10/10/2005

Tan falto de carisma, buscando mi rostro en un reflejo devorado por la luz e impedido por el contraste. Observando, desde las puertas del purgatorio, cómo dejo que escape en calma y libertad aquello que lo supuso todo para mí.

Comprendiendo así y ahora lo que perdí, comparándolo con lo que pude haber hecho perder. Comprendiendo así y ahora, que la humildad es un tesoro que perdí o, mejor dicho, que abandoné en algún lugar del pasado, debajo de una piedra para que no saliera jamás.

Caminando por los ríos del inframundo, desentrañando los secretos de uno mismo, observando lava a mi alrededor. No hay marcha atrás, ni tampoco deseo que la haya. Es posible que actuase por vanidad, por sinceridad o por una amalgama de ambas.

Pues bien, las consecuencias han sido asumidas en su plenitud. A pesar de que el recuerdo me empuje a una creencia falaz, presupuesta y ficticia de un posible futuro predeterminado por una fantasía que me reste culpabilidad.

Ahora sí puedo decir de veras que lo siento, y verme en el espejo mirándome a los ojos y decirme que más vale que ahora ella sea feliz, porque no tengo derecho a entrometerme. Ahora sí estoy preparado para vivir de nuevo, sin algo de mí pero recuperando lo que fui.

Con nuevas cicatrices, y heridas abiertas años atrás que es posible que nunca cierren, o que esperen a alguien. Aún así pienso en lo difícil que será volver a encontrar un cuerpo desnudo de ropa pero vestido y entregado en absoluta sinceridad.

El miedo me asalta, pero ya no me vence. Puedo darle la espalda al pasado más reciente y absorver de él todo cuanto me ha hecho aprender. Decidí, elegí y asumo. Una irónica versión del mítico lema de Julio César. Una verdad sagrada para mí.

Esperando dormir y encontrar debajo de mi almohada los sueños que expíen mis pecados y rediman mis faltas para poder descansar de nuevo. Ayer las lágrimas purificaron todo en mí, ahora me doy cuenta de lo que dejé, ahora sé que nunca más has de volver a mí. Porque no debes, y porque no quiero, porque no mereces eso de nuevo.

Hay cosas que no se pueden negar, no hay sentimientos que puedan ser malinterpretados ni besos que puedan juzgarse de infames o falsos. Sólo hay, para esto, una verdad posible que el llanto que me cogió desprevenido me hizo ver, justo cuando el escudo del autoconvencimiento y la mentira no estaban alzados en superficial defensa. Cuando ayer era yo, y cuando yo era un niño.

Esto no es una disculpa, ni un algo ni un nada. Sólo es un texto más entre cien mil millones de palabras entre las que intento que se puedan vislumbrar mis mejores deseos. Porque deseo que te vaya bien, porque deseo que alguien me abrace algún día mejor que tú...

Porque veo imposible encontrar de nuevo lo que una vez se presentó ante mí, pero porque también sé que no lo es. Ahora solo queda vivir, solo queda soñar. Jugué mis cartas en coherencia a lo que sentía y creí. De todas formas odiado y, después de todo, tan falto de carisma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola! Me ha gustado mucho tu blog. Tienes cosas que decir y sabes cómo expresarlas. ¡Ojalá yo tuviese tanta facilidad para eso!
Bueno, parece que ya todos vamos entendiéndonos en el space del chico pijo, ¿no? Ya era hora... Parece que has convencido a unos cuantos. Me alegro.
Bueno, pues nada más. Te dejo mi msn por si quieres hablar: maria_lunita87@hotmail.com
Besos

rebeldesincausa dijo...

Me alegro de que hayas llegado a este punto, donde aceptas y asumes tus actos y sentimientos. Me das envidia.
Ojalá puediera llegar yo hasta ahí.
Me alegro muchisimo, en serio.