Especialista consumado en pillarme los huevos. Generalmente con las bisagras de lo imposible, para que duela más. Ya no el hecho en sí sino la reflexión posterior. A medio consumir por el ridículo perpetrado, por las actuaciones magistrales sobre el escenario de lo casi patético. Con un triste final. Triste por triste; triste por previsible.
Sin embargo siempre piensas que no va a ser siempre igual y que, tal vez, en esta ocasión pueda ser distinto. Aún no lo ha sido. Es completamente normal, no tendría sentido. Qué se iba a hacer, si no. Igual enloquecer es mi sino. O la única apuesta plausible.
Pero da lo mismo, porque en cuanto acabe de escribir todo esto me despojaré de la racionalidad, de la escasa lógica y volveré a la ilusión. Ilusión por qué, por todo. Para qué, para todo, para nadie o para todos.
Creo que es casi un principio masoquista, porque duele bastante. Sin embargo, luego lo piensas y dices que el final es importante pero no tanto como el transcurso... Y el transcurso es verdaderamente hermoso. Lo que sientes es irrepetible porque nunca es igual. Aunque luego llores el corazón te perdona y el seso te comprende.
Podría decirse que es una autodestrucción constructiva. Que merece la pena, porque lo que se siente entonces no se siente de otra manera.
Sin embargo siempre piensas que no va a ser siempre igual y que, tal vez, en esta ocasión pueda ser distinto. Aún no lo ha sido. Es completamente normal, no tendría sentido. Qué se iba a hacer, si no. Igual enloquecer es mi sino. O la única apuesta plausible.
Pero da lo mismo, porque en cuanto acabe de escribir todo esto me despojaré de la racionalidad, de la escasa lógica y volveré a la ilusión. Ilusión por qué, por todo. Para qué, para todo, para nadie o para todos.
Creo que es casi un principio masoquista, porque duele bastante. Sin embargo, luego lo piensas y dices que el final es importante pero no tanto como el transcurso... Y el transcurso es verdaderamente hermoso. Lo que sientes es irrepetible porque nunca es igual. Aunque luego llores el corazón te perdona y el seso te comprende.
Podría decirse que es una autodestrucción constructiva. Que merece la pena, porque lo que se siente entonces no se siente de otra manera.
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