12/17/2007

Oh, por supuesto que lo sientes, está ahí, ahí adentro. Hasta yo lo oigo palpitar. Parece pequeño, frágil, pero su potencia es tal que resulta abrumadora. ¿No lo oyes? Dios mío, eso es porque no escuchas. ¡Te aseguro que está ahí! ¿No me crees? Vaya, es una lástima, porque su fuerza está más que presente entre nosotros. Es curioso, ¿verdad? Tú crees que estoy equivocado, y yo te aseguro que no estás en lo cierto. Ninguno de los dos va a dar su brazo a torcer, pero no te has fijado en un detalle, ¿cuál? La tensión petrifica tu cuerpo, y yo sonrío. Estoy más tranquilo.

Escúchame, y escucha eso que vibra en tus entrañas. ¿No lo notas como música? Depende de ti, pues es en ti donde mora aquello de lo que te hablo. ¿Que cómo es posible que yo lo note aun estando en ti? No lo sé. Solo recuerdo que un día escuché revolotear pájaros en mi pecho, coreando el grito seco y grave de tambores en mi mente. El pulso, acelerado, pues no podía ser de otra forma. La sangre acero fundido, y la piel que se me marcaba de escarlata. Le pregunté en ese momento a mi alma qué era lo que pasaba, y ella me contestó, lee lo que tu carne relata.

Y leí. Leí cuanto pude desde los tuétanos hasta mi vello, erizado de puro miedo, de euforia y gozo, y de algo que todavía no entiendo. Seguí con dudas a cada pum contra mis sienes, y cuestioné todo cuanto tenía, a qué se reducían mis bienes. Vas bien, dijo una voz en mi garganta, y aún ahora la emoción se me atraganta, cuando recuerdo esto que te confío, sintiéndome reconfortado, con este aire que amamanta.

No me mires con esa cara, que la barba se me prende al calor de las mejillas si me clavas la mirada. Te he dicho que sabía más o menos bien de lo que hablaba, y aunque no me creyeras, ahora leo en tus ojos que sabes que no te engañaba. Sé muy bien lo que te pasa, porque ya me pasara a mí, todo después de que acaeciera lo que hace nada te contaba.

Por supuesto que lo sientes, he asegurado al comenzar esta poesía tan poco costumbrista, pero acostumbradamente trabajada, y a pesar de que lo dudes también sé que en ti habita la palabra. Tal vez no soy tan bueno, pero a veces mi alma me alaba, rindiendo tributo a mis sueños, mi barco de ilusiones en tu puerto de sonrisas hace escala.

Que parece prosaico, pero solo por estar en prosa, pues se me antojaba romper, con amorosa calma, el Imperio del verso en este poema que en mí cantaba

No hay comentarios: