10/20/2007

Presta atención y escucha ese sonido. Son voces. Voces de otros mundos que llegan a nosotros a través del viento. ¿Sientes el viento? Abandona tu cuerpo a los mandatos de tu mente, relájate, pierde la consciencia de todos los músculos y deja que te envuelva, que te envuelva con su mano firme. Que su lengua de invisibilidad invoque un ejército de escalofríos desde tu nuca hasta los talones. Déjame ser viento en tu abandono.

Balancéate sin miedo pues aunque caigas el dolor será pasajero, en caso de que exista. Todos los segundos de tu existencia se derramarán delante de ti, en la inmensa negrura que ves al cerrar los ojos, y te hablarán de recuerdos, de tiempos mejores, de cuando pensabas que serías inmortal. Yo quiero ser eterno en tus palabras.

Tal vez, cuando inicies tu descenso, quieras estirar las manos más allá de lo posible para agarrar la esencia de lo que se te escapa. No te atormentes, no permitas que la angustia sitie tu alma, pues lo que querrás aferrar acabará por escapar entre las rendijas de tus manos. Cristales de arena y ceniza que no dudarán en rasgarte la carne hasta los huesos si les dejas, recuerdos los llaman. Anhelo ser el recuerdo que no te hiera.

Estarás a punto de llegar al suelo cuando eso haya ocurrido, no te preocupes, procura no tener miedo. Las voces de tus ancestros te guiarán en el trayecto. Yo he venido aquí para que no te asustes por los gritos de los cobardes, para ver que todo marcha bien.

He venido para ser, desde esta orilla, el viento en tu abandono y dirigir con él un ejército de escalofríos en tu anatomía; he venido para ser eterno en tus palabras, en las que pronunciaste y en las que has callado. Estoy aquí para ser el recuerdo amable que no desgarra. He permanecido a tu lado para asegurarme de que todo marcha bien.

Venga, no te demores, obedece a esos susurros pues sus propietarios son pura calidez dispuesta a complacerte. Si lloro es porque no vas a volver; si sonrío es porque algún día iré contigo. Cuando las voces me llamen, el viento me envuelva en abandono y sea eterno. Cuando los recuerdos se me escapen entre los dedos.

¿Que cuándo te encontraré? En el momento en el que tu voz me requiera. En el instante mismo en el que este lugar no sea el escenario de mi guión. Espero que me beses en la orilla cuando Caronte me diga que en su barca se encuentra mi nombre, en el mismo lugar en el que ahora se lee el tuyo.

Las butacas están vacías, me ha encantado la obra. La obra de nuestros días.

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