El otro día soñé que existías y ¡que me amabas! Te pregunté si estabas dispuesta a renunciar, por mí, a tu condición de semidiosa y dijiste que no estabas del todo segura y que por ello pedías que fuera yo contigo antes que tú a mí. Respondí que sí, que iría en cuanto lo pidieras. Y me besaste. Aún siento tu boca con la mía, tu lengua y mi saliva.
Desperté confuso; triste y alegre. Fue un sueño, sí, pero me amabas. En sueños, tal vez, pero existes.
Desperté confuso; triste y alegre. Fue un sueño, sí, pero me amabas. En sueños, tal vez, pero existes.
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