Siempre, una mirada atrás, un no debí, un sí debería haber...
La tempestad ya hubo amainado muchas horas antes. Su mar parecía tranquilo y en su corazón las emociones bailaban sosegadas, como el mar en calma, como en una balsa de aceite. Sin embargo, y sin saber desde dónde provenía el sonido, escuchó una voz que decía desde lo más profundo del dolor " Por qué a mí?"
Y él contestó, "Porque alguna vez a todos".
Y sin más, deseó abrazarla pues ahora ya volvía a tener qué ofrecer a los demás, qué darles o poder animarlos a luchar. Se estaba recuperando, poco a poco. Los ánimos de aquellos que incluso eran desconocidos le hacían sentir capaz de algo que creyó olvidar hacía tiempo.
A pesar de que pensaba que éstos desconocidos que otrora lo visitaron nunca más volverían a pasarse por su pequeño rincón recordó algo que había descubierto hacía mucho pero que confirmó hacía, a lo sumo, un par de días:
"Se trata de transmitir, no de convencer".
Y con todo esto y una leve, levísima, sonrisa en los labios no pudo más que murmurar un gracias contra el viento que soplaba hacia el horizonte mientras levantaba el ancla que se hundió a conciencia en las profundas arenas del pasado.
Miró hacia el frente, el mar estaba en calma. En la delgada porción del infinito donde cielo y tierra son sólo una línea delgada y simple, suave como el respirar tranquilo de alguien que duerme, se adivinaban nubes.
Se dijo a sí mismo que era cuestión de equilibrio, pues ahora a él le empezaba a calentar el Sol mientras salía, por fin, de un tormenta.
La tempestad ya hubo amainado muchas horas antes. Su mar parecía tranquilo y en su corazón las emociones bailaban sosegadas, como el mar en calma, como en una balsa de aceite. Sin embargo, y sin saber desde dónde provenía el sonido, escuchó una voz que decía desde lo más profundo del dolor " Por qué a mí?"
Y él contestó, "Porque alguna vez a todos".
Y sin más, deseó abrazarla pues ahora ya volvía a tener qué ofrecer a los demás, qué darles o poder animarlos a luchar. Se estaba recuperando, poco a poco. Los ánimos de aquellos que incluso eran desconocidos le hacían sentir capaz de algo que creyó olvidar hacía tiempo.
A pesar de que pensaba que éstos desconocidos que otrora lo visitaron nunca más volverían a pasarse por su pequeño rincón recordó algo que había descubierto hacía mucho pero que confirmó hacía, a lo sumo, un par de días:
"Se trata de transmitir, no de convencer".
Y con todo esto y una leve, levísima, sonrisa en los labios no pudo más que murmurar un gracias contra el viento que soplaba hacia el horizonte mientras levantaba el ancla que se hundió a conciencia en las profundas arenas del pasado.
Miró hacia el frente, el mar estaba en calma. En la delgada porción del infinito donde cielo y tierra son sólo una línea delgada y simple, suave como el respirar tranquilo de alguien que duerme, se adivinaban nubes.
Se dijo a sí mismo que era cuestión de equilibrio, pues ahora a él le empezaba a calentar el Sol mientras salía, por fin, de un tormenta.
1 comentario:
ola!!! me alegro muchisimo que hayas vuelto a escribir y que estes mejor. yo tambien lo estoy. ya echaba yo de menos el entrar y ver como alguien se expresaba tan bien escribiendo.
pues nada que me alegro un montón.
un besito
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