva que sale disparada de tu boca a cada mordisco. Babeas de rabia porque el enemigo ha estado viviendo en tu hogar, en tu propia alma y al fin lo has descubierto.

Del mismo modo también te odias a ti por no haberte dado cuenta. Odias al tú que ahora contraataca contra la masa que se ríe descaradamente de tu ingenuidad. Arremetes, arremetes con la furia que había caído en sumo letargo al creer que habías conseguido todo cuando era necesario. Nunca debes perder las ganas de luchar, ni las de mejorar.

El sudor se cala desde tu piel hasta tu espíritu. Has acabado volviendo a empezar. Naces de nuevo... Y te regalas un merecido descanso. Te has librado de los lastres que tú mismo generaste. Soy nuevo, de nuevo.

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