2/25/2009

Por la mañana, aún vestida de blanco, llegaron los bomberos. Colocaron la grúa, vinieron más coches. Una ambulancia, una UVI móvil de los propios bomberos, la policía, como es de rigor. Y todos los transeúntes miraban atentos y expectantes, enganchados a la trama. Ni la mejor de las películas genera tal suspense.

Y entre ellos pasó un crío, o un joven según quién lo viese, y los miró a todos por un instante y también vio adónde y qué miraban. Se dio cuenta de que estaban realmente atentos, pendientes de cómo iba a seguir evolucionando el nudo de la acción. Gente con los periódicos o el pan mal sujetos y la boca entreabierta; estaban dispuestos como esponjas a ser penetradas por agua.

Sin más volvió a sus asuntos y se diluyó en la lejanía. Tenía que seguir pensando en cómo dar el golpe final a su nueva novela.

1 comentario:

Soñadora Empedernida dijo...

Maldito! Te sacaré tus entrañas... (Es una frase de la obra, no te asustes)




Deseosa de leer.