10/09/2006

¿Y tú quién eres? - Me pregunta el cristal del espejo, sabiendo que puede extraer de mí hasta la última gota de sinceridad o mentira sin tener que preocuparse por si le he engañado -. Solo puedo responder con una mirada que inquiere lo mismo que quería saber de mí en un principio.

¿Lloras por lo que fuiste o por lo que puedo llegar a ser? Temes por ti o por mí. Desconfías de ti por tus errores o de mí por mi ingenuidad e ignorancia. Sigo siendo el mismo poeta que fui, el mismo borracho de ayer. Fuiste tú la que se marchó, yo he avanzado por la misma senda desde la que vi cómo te alejabas. No tienes por qué llorar, pues nada es culpa tuya.

Cada uno elegimos nuestra propia miseria. Y a mí esta cerveza de hoy me sabe igual que la de ayer, idéntica a la de antes de ayer. La música suena igual que hace años y solo cambian los matices de una melancólica preocupación. No sé hacia dónde he evolucionado, sólo sé que me he implicado más conmigo mismo. Que estoy aproximándome más a mi esencia. Nunca sabré si este es el camino equivocado. De hecho, el camino erroneo es aquel marcado por los demás, nunca el que escogemos por nuestra cuenta y riesgo. Esto nos da la oportunidad de rectificar.

Por qué no te preguntas si eres tú la que ha mutado, la que ha sufrido una metamorfosis tan íntima y extrema que se ha desubicado por completo. No soy yo, al menos es lo que opino, el que ha ido por aquí por miedo. Yo sigo siendo yo. Es música, son mis palabras.

Los tabúes que existen, existen porque los interpretamos como tales. Es estúpido no hacer algo porque puedan hacerte daño. El daño te lo hará quien quiera en cuanto pueda. No hay forma alguna de evitar que una vorágine de golpes sacuda tus huesos. No existe fórmula para ello. Tampoco existe forma de hallar paz y calma real golpeando. Aunque a veces la justicia sea impura.

A él y a mí nos pasó. Por estar donde no debíamos y cuando no debíamos. Llevar botas o no llevarlas es algo totalmente secundario, la estética es irrelevante. Cada uno vive cuanto debe. Cada uno muere cuando debe. No hay peor forma de infelicidad que cortarse a uno mismo por lo que pueda pasar. El final es siempre igual que el principio. Inexplicable, incomprensible, y confuso.

No hay comentarios: