3/07/2006

Pasajero esporádico de vuelos suicidas. Acostumbrado a viajar en primera clase cuando lo hago, piloto hoy la sintaxis mágica que esta noche pre primaveral segrega de su vagina nocturna, alumbrada por el foco nacarado apoyado por su cortejo titilante y tembloroso.

Las nubes, rosadas, aparecen sobre el cielo cubriendo mi visión mortal y confundida. El futuro acecha, desde esta sombra, taciturno y sombrío, oscuro, vigilante y sigiloso, como un asesino profesional, como el cazador macabro que disfruta viendo cómo su presa arremete contra lo único que la mantiene viva, cayendo en la trampa de su mortal némesis.

Vuelvo de nuevo a no mirar demasiado al cielo para no caer enamorado de las estrellas. Camino pensativo y me dejo arrullar por el murmullo grave del viento, que, seductor, mece mis oídos acariciando mis orejas, besando mi cuello, colándose por mí.

Y de repente me doy cuenta de que es el recuerdo, y el recuerdo me memoriza a ti, y la sangre de esta herida despide un intenso aroma a hierro... Quizás sea porque mi corazón está oxidado, quizás sea que ya se abrillantó mi alma y por algún lugar tenía que liberarse de los residuos, como la piel seca de una costra cerrada.

No hay comentarios: