6/17/2006

Al otro lado:

Ojalá pudiera entregaros el aroma de estas calles. El aire que lame las montañas arrastra en su saliva el olor de los pinos verdes y el espliego morado. La piedra de las casas transpira el perfume del hogar y se intuye en la mente el recuerdo de un tocón encendido.

Ojalá pudiera reconstruir las formas de la memoria y entregaros la vida. Retornar la ceniza de vuestros cuerpos al alma inmortal de vuestras sonrisas. Amigos, ojalá pudiera elevarme con mis músculos sobre la pólvora y el azufre para ir a buscaros.

El deseo no vaga en resentimiento. La consciencia de lo que sé me abruma y al otro lado de la Laguna escribo en papel y recito a piedra. Vuestros representantes de mármol impoluto guardan un silencio atroz, como el que me aplasta por las noches.

Atento a mi soledad empuño el corazón para escribir lo que mis ojos se niegan a llorar... Porque al saborear el aroma de estas calles, y al sentir la lengua del aire en mi piel trayéndome las voces de lo que acapararé como un tesoro, no puedo evitar pensaros.

Me despido ya. Volveré al pueblo, al lugar donde concebí estas cartas. Debo esperar a que me llamen a vosotros pero ahora hay un presente que me aguarda. El césped y la hiedra que treparán por vuestras fortalezas saben que el agua que las regará cuando me presente será salada.

Hasta siempre, espero que no hasta pronto.

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