1/23/2007

Detente, justo ahora. Reduce la velocidad de tus pasos, mengua la amplitud de tu zancada. En este mismo momento, detente. Dame tu mano y permíteme guiarte a lo que soy, a lo único que tengo. Si me lo permites agarraré tu mano, con delicadeza pero firmemente pues no quiero que te desprendas de mí.

Ven, a la par que yo, te voy a mostrar lo que veo. No parece haber nada, solo un páramo inerte y vacío. Es aquí donde me traicionó el presente. Le mostró a mi futuro los fantasmas de mi pasado, justo aquí. Donde ahora mismo tus pies reposan y tu cuerpo descansa su peso.

No tengas miedo pero no dejes de lado la prudencia. Ahora verás cómo se acercan y me rodean, tú no les interesas en ese sentido pero no te descuides. Mira, cierra los ojos... Ábrelos cuando te dé la señal.

Ahora. Todo cuanto ves existe porque crees en ello. Ese agua es cristalina y esa arena suave y tibia; el aire que te envuelve es real, el arrullo que protege mis palabras, las cosas que nunca me atreví a decirte. Siéntelo, y sentirás mi pulso.

Mi pulso, como el crepitar del fuego recién nacido que se alimenta del tocón seco de carrasca. Camina, yo te suelto aquí, pero sigue en esa dirección. ¿En cuál? No lo sé, camina, no olvides mi sonrisa pues con tu recuerdo paliaré la escasez en la realidad.

Por fin has llegado. Espero que no te haya costado mucho. Ten, cúbrete con esto, veo que tiritas. ¿De emoción o de frío? Ambas, tal vez. Quiero que prestes atención, ahora más que en cualquier momento previo.

Centra tu mirada en el centro de esta sala, estamos en el templo rojo de mi pecho, y escucha mi voz dentro de tus oídos. Esos ríos escarlata llevan en su corriente la fuerza de lo que se acumula tras mis costillas; transportan el peso de lo que se agolpa en mí cuando el tiempo trae en sus segundos las sílabas de tu recuerdo, del nombre que embravecía el caudal que ahora nos rodea.

Desembocarán en el mar de sueños que espera más allá de los huesos que custodian mi alma, dividida entre tú y yo, prisionera del tiempo que nos hizo desaparecer al uno del otro. Sin embargo no tengo nada, nada más que esto, más que lo que soy.

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