6/26/2006

Como la niebla hecha jirones tras la tormenta la ilusión del poeta se desgarra y lame las laderas de su melancolía. Consciente de este hecho habla y escribe sobre lo que ama, cree amar, y considera inalcanzable. Así puede sentirlo cerca, como algo suyo, como algo propio.

El blanco etéreo y el gris misterioso de la niebla establecen los confines del mundo en una parcela limitada a la visión del hombre, pero sabemos que hay algo más tras ella.. Porque solo es niebla, un manto de vapor intangible cuyo cromatismo no es más que una ilusión limitante que en realidad no es.

Como la tinta para el alma del poeta. Igual del mismo modo que parece que no existe más allá de las palabras, las entrañas saben los secretos que se confiesan al papel, al viento, a lo que sea. Siempre hay algo más. Tras la creencia, tras la certeza, tras el saber o el imaginar.

Al escribir se realiza la transacción más extrañana posible. Una confidencia a cambio de alivio, una dosis vital de fantasía y mientras dure planearé sobre los pensamientos que me conducen a ti y la curiosidad motivadora que enardece mi voluntad.

Cuando ya no quede nada y el efecto expire, entonces caeré yo de morros contra mi propio cuerpo... Pero guardaré una sonrisa y sentiré que fue real. No sé a qué saben tus labios, pero sé que besé tu boca.

Entonces la niebla se arrastra gimiendo entre el rumor del aire, y deja una estela de silencio, magia, y magnificencia. Me he conocido mejor. He estado a tu lado.

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