7/18/2008

Soy esa sombra de la inquietud, la figura melancólica, la misma nostalgia. No he fumado en mi vida, pero he hablado con más rubias de las que puedas imaginarte. También sé de divagaciones, de tonterías, de mirar a través de la ventana del autobús buscando al amor de tu vida, la chica en la parada, o apoyada contra la espera del hombrecillo verde, o corriendo el riesgo innecesario pero firmemente alentado por la vista: puedo cruzar, no viene nadie.

Sí, he hecho muchas de esas cosas. He visto llorar a los maniquíes cuando toda la gente pasa por delante de ellos sin verlos, en su macabra desnudez, con el alma de cartonpiedra expuesta en una vitrina de color y luz, de exaltación colectiva. Y he llorado con ellos por dentro.

No es fácil ser inspector de policía, y mucho menos con un hijo de puta como el comisario Carmona pegado a mis zapatillas. No llevo zapatos, no me gusta. Por muy bajo que sea el tacón que llevan siempre hacen un ruidito extraño al caminar, sobre todo cuando lo haces por baldosas. Mira, Enríquez, eres el jodido novato. No me caes mal, ni mucho menos, pero como vuelvas a abrir la bocaza para decir alguna gilipollez, te juro por Dios que tendrás un problema.

Hay trabajo ahí adentro, ¿te enteras? Tenemos a un chaval de tu edad, más o menos, con la cabeza abierta, enfundado en no sé cuántas capas de ropa en un día de verano como hoy. La casa está limpia, sus amigos tranquilos... ¿Te lo explicas? Yo tampoco. Entiendo que hayas vomitado y que pienses que no lo has hecho lo suficiente... Pero, créeme, o te impones a ti mismo o acabarás dejándote el esófago como esas lonchas de pechuga de pavo que venden en las tiendas y que la tele dice que no engordan.

Dicen que muchos de los nuestros ven sus fantasmas en el humo de un cigarro, por eso te he dicho que yo no he fumado en la vida... Porque desde siempre he tenido fantasmas. No me atormentan apenas, e incluso a veces me aconsejan... Les he hecho tanto caso que por eso soy casi como ellos.

Una sombra con una placa colgada del cuello y un boli en el bolsillo; un bloc lleno de notas y un montón de observaciones en la cabeza. ¿Sabes lo curioso? Ni el boli, ni el bloc, ni mis observaciones giran entorno a los informes, odio hacer la puta mierda de los informes. Carmona me tiene hasta los huevos con el protocolo y todas esas historias... En fin, podría decirse que con esto ya me he abierto a ti, ¿no? Espero que a partir de ahora dejes de dar por el culo con la psicología laboral, la terapéutica y lo que coño sea.

No te olvides de los maniquís, Enríquez, no lo hagas... Ellos son tu salvación. Imagínate desnudo, a la vista de todos, sin poder decir qué o quién eres, o lo que quieres ser... Pero no es tu caso, ¿verdad? Quiero que hagas algo. Lo primero es que ni se te ocurra darle un solo chivatazo al comisario; lo segundo es que lo que pasa entre nosotros y la investigación queda entre nosotros y ésta.

¿Ha quedado claro? Perfecto, límpiate la babilla y coge esto, es un caramelo, te arreglará ese veneno que tienes por aliento.

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