6/23/2008

Hoy sus paredes de piedra vieja brillaban. Estaban distintas, y su olor también. Los pasillos silenciosos me han recordado al primer día que estuve ahí. Hoy me he marchado. Un momento notablemente distinto, esta vez ha habido gente amiga a mi alrededor.

El jardín brotado, la tarde tibia, algún nubarrón de fondo y un coche repleto de bártulos y el buche lleno de maletas.

Hoy me he ido hacia lo que quiero, hacia mi único modo de demostrar si valgo o no. Y, para bien o para mal, no hay marcha atrás. ¿Está mi devenir en el seno de las palabras? ¿Está mi camino junto a su madre Literatura?

Esperanzador y temible es a su vez el momento de la respuesta. Por ahora solo puedo decir que hoy la residencia parecía una amante nueva, llorosa y musitante, cuando la he visto desde mis ojos. No me ha temblado nada, ni los labios ni el alma. La he sonreído desde el patio, y desde dentro del coche solo he mirado hacia adelante.

La brisa tibia me lame el cuerpo, y hay sombras de nubes grises desde mi ventana. Huele de maravilla, y solo puedo pensar en una cosa. Nazco a partir de hoy.

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