10/24/2007

Las nubes rosadas de la noche cobijan un cielo implacable y celoso. La luna contagia un rubor etéreo que solo es visible cuando el aliento se mezcla con el aire. Ya hace frío y la piel del rostro manda calambrazos por la falta de costumbre con nombre de primavera. En un banco, a la luz de su sonrisa, habla.

- Solo, mas acompañado de nubes rojizas que velan por una luna esquiva. Frío, mas a punto mi interior de fundirse por las ganas de hacer algo. Quiero mover con la determinación de mi mente esta bóveda ausente de estrellas.

Vuelve el silencio. Algún sonido lejano profana la atmósfera sacra. No le importa pues la noche es suya. Siente en su piel la voz de la misma a través del tacto de muerte de la brisa que mueve, furtiva y metálica.

- Tengo este espejo, esta teórica devolución de lo que soy. Pero mi alma no se imprime en el cristal que me parodia. Pintada en carmín una sonrisa que dobla el tamaño de mi boca. Mis ojos no se reflejan aquí porque mi homólogo intocable no puede sostenerlos. Mis ojos son míos, su mirada también me pertenece.

Imágenes de otros tiempos se arremolinan en su mente haciendo que todo cuanto le rodea parezca aún más irreal. Alza al cielo una plegaria silenciosa que se pronuncia desde sus pupilas. Le responde una luz viajera desde alguna farola.

- Y ahora, no veo. Sin ver no sabré qué inspira mi mirada. Sin saber solo viviré con lo que recuerdo. Sin inspiración no podré alimentar mi memoria. ¿Qué puedo hacer?

Aprieta sus ojos contra las cuencas. Fuerte, fuerte, y los frota un poco con el dorso de sus manos. Pero no hay manos, sino guantes manchados de cera blanca. Empieza a llover. Tímidas gotas que se escurren de unas nubes que parecen de fuego lejano; del fuego que da calor pero que no quema.

- Ha mejorado mi vista. Mis sentidos gritan en júbilo. Menos mal, dicen mis oídos. Y menos mal, les respondo. En mis manos enfundadas de negro sigue este espejo y me otorga la imagen que creo que llevo por dentro.

Dos gotas de lluvia han salpicado al duplicador de entes, al que fabrica seres que no son, justo a la altura de los ojos.

- Que mi sonrisa no fuera apropiada tampoco quiere decir que desease esto. Espejo, esta vez se ha extralimitado. Hoy no quiero verme como usted dice que soy.

Con un gesto leve apoya el espejo en el banco. Se levanta y susurra a los duendes de la noche, a las locuras de su testa, que lo que quiere es reír cuando quiera reír y llorar cuando le apetezca. No desea estar atrapado en un reflejo, en una realidad de cristal.

Se frota con los guantes el rostro hasta que cree que el tamaño de su boca es el natural. Deja los guantes junto al espejo y el bombín a los pies del banco. Los pantalones bombachos delatan que acaba de cambiar su existencia.

A partir de esa noche observaría a otros y reiría sin más. Ya no quería seguir siendo un payaso.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los payasos me atemorizan, al igual que el invierno al que he llegado casi sin quererlo.

Tienes razón, el Sol se hace de rogar en esta estación y por tanto es más bello. Pero aún así, al alzar la vista hacia él, duelen los ojos. Sigue siendo el mismo que en verano sólo que desvaído.

Has de saber que tu presencia me es Muy Grata. Así, con mayúsculas. Y que en otras ocasiones me dejé caer por aquí :)



.Coubert

Anónimo dijo...

Aquí eres bienvenida...

La pequeña casa en los valles pirenaicos de mi mente.

^^

Y que disfruten cuando me lean...

Soñadora Empedernida dijo...

Especialmente leyendo esos finales.


Compañera, creo que no fui la única que sabía la identidad de Coubert.
O al menos imaginar.





Los payasos siempre se me han antojado tristes.

Un beso, escritor.

Anónimo dijo...

;)

Pensaba que mi existencia era desconocida por estos lares.

A mí también me gustaba más en blanco, mi colaborador temporal se encargó de diseñar la página. Pero creo que le pediré que me haga un banner sobre nieve. Y volverá a ser blanco. Como en sus orígenes.

Tal vez el año que viene [que está más cerca de lo que yo misma me doy cuenta] iré a los Pirineos. Ahora que lo nombrabas... xD

Un beso.

PD. Seguiré leyendo, eso es más que obvio.