3/06/2007

Y llegó el cinco de marzo, el ir al parque, las botellas, las botellas que iban a quedar vacías... Vino el reírse de ti y de mí, de todos, de ellos, de vosotros, de cualquiera. Llegó lo inesperado. Estar tranquilo, estar en paz, y reordenar las prioridades.

Me cercaron el vodka, que me da asco ahora hasta olerlo, y la cerveza. El primero a tragos a palo seco, la segunda a botellas. Y Dios santo qué mareo. Por favor, que pare ya, que me encuentro mal. Que no griten tanto que me va a reventar la cabeza y el sol me está tostando la piel a la vez que me cuece el seso.

Pobre chica, está mala. Se apoya en mí, que estoy intentando moverme lo menos posible para no marearme, y descansa. Joven amiga mía. Si abro los ojos la luz me borra los ojos, los llena de blancura y los destellos de la vida se imponen a la mera consciencia.

Quiero que pare, pero no lo hace. Otra chica me presta sus gafas de sol. Debo parecer gilipollas, pero vienen bien, menos mal, ya no oigo gritar a mis retinas. Todo se mueve demasiado rápido, pero no tanto como mis pensamientos. Mis emociones van en cabeza en esta carrera.

La realidad se compenetra de forma magistral con lo fantástico. No hay crisis de consciencia al pasar de la ensoñación al mundo de las veinticuatro horas diarias. Sí, esta vez he logrado estar en paz. El torzón procurado por el alcohol no me ha dado bajón emocional, por eso de que el alcohol es depresivo, por lo que deduzco que estoy en calma. Que mi deseo se ha cumplido.

Y al día siguiente, con un margen temporal suficiente como para emitir un juicio objetivo, confirmo las impresiones. No hay problema. Solo que... Me aburro un poco pero eso tendrá solución, antes o después. Cualquier cosa, en cualquier cosa existe el incentivo necesario para sentirse particular, o para sentir particular el momento en el que lo pensamos y en el que pensamos que ocurrirá lo que pensamos.

Bien, bien, bien... Todo marcha. Ni bien ni mal, no hay que confundirse, simplemente marchan. Eso es mucho más de lo que tenía hasta hace poco. No obstante esta vez no perderé el tiempo pensando cuánto ha de durar.

Cómo nos reímos ayer.

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