10/17/2007

Protegido por burbujas de silencio buceo por entre tus entrañas. La sangre que lleva mi nombre desde tus pulsaciones resbala por la superficie de las palabras calladas y a cada inhalación muere un pálpito que era nuevo hasta hace un segundo. Sin embargo, y a pesar de todo, puedo percibir el inconfundible aroma metálico del escarlata de vida.

No tengo miedo a estas alturas y he optado por hablar con los ojos, así serán auténticos los que me escuchen. ¿Tú me escuchas? La respuesta es contundentemente clara cuando en mi pecho escucho latir tu corazón.

Apóyate en mi hombro mientras mis brazos se comportan como extensiones de mi alma. Así te rodearé en toda tu existencia y me quedaré una parte siempre para mí. La de tus contadas sonrisas, tal vez; la de tus inagotables ganas de besar.

Acaríciame la herida que has hecho en mi cuello al morderme, por favor, que no me gusta que las cosas queden a medias.

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