11/13/2007

Fue en una fiesta, ahí la vio por primera vez. En el lugar del encuentro todo se sucedía de una forma vertiginosa. Invitados de todas las clases iban y venían a una velocidad endemoniada y en muchos casos ni siquiera se paraban a hablar entre ellos. No obstante parecía que se contasen cosas sin cesar, mientras se movían a un ritmo de locura.

Se encontraba un tanto abrumado ya que nunca había presenciado una fiesta como aquella, a decir verdad nunca había estado en una fiesta. Sin más. De haber sabido que la hubiera encontrado ahí habría ido a la primera que le invitaron... Aunque tal vez ella no hubiera estado y eso, a lo mejor, lo habría desanimado a aceptar posteriores ofrecimientos.

Solo le bastó una mirada fugaz para sentir su fuerza. Ella estaba con la mirada perdida, pasando sus ojos por los velocísimos invitados que sujetaban copitas de tiempo en sus manos y no paraban de moverse. Ella era la única que irradiaba tranquilidad... Pero era una tranquilidad distinta, no era lo que podríamos llamar una tranquilidad tranquila ya que no era así ni mucho menos. Era misteriosa.

No pudo evitar acercarse a ese ser que le había parecido tan magnífico y que se había hecho dueña de su respiración, desde el mismo momento en el que la vio. Era tan delicada y parecía tan distraída... Una distracción constante que le confería un aire de distinción tal que atraía la esencia de las cosas, al menos de las cosas de él. Siguió paso a paso, a cada metro que superaba, su temor se crecía y para cuando estaba a menos de dos pasos su timidez era tal que pensó que no sería ni capaz de hablar. Justo cuando fue a abrir la boca ella levantó la vista y el corazón de nuestro galán se paró en seco... No, no se murió, pero se quedó tan impresionado que por un momento creyó que ya estaba en el Paraíso y que ella era su ángel. Intentó hablar pero no pudo, y pensó que ella pensaría que qué pensaba que hacía yendo hasta ella, no diciendo nada y quedarse con cara de estar pensando tonterías.

La miró, con delicadeza y dulzura la miró sin perder ni un solo detalle de ella, de su piel blanquecina y sus ojos negros. Negros como lo desconocido, oscuros como el hechizo que parecía estar envolviéndolo. Pero era tan cálido... A pesar de la magia que moraba en ella nadie se había acercado a más de cierta distancia. Era algo que no comprendía, pues era realmente hermosa y poseía una fuerza más allá de lo meramente físico... Tan incomprensible como seductor era lo que sentía, lo que desde él tenía que ver con ella. ¿Cómo se llamaría?

¿Que qué hay de ella? Ya lo he dicho, era increíble... Ahh, vale... De ella con respecto a él. Oh, lo vio desde que llegó. Lo cierto es que se fijó en él desde el momento en el que sintió una calidez fuera de lo común. Ella siempre iba a todas las fiestas, siempre la rodeaban a toda velocidad los dinámicos invitados y siempre sentía lo mismo, nada. Pero esta vez fue diferente, había algo que no había notado antes... Sin saber por qué su mente le dijo de dónde venía y sus ojos lo confirmaron. Lo que no esperó bajo ningún concepto fue encontrar un ser tan hermoso y delicado, tan dulce que inspiraba tranquilidad desde la distancia. Y esta era una tranquilidad tranquila, puedo asegurarlo... Totalmente distinta a la suya.

Ahí estaban los dos, mirándose el uno al otro. Sin mediar palabra. Él tenía un semblante feliz, aunque escondía una turbación, un secreto que sentía que solo podría contárselo a ella. Lo mismo pasaba con ella, solo que al revés. Su rostro estaba turbado pero escondía un resquicio donde guardar felicidad.

Fue ella la primera que habló al preguntarle qué era lo que lo entristecía. Él contestó que a veces la gente le guardaba rencor cuando debía marchar e incluso que algunos hasta lo odiaban... Antes de que él pudiera preguntar ella dijo que en su caso era al revés, que nadie quería estar con ella pero que cuando por alguna razón debía compartir el tiempo con ellos éstos se alegraban, y se sentían profundamente aliviados, cuando debía marcharse. La hacía feliz que algo de ella hiciera felices a otros.

Los dos sonrieron desde el mismísimo momento en el que escucharon sus voces... La timidez de él se esfumó y la oscuridad de ella pareció relajarse. Se abrazaron, y fue así como Sueño y Pesadilla se conocieron y amaron.

- Así que pesadilla y sueño son lo mismo...

- No, no del todo, pero sí son muy parecidos.

- Entonces, no tengo por qué tener miedo, ¿verdad?

- Claro, ahora que los conoces podrás aprender mucho mejor de ambos. Buenas noches.

1 comentario:

Anónimo dijo...

elena me dio tu dirección, y de vez en cuando me voy pasando por aqui^^

sencillamente espectacular, lo haces jodidamente bien, gracias por escribir así ^^

besos