1/06/2009

La pregunta es si podrías abrazar tu luz mientras se apaga inexorable, si podrías aferrarte al cuerpo de la persona amada para convertirte en el último puerto de esta costa mientras su barco leva anclas hacia la otra orilla, la pregunta es si podrías mirar a los ojos de tu esperanza y aguantar la compostura al comprender que la silueta de esas pupilas es la tuya propia.

Esa es la cuestión, si serías capaz de intentar atrapar el último remanente de dióxido de carbono de aquellos pulmones que te espiraron mientras entrabas en el cuerpo al que pertenecen, y observar cómo se te escapa, cómo se esfuma, igual que el agua huye de las baldosas.

La pregunta es si podrías estar ahí, llorando pero sin derrumbarte, mientras la fuerza de ese abrazo se va agotando hasta que solo existe la que tú aportas y después ya no hay más dióxido de carbono, ni pupilas que reflejen tu silueta, ni luz en ese cuerpo.

Piensa, piensa bien. La vida también es eso, es más, la vida, sobre todo, es eso.

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