11/24/2006

Hola, mi amor:

Creo que te equivocas. Sí que te corresponden jardines cuyo final solo sea conocido por el horizonte, sí que mereces torres de marfil y mil vasallos que te adoren, que te recuerden lo hermosa que eres. Eres digna de dirigir un pueblo, que te amará como yo te amo por tu belleza, por tu sonrisa, por la claridad de tus ojos a través de los cuales podrán ver tu interior siempre de niña. Sí, eres una princesa.

Pero no te das cuenta de que el morado en torno a tus ojos les quita la claridad innata y le roba el brillo embelesador a tu mirada. No te das cuenta de que por cada pigmentación lívida que mancilla tu rostro tus ojos cantan por agua salada hasta tus labios y eso deteriora tu piel de nácar.

Tu piel. Tu piel me dice que está cansada, tanto como tú, de ser rajada y abierta sin consideración. Está triste porque cuando ocurre eso no puede evitar que se escape el color de luna llena con el que quiere vestirte día a día, noche tras noche. No puede evitar que se estropee el traje de desnudez perfecta que, desde que naciste, tiene preparado para ti.

Y tus labios. Tus labios hinchados de miedo que ya no aguantan contra el torrente de palabras de odio, asco, temor y angustia que masticas en tu boca y tus encías desdentadas. Tu boca, también, tu lengua que no puede saborear más sangre. Te pide que escuches. Yo, te pido que me hagas caso. De verdad, te quiero.

Él no, y tus oídos lo saben. Me dicen noche tras noche, mientras duermes bajo una sábana de pesada incertidumbre, que están exhaustos de escuchar mentiras. Me confiesan que creen que empiezas a dar crédito a lo que ese monstruo dice, y eso no está bien... Porque ellos también sienten, y lloran, y yo lloro si lloran y si yo lloro, tus ojos derraman pedazitos de tu alma.

Quiero que atiendas. Tu cerebro te lo ha hecho pensar continuamente. Desde la primera vez, desde que pensaste que sería la última. Es hora de que le creas. Créele y no lo odies, porque si te dice que no será la última y que cuando vuelva sacudirá sus frustraciones contra tu carne es porque es cierto y porque no quiere que sufras. Porque no quiere asimilar más falsos perdones. Además, no soporta verme crujir como madera seca.

Ya que solo yo me debilito más que tus huesos cuando la ira etílica de ese ser se agita contra ti. Tanto tus oídos, como tu piel, como tus ojos, tus labios, tu lengua, los dientes que conservas, tus huesos, tu cerebro, tu memoria, tu recuerdo, tu saliva... Todos los que hacemos que tú seas tú, hemos decidido que, antes de que él vuelva, tú, y nosotros, ya no estemos. Lo pido por mí, por ellos, por ti. Lo pido por favor... Nunca fue, es, ni será, culpa tuya.

Me despido, con toda la sinceridad y el amor del que dispongo, atentamente:

Tu corazón.

PD: No te hacen falta ni las maletas ni las llaves. Un equipaje de voluntad hará lo principal. Los que te quieren se encargarán del resto.

No hay comentarios: