11/14/2006

¿Ya has vuelto? Sí, resulta evidente. Con todo ese alboroto quién iba a ser si no. Pisando tan fuerte, como si machacases frustraciones con la planta de tus pies, como si reventases muros. No parece que tengas límite y atentas contra todo, hasta contra mí.

No sé qué ocurre, pero vuelves a llenarlo todo con tu presencia. Ya no soy nadie, solo me representan las pulsaciones que atormentan mis sienes. Me coges la mano y con eso te basta para llevarme lejos, para olvidar que estoy atado al suelo.

Mi cabeza queda recostada contra la ventana y solo espero que me abraces, que te quedes, que me hables, que me digas que eres real, que no me olvidas, que hubieras deseado conocerme, que, de hecho, deseas conocerme. Dime que me esperas, aunque sea dentro de muchos años, pero dime que me esperas.

No te quedes mirándome desde lejos, sonriendo impasible, impertérrito. Gesticulando con tus labios, con tu boca salpicada de barba descuidada. No me hagas ser consciente de que apenas te conozco yo a ti. No me hagas recordar que él supo más de ti que yo, que tus entrañas se aferraron más a la destrucción que él te procuraba antes que a mis pupilas infantiles.

No te quedes ahí. Ahí sin más, detrás de las lágrimas que establecen una pared irrompible. Déjame tocarte, besarte y saber que soy sangre de tu sangre. No me vale con el recuerdo, con la imaginación. Quiero saber algo más. Quiero saber que soy tu hijo. Que algo de ti me pertenece, que en aquel lugar en el que estás sigo teniendo el nombre que me distéis.

Pero no te vayas. Por qué me has dejado aquí llorando... Sin saber qué fui para ti. Sin que sepa nunca en la vida qué soy. Quince años hace, y de esos cuatro restantes no sé quién eres. Lo siento, pero no sé quién eres.

Dicen que te conozco. Pero es que no sé si es cierto. Y me duele pensar que no lo sea, pero es que no lo es. Dime de dónde vienes, a dónde volverás cuando despierte de este estado en el que me encuentro, qué hay ahí, dime algo. Pero no me sorprendas en el traqueteo del bus, en lo ajeno de la gente, no en mis sueños.

Las lágrimas de hoy llevan tu nombre y mil por qués. ¿Te quiero? No lo sé. Sin embargo creo que el agua que corre por mis mejillas es una respuesta. A veces pienso que te veo a través de los ojos de mamá, a través de la risa de mi hermana.

Hay algo que me duele, algo que me impulsa a echarte de menos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Verdaderamente precioso.
Siento que él nos ve cada minuto que pasa y también siento que nos protege día a día.